Todas las estrellas

Capítulo 3

Eric y Eduardo no necesitaban acuerdos, su relación progresaba de forma natural. Caminaban cada día hasta llegar a la esquina en donde separaban sus caminos; con el paso de los días, era más el tiempo que pasaban juntos, ya no solo a la salida, sino también entre los recesos de clases. Aunque no estuviesen en el mismo curso, se las arreglaban para ayudarse con la tarea. Tenían conversaciones prolongadas durante sus caminatas y se expresaban constantemente su admiración mutua.

  • Cantas muy bien – Manifestó Eric luego de algunos minutos en silencio.
  • Gracias, tú también cantas bien, tu voz es potente.
  • Ya lo sé, pero tú eres realmente especial; tu voz es diferente a la de cualquiera, eres el mejor de la clase…

Eduardo no dijo nada, solo sonrió. No obstante, se sentía profundamente agradecido al escuchar tal halago. Estaba acostumbrado a escuchar buenos comentarios respecto a su voz, pero ninguno le había hecho sentir de la misma manera.

  • ¿Te  importa mucho, verdad? – Eric se detuvo al hablar.
  • ¿Qué? – Eduardo también paró.
  • La música. Cuando estas tocando parece que no hubiese otra cosa en el mundo.
  • Sí, es lo que me hace feliz, es lo que espero hacer con mi vida.
  • Bien, pues déjame ayudarte. ¿Me aceptarías en tu grupo? – Eric volvía a mostrar su gran sonrisa.
  • No había pensado en tener un grupo, en realidad.
  • Oh, lo entiendo.

Eric pareció decepcionado. Retomó la caminata. Eduardo soltó una risilla y manifestó:

  • Sin embargo, esa es una gran idea.

Una sonrisa se dibujó nuevamente en el rostro de Eric, compartieron una mirada de complicidad y continuaron caminando.

 

Cada tanto Eduardo asistía a los ensayos del grupo de baile, empero, cada vez se hacía más evidente que su presencia no era precisamente del agrado de todos. Empezaba a relacionarse con algunos de los chicos, pero otros se mostraban apáticos y murmuraban cuando le veían entrar. Eric le explicó un día, que no se les permitía llevar invitados a la clase, más a él si se lo permitían, porque era un estudiante destacado. Aquello le resultó extraño, aunque era evidente el favoritismo que expresaba el instructor hacia Eric. De cualquier manera, esa situación incomodaba a Eduardo, por lo que su asistencia era cada vez menos frecuente.

Una tarde, Eric le invitó a su casa. La respuesta fue positiva. Quedaron en encontrarse una hora después en el lugar en donde se separaban cuando regresaban. Eduardo llegó caminando, llevaba puesto un pantalón café y su habitual chaqueta, sobre una camiseta verde. Eric le esperaba sentado en el andén de la derecha. Se puso de pie en cuanto le vio. Ambos caminaron por la intersección a la derecha. Un par de cuadras más adelante, Eric se detuvo.

  • Bien, aquí es.

Eduardo observó la casa, era de tamaño mediano; tenía un pequeño pórtico y grandes ventanas de madera. Se dirigieron a la puerta.

Adentro, una mujer estaba sentada en un sofá, junto a un niño. Sonrió al verles entrar. Entonces, Eric le presentó a su invitado. Eduardo saludó modestamente, en tanto observaba con atención a la mujer. El parecido era evidente; sus rasgos eran casi idénticos a los de Eric, de no ser por el contorno más fino, y las pequeñas arrugas alrededor de los ojos.

  • Estaremos en mi cuarto, mamá.

Eric se adentró por el pasillo, Eduardo lo siguió.

La habitación era pequeña, contaba solamente con una cama, un tocador y un armario, todos de madera; tenia algunos afiches en las paredes; Y en la pared que estaba frente a la cama estaban pegadas estrellas de papel brillante, de variados tamaños.

Eric se sentó en la cama, e indicó a Eduardo hacer lo mismo.  

  • Tu madre…
  • Es linda, ¿Verdad?
  • Si, lo es. Es idéntica a ti.
  • Pues gracias – Dijo Eric con una sonrisa pícara.

Eduardo tardó varios segundos en procesar la conversación, se sintió ligeramente avergonzado y se apresuró a cambiar de tema.

  • ¿Ese niño es tu hermano? Pensé que era más pequeño, así parece cuando hablas de él.
  • Bueno, para mí es muy pequeño, es mi bebé.

Eduardo se burló enseguida. La charla se prolongó por un par de horas. Cerca de las cuatro, la madre de Eric entró repentinamente a la habitación. Llevaba una bandeja en la que había dos vasos y un plato redondo lleno de galletas.



#8773 en Joven Adulto
#22228 en Otros
#1705 en No ficción

En el texto hay: juventud, amorlgtb, musica y romance

Editado: 02.02.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.