Toda una vida ( Trilogía Destino #3) (2014)

CAPÍTULO 30

—¡¿Cómo?!—lo empujó con todas sus fuerzas—¿Te has vuelto loco o qué?

—No, no me he vuelto loco, pero si por ti fuera estaríamos yendo y viniendo siempre, y yo ya no tengo edad como para seguir comportándome como un adolescente—al ver la cara de asesina en serie de Nerea no se le volvió acercar.

—Yo…yo…—no sabía que decir—¡Es una locura! Los dos lo sabemos que no va a salir bien. Tenemos que volver, la niña no se puede quedar sola ¡Inconsciente!—intentó moverse pero el barco tenía poca estabilidad.

—Ruth está bien, me encargué de todo antes de venir aquí—dio dos pasos al frente y al ver que ella no le dijo nada, dio dos más—No puede ser que llevemos equivocados toda una vida, ya es hora de hacer las cosas bien.

—¿Cuánto tiempo duraríamos? ¿Hasta que uno de los dos se largue de nuevo? Me niego, no quiero volver a ser eso. La felicidad es un cuento chino o al menos lo es para mí—se sentó porque no sabía durante cuánto tiempo podría mantener el equilibrio.

—No puedo ofrecerte una felicidad que durará por siempre, pero te propongo que nos compliquemos la vida juntos. ¿Qué me dices, quieres?—le tendió la mano para animarla, ella lo seguía mirando sin dar crédito.

—¡No lo sé!—se levantó pero no aceptó su mano—Es que dicho así suena todo muy bonito ¡Como un cuento de hadas! Pero esto es la vida real y no todo se soluciona en un abrir de ojos—se acercó hacia su posición lentamente intentando no caerse—Ojalá pudieras entender que tengo miedo. Miedo a que pase algo en algún momento que lo fastidie todo. ¡Esto parece un final de culebrón de las cuatro de la tarde!—bromeó para que él no notara que estaba temblando—Sé lo que te estás preguntando. Sí te quiero, sí me encantaría estar contigo hasta el último día de mi vida pero también me da pánico perderlo todo.

—No necesito nada más—la abrazó con todas sus fuerzas, en ese instante supo que jamás volvería a soltarla. De pronto notó que algo le estaba mojando el pecho—Nené ¿Estás llorando?

—¡Más quisieras rubito!—sonrió mientras se limpiaba las lágrimas—Sólo a ti se te ocurre hacer todo esto cuando tengo la peor pinta de mi vida ¡Eso no te lo perdono!

—A mí me gusta—la cogió de la mano y le dio una vuelta—No pienso tirarla nunca, nos traerá buenos recuerdos.

No se supo más de ellos ni de lo que hicieron hasta bien entrada la tarde. Cuando llegaron los esperaba una enfadada Ruth por el abandono de sus padres. Pero cuando le contaron todo, la niña se puso feliz, por fin podría estar con sus padres juntos para siempre.

Tardaron dos semanas en regresar a casa, por supuesto los mellizos se les unieron inmediatamente al saber que su hermana demoraría en volver. Rubén tardó en entrar en razón respecto a Dan, pero entre sus hermanos y su sobrina finalmente lo convencieron que merecía la pena.

Todos vivían ahora en casa de Nerea, era absurdo que él siguiera sólo en casa de su madre cuando no pasaba tiempo allí. Ellos seguían con sus discusiones por cualquier tontería pero al final de ellas siempre había una sonrisa o un beso que hacía que se olvidaran de todo.

 

Unas semanas después…

—Tienes una carta, pero no pone remitente ¿Qué podrá ser?—Patricia se la entregó a Nerea, cuando vio el contenido de la carta, le cambió el semblante por completo—¿Malas noticias? Te has quedado blanca ¿Qué es lo que pone?

—No, nada ¿Puedes dejarme sola Patri? Por favor—le suplicó con la mirada.

—Claro, pero cualquier cosa, búscame ¿Vale?—Nerea asintió y después que su amiga abandonara su despacho volvió a releer la carta. La dejó allí encima y salió del periódico sin ser vista.

Prefirió coger un taxi, así no dejaría rastro en el caso en que fueran a buscarla. Una vez que llegó al lugar indicado, esperó y esperó, pero seguía sin aparecer la persona que la esperaba. Treinta minutos después apareció un coche que ella no conocía, de él bajaron una mujer más o menos de su misma edad y un hombre mayor, al verla allí sola sonrieron.

—Sabíamos que serías una mujer inteligente—era Bárbara la que la había citado allí—Es un gesto muy noble de tu parte.

—¡Cállate! Estoy aquí, yo he cumplido—se volvió hacia el hombre mayor que resultó ser Adrián—No sé cómo puedes querer hacerles esto ¡Son tu familia los dos!

—¡Error querida! Nunca me han interesado ninguno de ellos, y mucho menos Dan ¿Quién me dice a mí que de verdad es mi hijo?—la tenía cogida por la barbilla pero ella era incapaz de moverse—Esa perra de Andrea era una embustera, con su carita de mártir se podía haber llevado a cualquiera a la cama y luego querer colgarme a mí el milagrito.

—¡No te consiento que hables así de ella ni de ninguno de sus hijos! Aquí el único mentiroso y cabrón, eres tú y sólo tú—Adrián enfureció y le propinó un puñetazo que hizo que su nariz sangrara, pese al dolor ella no calló—Puedes seguir dándome hasta que me mates pero eso no hará que no te diga todo lo que te mereces.

—Recuerda por lo que estás aquí enana amargada—Bárbara sacó una navaja y se la acercó tanto al cuello que le pinchó y un hilillo de sangre recorría el mismo—Igual cambiamos de opinión y le hacemos una visita nada amistosa a tu hija…o a tu amorcito.

—¡Estoy aquí por ellos! Mi vida por la de ellos. Pero aunque me hagáis desaparecer jamás vas a tenerlo, eso que te quede bien claro ¡Yo siempre voy a estar en él! Al menos yo si quiero a mi familia por encima de todo—los miró a ambos—No como vosotros. Tú tuviste un padre maravilloso y lo perdiste por ser la mala persona que eres y tú, eres un maltratador desgraciado, si yo hubiera sido tu hija me hubiera gustado verte muerto.




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