Alya
Página 265, capitulo 15.
Los árboles susurran cosas ilegibles, como si no quisiesen que su mayor secreto fuera revelado para mí, Sophie.
La no deseada en Dinasty.
Camino cada vez más cansada de esto, pero con la esperanza de volver a verlo, de volver a sentir sus labios sobre los míos, sentir una vez más esa calidez que inunda mi alma que solo con el experimento.
Avanzo con más rapidez en cuanto observo a los guardias susurrarse cosas, siendo advertidos sobre mi presencia.
Se que en cualquier momento le notificaran a el que he vuelto, por eso antes de que suceda esa tragedia, quiero ver a Greg.
Al llegar al palacio, subo escales arriba con el corazón en la mano, tratando de no ser escuchada por nadie, busco en cada una de las habitaciones su alcoba, y tras pasar 5 minutos, la encuentro.
Me adentro a ella sintiendo un leve mareo al ver la escena que se presenta ante mis ojos.
Gregorie en la cama con una mujer…
Pero no cualquier mujer.
Las lágrimas quieren rodar por mis mejillas, mi corazón se acelera en sobremanera, mi respiración se vuelve entrecortada, y un gran nudo se instala en mi garganta.
La escena se clava como un puñal en mi corazón, pues me he arriesgado en venir hasta aquí solo para verlo.
Decido que lo mejor es que me valla, y salgo en silencio de su alcoba, dirigiéndome a los cuartos de lavado.
—Niña te estabas tardando, anda ve con Sarius y ayúdala con las mesas —me dice una señora que en mi vida he visto—. No te quedes ahí y haz lo que te he pedido.
—Pero…
—Está en la cocina. —demanda y se da la vuelta a dar más órdenes.
Decido ir a la cocina y ayudar a lo que es necesario, pues necesito conseguir dinero para poder pasar la noche en algún hostal.
—¿Disculpe, pero sabe dónde se encuentra… Sairus? —pregunto al llegar.
—Acaso te debe algo? —pregunta con interés.
—Ah… no, solo preguntaba por qué una señora del cuarto de lavado me mando para ayudarla.
Suelta una carcajada. —Meloh es tan distraída. —dice al aire— Ven chiquilla, necesito que revises que todo este tal y como la reina lo ha pedido. Asegúrate de que cada una de sus peticiones estén hechas al pie de la letra y veraz tu recompensa antes de lo predicho. —me conduce a un pasillo que da al salón de bailes— También necesito que una vez hayas terminado de supervisar te dirijas a tu habitación y te prepares, ahí ya está el vestido que usaras para esta noche y…
—Espere. ¿Ha dicho vestido para esta noche?
—Si no es para, entonces para cuando.
—Disculpe el atrevimiento, pero… acaso se dará una noticia importante’
—Por supuesto, pero nada que sepamos hasta la noche. Así es que deja de preguntar y apúrate a hacer tu trabajo. —Da la vuelta y sale por la puerta dejándome en el enorme salón.
Comienzo a revisar que cada cosa este en lugar indicado y al mismo tiempo verificando que este todo lo solicitado.
Termino y me dirijo a la habitación que me indican las demás mucamas, quienes me comunican que en un momento más, el vestido llegara.
Me di una ducha con agua caliente que relaja al instante mi cuerpo, dando paso a una alivianes que extrañé por mucho tiempo.
Tallo mi cuerpo quitando la suciedad de él, lavo mi cabello dejándolo con el brillo característico de este, dando así paso a la suavidad.
Enredo la toalla a mi cuerpo y salgo.
—Cuando te vi salir de mi habitación, pensé que era una mala jugada de mi mente, cuando te vi en el salón, pensé que estaba loco, pero en cuanto pregunté por ti, y me dijeron que estabas aquí, supe que eras real. —dice Greg tranquilo.
—¿Q-que haces aquí? —pregunto sujetando la toalla.
—También me alegro de verte Alya. —dice con sarcasmo.
—Hice una pregunta.
—No eres apta para hacerme preguntas, ni mucho menos para exigirme respuestas. Tan solo quería verte y ya. No más. No menos.
—Bien. Supongo que sabes a que he venido, ¿no?
—Claro. Has venido a ver a Dimitri, el amor de tu vida —suelta con odio. — Si no es el, ¿Quién más?
—Tu. Te he venido a ver a ti.
—¿A mí? ¿Acaso tengo algo que quieras? —dice con una ceja alzada.
—Sabes bien ha que he venido, Greg… no digas que no porque no te creo.
—No lo se Alya, y no me interesa, solo he venido a advertirte algo —se acerca amenazante—, cualquier cosa que quieras hacer, será mejor que lo dejes inconcluso y te vayas por donde llegaste. Creo que dejarte con vida ya fue mucho de mi parte, esta vez no va a estar Dimitri para ayudarte como la ultima vez.
—¿Es una amenaza?
—Advertencia, es lo que es.
—No eres nadie para hacer una advertencia, no a mí. Crees que, por haber pasado la noche con Anil, tienes el derecho a venir a advertirme. —le sostengo la mirada.
Sonríe. —Pero si me has vito con Anil, esto es genial. Digo, que mejor que vayas preparándote para no sentir nada el día de nuestra boda, si es que alguna vez sentiste algo, claro.
—¿De qué boda estás hablando? —siento los ojos cristalizándose.
—Veo que aún no lo sabes, tranquila, te lo dire. —me mira— Una semana después de que huyeras, Anil y yo nos comprometimos.
—Eso no es verdad, solo lo dices para hacerme sentir mal. Lo dices porque no soportaste verme con Dimitri.
—En eso te equivocas querida. Lo hice para demostrarte lo remplazable que podemos ser seres como nosotros. Para que no te sintieras importante en mi vida. Para demostrarte lo insignificante que fue tu presencia. —me susurra— Y valla que funciono.
—Vete de mi habitación. —susurro con la quebrada.
—Lo hare. —se acerca a la puerta— No sabes lo mucho que anhelo formar una vida, al lado de Anil, quien si vale la pena.
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