Todas mis Navidades

Capítulo 3. Denise

El trabajo que había conseguido podía ser desgastante, pero al menos había encontrado un lugar donde ganar dinero, eso era lo importante, o al menos eso pensaba Denise. Ayudar con lo que podía en el orfanato era la forma en la que agradecía que todos se preocuparán por ella y por su pequeña Giselle. La única felicidad que tenía era ver a su hija crecer sana y feliz, siempre trataba de estar con ella y compartir cada segundo libre. 

Justo ese día se preguntaba como estaría su Giselle, ya que había escuchado por voz de la directora que ese mismo día estaría un hombre importante visitando el lugar y su preocupación consistía en que a su hija no le gustaban mucho los extraños, podría ser muy pequeña, pero podía ver atreves de la malicia de las personas y si el hombre no le agradaba haría malas caras todo el día.  

— Fue un gran día, nos vemos — Dijo una de las chicas que trabajaba en la misma cafetería con una sonrisa al igual que Denise, ya que su horario de trabajo había finalizado. 

Para la pelinegra esa era la hora más esperada de cada día, porque podía regresar a su hogar y descansar, además, en esta ocasión era a un mejor, porque gracias a su buen desempeño, su jefe decidió darle dos días de descanso, entre ellos navidad, la fecha más especial para ella, era la segunda navidad con su rubia y el número cuatro sin, él. 

Mientras caminaba a casa entre los copos de nieve, no podía evitar sentir una inmensa nostalgia, esas fechas a pesar de la felicidad que le causaban no dejaban de ser dolorosas en las que cada noche no dejaba de extrañar lo que alguna vez había tenido y había abandonado por miedo. Ver a las felices parejas tomadas de la mano y sonriéndose el uno al otro en muchas ocasiones solían causarle un extraño sentimiento, quizás eran los recuerdos aquellos que una y otra vez aparecían en su mente, tan vividos que parecía que estaba allí, era en definitiva su peor castigo, recordarlo. 

A cada paso que daba rumbo al orfanato, se preguntaba una y otra vez lo mismo de cada año, ¿Estará bien?, claro que siquiera pensar en eso la hacía sentir terrible, a esas alturas ya no tenía el derecho de siquiera mencionar su nombre o de pensar en él, Bastián se había vuelto alguien prohibido para ella. 

En tres años jamás se había atrevido a buscarlo, podríamos decir que el remordimiento no la había dejado al igual que la desesperación que le causaba el siquiera imaginar que al encontrarlo él ya estuviera casado y con hijos, formando aquella familia con la que alguna vez soñaron, ¿entonces con que cara le diría la verdad?, ¿Cómo se justificaría?, esas palabras habían evitado que lo buscará, cumpliéndose ahora la cuarta navidad sin él. 

Cuando al fin llego hasta su destino no dudo en poner una gran sonrisa, porque detrás de la tormenta llamada su pasado estaba su arcoíris, Giselle, quien la esperaba con una gran sonrisa mientras comía una deliciosa galleta. 

— Mami llegó — Dijo la joven que siempre cuidaba a la rubia. 

Denise no dudo en darle un inmenso abrazo y millones de besos en su regordete rostro que tan tierna la volvía, su pequeña le correspondía de la misma manera, algo que siempre lograba reconfortarla hasta en la más terrible situación. 

— Denise — La llamó la directora con una sonrisa plasmada en el rostro — El joven que nos visitó hoy regresará para navidad, espero que tú también puedas estar allí — La pelinegra sentía a todos esos pequeños como su familia, así que no dudo en aceptar, ya que creía que aquel hombre podría ser la ayuda que el lugar necesitaba. 

— Por supuesto — Aseguró con una sonrisa, sin imaginar lo que ese día traería consigo. 

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En nochebuena habían tenido una rica cena, los niños estaban alegres ya que al día siguiente sería navidad, y esperaban como todo niño, al menos un pequeño juguete, algo que tal vez nadie en todo el lugar podría comprar, pero que Bastian había prometido llevar, tal vez esa era la razón por la que este año era diferente, porque había alguien dispuesto a ayudar al prójimo. 

La mañana de navidad nadie podía contener su emoción, todos esperaban con ansias la llegada de aquel hombre que había prometido cambiar su navidad y volverla una fecha inolvidable, y no era solo interés lo que sentían al ver al rubio, era la más pura gratitud por una persona que había tomado la decisión de ayudar sin esperar nada más que una sonrisa a cambio. 

Claro que Denise tuvo los mismos pensamientos que los demás, hasta que lo vio entrar, con ese porte y esos ojos luminosos que tanto amaba, esos que alguna vez la habían mirado con todo el amor que podía haber en mundo. El hombre que había amado, que amaba y que amaría siempre, estaba allí frente a ella mirándola fijamente. 

— ¿Denise? 

Fue ahí donde su mente colapso. 

— Bastian.. 




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