Desde que en 1847 los Estados Unidos compraron Alaska a los rusos, por un tiempo pareció que el Congreso americano no sabía exactamente qué hacer con aquel pedazo de tierra. Ni siquiera sabían cómo llamarlo o cómo gestionarlo. En 1867 recibió el nombre de Distrito Militar de Alaska y, sin considerar necesario dotar con un gobierno civil a la población dispersa del nuevo territorio, el ejército americano, bajo la comandancia del general Jefferson C. Davis, fue asignado para mantener la ley y el orden. Un año después pasó a llamarse Departamento de Alaska y, cuando en 1877 el ejército fue retirado por su poca eficacia en resolver conflictos, el nuevo Distrito Fronterizo de Alaska pasó a ser controlado únicamente por un recaudador de aduanas.
A partir de 1880, con la llegada de los primeros buscadores de oro y la necesidad de establecer las propiedades de las minas, el gobierno civil se hizo imperativo. En 1884, el Congreso de Estados Unidos otorgó a Alaska su primera First Organic Act, basada en el código civil de Oregón, que la convertía en el nuevo Distrito de Alaska y la dotaba de un gobernador y un tribunal de distrito con un juez, un abogado, un alguacil y cuatro representantes. Alaska conseguía así su primer gobierno civil.
Desde el primer día se debería haber llamado Territorio de Alaska, pero este nombre habría presupuesto un eventual paso a Estado, y muchos de los congresistas no estaban de acuerdo. Aún faltarían noventa y dos años hasta que Alaska consiguiera el reconocimiento que tiene actualmente. Los principales opositores de la formación del Estado de Alaska eran algunos de los estados del sur ya consolidados, especialmente el Estado de Washington, ya que con la conversión a Estado de Alaska con plenos derechos, los comerciantes de Seattle perderían todo el monopolio que hasta entonces habían disfrutado por las transacciones con Alaska.
Ya en 1916 el juez James Wickersham, delegado territorial para Alaska en el Congreso, pasó un proyecto de ley para llegar a Estado, pero no llegó a finalizarse. No sería hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, después de que el conflicto bélico demostrara el papel que podía representar Alaska en el conjunto de los Estados Unidos y después de que la Alaska Highway comunicara el territorio con el resto del continente por tierra, que los sentimientos de independencia estatal comenzarían a resurgir. En 1955, una convención en Fairbanks acabó con la creación de una constitución que los votantes aprobaron con mayoría en un referéndum, y los delegados del Congreso escogidos formaron un lobby que con tres años consiguieron su propósito: el 30 de junio de 1958 el Acta de Estado de Alaska pasó al Congreso y el 3 de enero de 1959, el Presidente Eisenhower firmaba la ley que proclamaba a Alaska como el 49º estado de Estados Unidos (Hawái pasaría a ser el 50º y último estado poco después). Los dos senadores y el congresista de Alaska podrían comenzar a votar en nombre de su propio estado.
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