Toda una vida ( Trilogía Destino #3) (2014)

CAPÍTULO 27

Como cada día, Nerea subió a despertar a su hija. Normalmente los fines de semana tardaban más en bajar a desayunar. Se dedicaban a charlar y a jugar, era los únicos ratos que podía dedicarle íntegramente a Ruth.

—Buenos días—le susurró al oído seguido de un montón de besos en la cara.

Ruth abrió un ojo y luego otro, cuando pudo reconocer la figura de su madre se tiró sobre ella y la abrazó muy fuerte.

—¡Buenos días mami! ¿Sabes? He soñado con el tito Dan—la pequeña sonreía de oreja a oreja.

—¿Ah sí?—le retiró el pelo de la cara y la sentó frente a ella—¿Y qué soñabas?

—Que era mi novio—Ruth se sonrojó—Es muy guapo mami ¿Tú crees que querrá ser mi novio?

—No sé ¿No es un poco mayor para ti?

—Eso sí. Entonces te dejo que te lo quedes tú—casi se cae de la cama «¡Vaya con la niña!» pensó.

—Bueno y hablando de él ¿Qué te parece? ¿Te cae bien? ¿Te gusta?—quería tantear el terreno para ver su reacción.

—Sí es muy bueno. Le gusta jugar conmigo a cosas de niñas. Yo lo quiero mucho mami y también me deja comer chocolate—al decir esto último Ruth se puso la mano en la boca—¡Ups! Se me ha escapado lo del chocolate.

—Así que te da chocolate…—la miró con el ceño fruncido—Quiero hablar contigo Ruth, de mujer a mujer.

—¿De mujer a mujer?—la pequeña se rascó la cabeza—Entonces debe ser muy importante.

—Lo es—no sabía exactamente cómo abordarlo pero que fuera lo que Dios quisiera—¿A ti te gustaría conocer a tu padre cariño?

—Pues creo que sí, todas mis amigas tienen papá y mamá… Y a mí también me gustaría tener un papá para poder regalarle una manualidad del cole por el día del padre ¿Voy a conocer a mi papá, mami?—al principio estaba un poco confundida pero poco a poco quiso conocerlo inmediatamente.

—Si tu quieres sí—la puso sobre su regazo—¿Quieres saber quién es?—Ruth asintió—Pues bien, tu papi es… Dan, ¿Qué te parece?—esperaba ansiosa la respuesta de la pequeña.

—¿El tito Dan es mi papá?—volvió a rascarse la cabeza.

—Sí cariño, y él tiene muchas ganas de estar contigo, de jugar, de darte besitos ¿Tú quieres?

—¡Sí, sí que quiero!—Ruth empezó a dar saltos en la cama como una loca—¡Tengo un papá, tengo un papá! ¿Cuándo va a venir? Quiero verlo y jugar con él y decirle que es el mejor papá del mundo.

—Todo a su tiempo—le alegraba saber que ella aceptaba de buen grado a Dan. Eso la tranquilizó. Sólo esperaba que no le fallara—Voy a hablar con él ¿De acuerdo? Pero antes quiero darte una cosa.

—¿Qué es mami?—la niña observaba curiosa como su madre se metía la mano en el bolsillo.

—Mira, esto es un coral—lo cogió por la cadenita y lo hizo girar ante los ojos expectantes de su hija—Tu papi me lo regaló cuando éramos pequeños y lo tengo desde entonces. Quiero que lo tengas tú—Ruth se recogió el pelo para indicarle a su madre que quería llevarlo con ella—¿Estás segura de que quieres ponértelo?—la pequeña asintió—Tienes que tener mucho cuidado, le tengo mucho cariño, es muy especial para mí.

—Mami te prometo que tendré mucho cuidado ¡Es muy bonito!—lo acariciaba con los deditos mientras sonreía.

—Y ahora señorita—la cogió en brazos—Vamos a desayunar—y escaleras abajo desaparecieron.

Horas después Ruth estaba muy nerviosa, ya tenía ganas de que llegara su padre, lo había invitado a comer, y la hora de su llegada estaba próxima. Unos minutos después el timbre sonó y quién abrió la puerta fue Rubén.

—¿Otra vez tú? Te dije que no te quería ver por aquí—y le quiso cerrar la puerta en las narices, pero una voz chillona se lo impidió.

—¡No tito! ¡Qué es mi papá, no le cierres la puerta!—y en décimas de segundo se plantó entre ellos.

—¡Qué! No digas tonterías. ¿Cómo va a ser él…?—miró a su sobrina y luego a Dan. Ahora se explicaba muchas cosas—¿Mi hermana quiere que tú estés aquí?

—Sí, lo llamé yo Rubén—el muchacho volvió la cabeza encontrándose con su hermana—Más tarde os explicaré todo lo que queráis saber ¿Dónde está Rodri?

—Arriba, recogiendo nuestras cosas, hoy vamos a casa de Álvaro, nos ha invitado a su piscina ¿No te acuerdas?

—Sí es cierto. Pasa, pasa, que no muerde—le revolvió el pelo a Rubén sabiendo perfectamente que a aquel no le gustaba que hiciera eso.

—¡Ya estoy…!—Rodrigo se quedó parado al ver a todos junto a la puerta, incluido a un viejo amigo—¡Hola! No sabía que estabas por aquí—le chocó la mano—¿Qué tal?

—Aquí esperando que tu hermano no quiera descuartizarme—lo miró de reojo y sonrió—Me alegro de verte Rodri, tenemos que quedar un día de estos.

—Cuando quieras—sacó su móvil para mirar la hora—Nos vamos tata—le dio un beso a ella y a su sobrina—Volveremos sobre las nueve.

—De acuerdo, ya sabéis cualquier cosa avisadme y no os metáis en líos—esta última frase estaba dirigida al mellizo malhumorado.

Cuando los chicos se fueron, se quedaron allí en el recibidor los tres. La niña se había sentado en el escalón de la puerta.




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