Greg
—Te has llevado una parte de mí, devuélvela, que primero fue mía, y no estoy dispuesto a renunciar a ella, luche tanto para forjarla, para que vengas tu y con una simple mirada destruyas aquella fortaleza.
—Greg, yo… estoy enamorada de ti, ¿Acaso no lo vez?
—De ti lo dudo Sophie, todos lo hacen, ¿Por qué tendría que ser yo la excepción? —le digo frio, y esa respuesta la destruye por dentro.
—Pensé… —niega— pensé que eras diferente, pero veo que me equivoque.
—Todos somos diferentes, tan solo observa los dedos de tus manos, ninguno es igual, cada uno tiene otra cosa que el otro no, así somos las personas.
—Tu no eres el Greg que conocí… el de antes era mas cariñoso, amable, dulce, y…
—Lo has dicho, “el de antes” te has quedado con la imagen de la ultima vez que nos vimos ¿nunca te pusiste a pensar que tarde o temprano, cambiaria?
—No.
—Ese fue tu error. —termino con eso, y es ahí donde escucho su voz gritar.
—AHH ¿Por qué tenías que ser tan cruel con ella? —le doy una mirada a Sophie que enseguida entiende.
—Es necesario, así esta escrito. —digo mientras me acerco.
—Si, pero… me dolió.
—No lo tomes personal.
—Si lo hago, ¿acaso no te das cuenta de que en ese momento no es Sophie quien esta ahí, si no yo?
—Me doy cuenta de ello. Pero no quiero que pienses que así soy.
—Si tienes razón, pero es que me da coraje como la tratas, Sophie tuvo razones para huir, y tu no la escuchaste, la culpas sin sabes todo eso, y…
—Y es solo ficción. No puedo cambiar la historia que ya está escrita. Eso no es posible, mas sin en cambio, podemos mejorarla, viendo las cosas positivas que hay en ella ¿no crees?
—Si tienes razón. De hecho, tu siempre la tienes.
—Lo sé, soy genial. —digo orgulloso.
—Cuanta humildad. —dice divertida.
—Solo contigo pequeña. —le guiño.
—Bien, entonces, debes de irte. —dice de repente.
—¿Por qué?
—Vendrán unas compañeras, tenemos que terminar un proyecto de química, y el tiempo lo tenemos encima.
—Bien, pero es necesario hacerlo, ¿no puedo estar aquí? Prometo ser sigiloso.
—Greg…
—Por favor, por tu garrita.
—Bien, por la garrita. —juntamos nuestros meñiques.
—Vez que no te cuesta nada complacerme. —la abrazo por detrás. —Tan solo debes de aceotar y listo.
—Es que no es fácil.
—Claro que lo es, lo que es difícil es tu mente que se niega a aceptar lo que es real.
—No quiero hacerte sufrir.
Lo estas haciendo al no corresponder mi Evangeline.
—El día que sufra, te darás cuenta de ello, que vas a desear no haberme conocido, eso es seguro mi Evangeline.