Tierra de Sangre y Fuego: Sol y Luna

5. Pukawasi

Catriel y Rayen se movieron con rapidez a través de la ciudad, sus ojos escaneando la multitud en busca de sus compañeros. La importancia de su cometido pulsaba en sus venas; cada latido era un recordatorio del tiempo que se escapaba entre sus dedos.

Encontraron a Antu, que se mimetizaba entre la multitud. Su figura pequeña y ágil se deslizaba entre la gente con una gracia silenciosa. Catriel se acercó con firmeza.

-Antu, necesitamos que sigas el rastro de Víctor -ordenó Catriel. Antu, con ojos agudos y un instinto de rastreador incomparable, asintió. Su caballo, tan sigiloso y ágil como él, estaba listo para la tarea. Catriel le resumió rápidamente lo que había hablado con Miguel y Rayen, conectando con la tierra, le indicó la dirección.

Antu se adelantó, su figura se desvanecía en la oscuridad, un espectro en la noche. Su habilidad para rastrear era insuperable; cada huella, cada marca era una historia que leía con precisión.

La noche se cernía sobre ellos cuando encontraron a Newen y Namku. Con el grupo reunido, la gravedad de su misión se hizo aún más palpable. Las minas de Pukawasi los esperaban.

La luna alta en el cielo iluminaba el camino cuando Antu encontró los rastros de los vehículos. Abandonados y solitarios, dedujo que habían continuado a pie. Antu siguió el rastro de las pisadas, sus ojos escaneaban el terreno con una intensidad feroz.

Catriel, Rayen, Newen y Namku se acercaban a las minas cuando unas pequeñas piedras cayeron sobre ellos. Levantaron la vista para encontrar a Antu en una elevación, sus manos haciendo señas de silencio.

-Han sido capturados -informó Antu cuando se reunieron-. Los vi, prisioneros.

La noticia golpeó a Catriel como un puñetazo. Víctor, el muchacho que habían sido enviados a buscar, estaba en manos del enemigo. La urgencia de su misión se intensificó, cada segundo contaba.

-Debemos movernos con cautela -dijo Catriel, su voz tensa-. Si nos equivocamos, podríamos ponerlos en peligro.

Catriel, con la mirada fija en las sombras que se cernían alrededor de las minas, señaló a Antu. La luna, un pálido orbe en el cielo nocturno, arrojaba una luz tenue que apenas rasgaba la oscuridad.

-Antu, necesito que te acerques a los muros -ordenó Catriel en voz baja-. Intenta escuchar algo, cualquier información puede ser crucial.

Antu asintió, su figura ágil y silenciosa se deslizó entre las sombras como un fantasma. Los demás observaban, la tensión era palpable, cada respiración contenida, cada movimiento calculado.

Fue entonces cuando Antu vio a un hombre salir de las puertas de la torre, su atuendo y rasgos denotaban su origen inca. Antu levantó la vista hacia Catriel, que estaba a lo lejos, y le hizo señas.

Namku y Newen, ágiles y sigilosos, se movieron como sombras. En un instante, el hombre fue capturado, amordazado y atado. La operación fue tan silenciosa que la noche continuó inalterada, ajena al drama que se desarrollaba en su seno.

Antu regresó con el grupo, su mirada intensa y alerta.

-Lo vi con el grupo de Víctor cuando me adelanté -informó Antu.

Catriel se acercó al prisionero, su mirada penetrante se clavó en los ojos del hombre. Le quitó la mordaza.

-¿Cómo te llamas? -preguntó Catriel, su voz era un susurro cortante.

-Yawar -respondió el hombre, su voz temblorosa.

-¿Qué pasó con el resto y por qué saliste? -insistió Catriel, pero Yawar, con el miedo reflejado en sus ojos, respondía con evasivas.

Newen, impaciente, revisó la bolsa que Yawar llevaba. Un brillo dorado iluminó su rostro cuando encontró una cantidad considerable de oro. Catriel, al ver esto, golpeó a Yawar con furia contenida.

-Nuestros pueblos pueden no ser los más amigos -escupió Catriel, su voz cargada de desprecio-, pero venderse al Huinca es lo más deshonroso que he presenciado.

Yawar, con el rostro marcado por el golpe y los ojos llenos de temor, permanecía en silencio. La traición, un veneno amargo, se cernía en el aire. Catriel, con la mirada fija en el traidor, hizo un pequeño gesto con la cabeza a Newen. Un lenguaje silencioso, forjado en la confianza y la batalla, comunicó la orden sin palabras.

Newen se acercó a Yawar, su mirada penetrante y fría.

-Necesitamos saber qué pasó con el grupo y qué planean hacer con ellos -exigió Newen, su voz era un filo de acero.

Yawar, el dolor y el miedo bailando en sus ojos, evadió la pregunta.

-No lo sé, solo tomé mi pago y salí de allí -murmuró, su voz temblorosa.

Newen hizo un gesto a Namku, quien rápidamente volvió a amordazar a Yawar. La paciencia se desvanecía, y el tiempo se convertía en un enemigo implacable.

-No tenemos tiempo, señor Yawar -dijo Newen con frialdad. Desenfundó un cuchillo de su cintura y, sin dudarlo, cortó el dedo meñique de Yawar. El grito, enmudecido por la mordaza, retumbó en la silenciosa noche, un eco de dolor y desesperación.

Namku sacó algunas hojas de coca del bolso de Yawar. Newen, con una mirada implacable, se dirigió al traidor.

-No llores, ese dedo no sirve de mucho -dijo con desdén-. Ahora te quitaré la mordaza y me dirás lo que quiero saber. Si mientes, mi amiga de allí lo sabrá -advirtió, señalando a Rayen.

Le quitó la mordaza y Namku le instó a morder las hojas para calmar el dolor. Yawar, rendido y vencido por el dolor y la intimidación, finalmente habló.

-Por la mañana, se los llevarán en camiones hacia Cusco, nuestra antigua capital -confesó, su voz quebrada-. Quieren ejecutarlos frente a nuestra gente.

En ese momento, Newen dirigió su mirada hacia Rayen, buscando confirmación. Sus ojos se encontraron, y Rayen asintió silenciosamente, una afirmación muda de la veracidad de las palabras de Yawar.

Un silencio sepulcral se apoderó del grupo. La revelación, intensificó la urgencia de su misión. Cada segundo, cada respiración, se convertía en un testigo del tiempo que se desvanecía.



#5753 en Fantasía
#1273 en Magia

En el texto hay: razas guerreras, magia amor fantasia

Editado: 16.02.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.