Derek:
El aire golpea mi cara, siento que hace frío, pero mi piel arde de la impotencia y rabia de haber tenido que presenciar como esa chica con mirada transparente y cara angelical me ha visto en una circunstancia que no hubiera querido que me viera. No sé, pero me da la sensación de que esa chica me recuerda a Gema, una de mis mejores amigas de toda la vida y la cuál tuvo que marcharse lejos a otro a país para operarse, al parecer su sueño nunca llegó a cumplirse.
Paro en una gasolinera para hechar gasolina a mi moto, cuando veo un mensaje de Verónica.
Lo leo, sé que quiere saber dónde me encuentro, pero no deseo darle explicaciones de cómo me siento.
Solo tengo ganas de estar solo y poder desquitarme de algún modo está rabia que un sigue fluyendo por mis venas.
En mi teléfono veo una foto de Claudio, mi mejor amigo y el cual se encuentra en hospital muy grave debido a una pelea que mantuvo días atrás.
Después de pensarlo, me dirijo hacia el hospital.
Al llegar al hospital, en la sala de espera tomo asiento en una butaca bebiendo un café esperando poder ver a mi amigo.
A través de los cristales veo a mi amigo Claudio, el cual está conectado a varias máquinas. Los médicos no le han dado muchas esperanzas de vida.
Apoyo mi frente en el cristal clavando mis uñas en la palma de mi mano dejando nuevamente entrar la rabia dentro de mí.
Maldigo esta vida en la cual me encuentro y no sé exactamente como salir de este mundo.
Cargando mucho odio dentro de mí camino por el pasillo del hospital dirección a la salida.
De pronto me paro en seco al ver desde lo lejos de nuevo a esa chica.
La observo desde la distancia, frunzo mi ceño al percatarme de que algo le pueda estar ocurriendo para verla apoyada en la pared mirando a la nada limpiándose su cara de vez en cuando.
La sigo, quiero poder hablar con ella y pedirle disculpas. Sé que no le hecho nada malo pero aún así siento la necesidad de disculparme con ella.
Al salir a la calle, veo que va cruzar con el semáforo en rojo, un auto viene a gran velocidad, salgo corriendo para darle alcance y parece que lo logro porque nos encontramos tirados en el suelo.
Veo que se ha hecho un rasguño en su brazo.
Busco en el bolsillo de mi chaqueta un pañuelo.
— Déjame, no me haga daño...— su voz se entrecorta y sus lágrimas están rozando sus mejillas.
— Tranquila no te voy a hacer nada malo. Ves, acabo de salvarte de ser atropellada. ¿Porqué te haría daño? — Clavo mis ojos en ella rogándole con la mirada que crea en mí.
—Yo te he visto como pegas a mis amigos y odio a la gente que hace eso. Ellos no te han hecho nada malo. Eres una mala persona. — Inmediatamente ella se levanta comenzando a caminar.
Mientras tanto, yo me quedo en el suelo mirando mis manos y el pañuelo que sujeto y el cual hago una bola aparentando contra la palma de mi mano.
Al parecer el odio no se desprende de mí.
Pero el haber escuchado de labios de esa chica que soy mala persona, hace que me replanteé si en verdad mi vida tiene sentido o no.
Y me refiero cuando en estos momentos me encuentro cargando una mochila con droga para hacer una entrega.
Llego al lugar de la quedada, miro el reloj, aún faltan unos minutos para hacer la entrega y largarme.
Veo a lo lejos unas motos de agua en mitad de la noche oscura.
Comienzo a caminar directo a la orilla del puerto, cuando una ráfaga de luz golpea mi cara, en menos de dos segundos veo que no estaba solo en el lugar.
Estoy rodeado por la policía a un lado y camellos a otro.
Salgo corriendo disparando a varios hombres hasta que siento como una bala ha atravesado mi hombro.
El dolor hace de quedarme inmóvil cayendo al suelo viendo mi mano manchada de sangre.
Varios policías me apuntan con sus armas.
¿Qué esperan que haga? Estoy herido y me voy a desangrar si no me llevan al hospital.
Enseguida unos de policías se dan cuenta de que necesito ir al hospital.
Un par de horas después lleguemos a hospital.
Precisamente en estos momentos estoy sentado, esperando a un jodido médico para que me atienda porque no aguanto el maldito dolor.
Me quejo para que vengan a darme un calmante o algo.
En ese preciso momento cuando el dolor va dejarme sin aire aparece Verónica preocupada por mí.
— Derek, ¿Qué te ha pasado? — Ella, se para en los pies de la cama mientras yo sigo revolviendo me de dolor esperando que el calmante me haga efecto.
— Oh, no sabes lo preocupada que estaba por ti.
— Ella me da su mano mientras yo siento como los ojos se me van cerrando.
Es un sueño, una visión o es que estos medicamentos me van a volver loco. En la puerta veo apoyada a la chica morenita la cual me mira preocupada, mientras yo intento moverme un poco para saber si lo acabo de soñar o no.
— Disculpa, yo he venido a verte.
— ¿Qué haces aquí? — Hablo mirando hacia otro lado mientras escucho sus pasos acercarse hasta el lado de mi cama.
—Yo…te vi esta mañana cuando iba a visitar a mi mamá, y siempre recuerdo a la gente que se porta bien conmigo
— Soy mala persona, vete. No ves que hay policías en la puerta. — Mascullo entre dientes frustrado por la idea de que ella me vea en esta situación.
— Soy Diana, y me gustaría ser amiga tuya.
— ¿Amiga? No sabes lo que dices. —me río desganado.
— Toma acepta esto que te traigo, volveré a verte. — Sus manos aprietan la mía haciendo un puño. Con una mira inocente y una sonrisa dulce, Diana se marcha dejándome más furioso aún.
Pues no puedo saber con exactitud por qué demonios quiere ser mi amiga.
Cuando Diana se ha marchado, me quedo pensativo porque no entiendo porque esa hermosura haya sido amable conmigo.
De pronto, comienzo a tener mucho sueño al parecer los calmantes me hacen de estar muy cansado, mis ojos comienzan a cerrarse y un rato después me duermo profundamente soñando con ésa carita de ángel.