Toda una vida ( Trilogía Destino #3) (2014)

CAPÍTULO 28

Una vez que dejó a Ruth en el colegio, salió hacia el hospital.

—¿Cómo está ella?—preguntó nada más llegar.

—Más bien pregunta como esta él—dijo señalando a su hermano.

—¿Cómo estás Aitor?—la cara del hombre era un poema.

—¡Mal! ¿Cómo quieres que esté? Lleva horas ahí metida y no me dejan pasar.

—Y yo llevo horas aguantándolo, creo que va a ser necesario que pongan otra cama para él porque como siga así le va a dar algo—se burló descaradamente.

—Sólo lleva—consultó su reloj—Casi seis horas de parto.

—¿Y te parecen pocas?

—Pues sí, cuando yo tuve a Ruth estuve catorce horas y mira que bien que estamos—le dio unas palmaditas en la espalda.

—¿¡Catorce horas!?—gritaron los dos hermanos a la vez.

—Sí, es que la señorita no tenía prisa por salir. Pero creedme cuando os digo que nosotros estamos en la gloria comparados con Patri.

—Pero con David fue mucho más rápido.

—Lo sé, estuve aquí. También vi como te sacaban del paritorio más blanco que una pared—le contó a Dan que se estaba desternillando de risa—Pobrecito no aguantó la presión ¡Hombres! Para que luego digan que el sexo débil somos nosotras.

—El niño está a punto de nacer—un doctor salió hasta donde se encontraban ellos—¿El padre va a entrar?

Los tres se miraron y el aludido no sabía que decir.

—Creo que será mejor que yo no entre, no llevo muy bien los partos.

—Es un momento importante, no es muy recomendable que la parturienta esté sola—comentó el doctor.

—¿Puedo entrar yo?—preguntó Nerea—Si no te importa, claro—añadió mirando a Aitor.

—Es mejor que vayas tú, ya sabes cómo van estas cosas, le serás de mejor ayuda que yo.

—¿Qué es usted de la paciente?—le preguntó el doctor.

—Su cuñada—soltó sin pensarlo, luego miró a los dos hombres que estaban frente a ella encogiéndose de hombros, después ella y el doctor desparecieron.

—Esta mujer es un caso, mira que decir que es su cuñada—bromeó Aitor más relajado.

—Pues sí—llevaba rato callado, y su hermano se dio cuenta.

—¿Qué te pasa ahora? Se supone que estás aquí para darme tu apoyo.

—Pienso en el nacimiento de Ruth—se sentó en la sala de espera—¿Sabes si alguien estuvo con Nené cuando dio a luz a la niña?

—Que yo sepa no, de hecho ni nos enteramos cuando pasó. La que lo descubrió fue Ari un día la llamó para ver cómo estaba y ella le dijo que la niña tenía cinco días de vida y era preciosa. Y sinceramente no creo que a los niños les dejaran pasar. Ya sé que Ruth es tu hija, me lo contó mi mujer, ya sabes que ella y los secretos no se llevan bien. Y por la cara que estás poniendo sé que lo que te acabo de contar te hace sentirte fatal. Vamos a por un café, yo invito.

Cerca de las once de la mañana apareció Nerea con un bebé en brazos.

—¡Felicidades papá! Te presento a Javier, este jovencito ha pesado casi cinco kilazos—se lo pasó al emocionado papá—Normal que le costara salir.

—Enhorabuena hermano, este debe ser unos de los días más felices de la vida de un padre, me imagino. ¿Y como está Patricia?

—La feliz mamá está agotada pero muy contenta, lo ha hecho genial. Devuélveme al niño ya porque como se dé cuenta de que no está ahí dentro es capaz de cortar cabezas. Después volveremos a vernos—volvió a coger al pequeño Javier y desaparecieron.

—Te quiero hacer una pregunta y me gustaría que no te la tomaras a guasa—dijo Dan muy serio a su hermano.

—Dime hermanito, soy todo oídos—volvieron a sentarse.

—¿Qué se siente al ver a tu hijo crecer día a día dentro de su madre? ¿Y después cuando por fin nace y lo ves por primera vez? Puede sonar estúpido, pero yo me he perdido eso y más de cuatro años de ver crecer a mi hija, espero que no te burles de mí por esto.

—Jamás me burlaría de ti—esta vez hablaba en serio—Desde que sabes que un pedazo de ti está creciendo en el vientre de la mujer a la que quieres, no puedes dejar de preguntarte como será, si es un niño o una niña, a quién se parecerá. Estás deseando tenerlo en tus brazos, sentir su calor… Cuando lo ves por primera vez sientes que todo lo pasado, ya no te importa, sólo él. Y cuando pasan los meses o los años sigues preguntándote cómo es posible que de un ser tan imperfecto como nosotros haya nacido alguien tan perfecto y adorable como un niño. ¡Me estoy poniendo sentimental! Pero creo que más o menos te he aclarado lo que querías saber. Ahora voy a llamar a mamá para contarle que es abuela de nuevo.

Sonaba muy bien todo lo que Aitor le había contado, más o menos era todo lo que él sintió al conocer a Ruth como su hija, pero todo de golpe. A él le hubiera gustado vivir cada etapa de su pequeña, pero por capricho del destino y de su madre, no pudo.

Un par de horas después estaban todos en la habitación de Patricia y su bebé, todos se deshacían en palabras bonitas y carantoñas para Javier.




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