Todo de mí – Park Sunghoon

2: El Príncipe de Hielo

  —¿Estás bien, Hoon?

 El nombrado se sobresaltó en su asiento, despertando de su estupor. Estaban en el gimnasio de la escuela esperando por educación física, la primera clase de los jueves.

 —Sí, perdón. Estoy algo cansado. –bostezó estirando sus brazos.

 —Lo noté. Parecía que estabas en un viaje astral. ¿Dormiste anoche?

 —Llegué tarde a casa. Ayer después de clases fui a practicar.

 —¿Los días de entrenamiento no son viernes, sábado y domingo? –lo miró como si estuviera a punto de reprenderlo.

 —Sí, pero estoy practicando después de la escuela mi rutina para las nacionales. –se encogió de hombros.

 —¿Estás loco? ¿Cómo le haces para hacer los informes y otros trabajos que debemos entregar la semana que viene?

 —Pues quedándome despierto hasta las 3 de la mañana adelantando lo que puedo.

 —Estás demente –espetó su mejor amigo dándole un zape–. No estás durmiendo un carajo, Park. ¿Por qué demonios estás practicando después de la escuela? ¿No que habías terminado tu rutina?

 —Oye, deja de insultarme –le devolvió el golpe en la nuca–. Sí la terminé pero... debo practicar más.

 Desvió la mirada cruzándose de brazos. No pensaba decirle a su amigo que un estúpido salto no le salía.

 —¡Muy bien, chicos, necesito dos filas! Chicos un lado y chicas del otro. –gritó el profesor.

 Los chicos se formaron uno al lado del otro, encontrándose de frente con la fila de las chicas.

 —Hora de calentar. Diez vueltas a la cancha, ¡trotando! No quiero ver a nadie caminando. Chicos a la derecha y chicas a la izquierda.

 Sonó el silbato y comenzaron a trotar. Hoon mantenía un buen ritmo debido a su buena condición física. Por curiosidad buscó con la mirada a Kim Hye In, esperando ver si conservaba su condición física

 Casi tropieza con sus propios pies al verla caminar tranquilamente mientras mueves sus brazos haciendo estiramientos. Le pasaba por las narices al profesor y este no le decía nada.

 ¿Cómo es que el profesor hacía de la vista gorda con esa chica y le gritaba a los demás?

 No era la primera vez que veía ese tipo de favoritismo por parte de los maestros hacia Hye In. En clase se levantaba decenas de veces para supuestamente ir al baño y no le decían nada, tiene varias inasistencias y los maestros simplemente ignoran eso, mandaba mensajes como si nada estando prohibido el uso del celular dentro de clase, y casualmente a ella sí la dejan usarlo.

 Sunghoon no sabía qué clase de trato hizo o cuánto dinero estará dando a la escuela, pero le molestaba esos privilegios.

 Realmente absurdo.

 —¡Listo, chicos! –volvió a sonar el silbato, indicándole a sus estudiantes que vuelvan a formarse–. Hoy trabajaremos con un circuito de quince minutos. Señor Park, usted dirigirá los ejercicios de hoy.

 El chico asintió alzando el mentón, poniéndose en modo entrenador. Organizó a sus compañeros en diferentes estaciones y les asignó a casa estación un ejercicio.

 Se volvió hacia donde estaba Hye In sentada, claramente enviando mensajes de textos. Recolectando la suficiente paciencia se acercó hasta ella y carraspeó para llamar su atención.

 —Disculpa, por si no estás al tanto, haremos un circuito. El profesor Kang me dejó...

 —Tengo un permiso –le interrumpió la chica. Sunghoon mordió levemente su lengua. Odiaba que lo interrumpieran–. No hago educación física.

 —¿Es un justificante médico? –preguntó pacientemente.

 —En lo absoluto –respondió con una sonrisa amable–. Solo es un permiso y ya.

 —No veo el porqué no puedes hacer los ejercicios. Caminas perfectamente y tampoco estás enferma.

 —¿Tanto te molesta que no haga deportes? –preguntó la chica extrañada por la actitud gruñona de su compañero.

 —Solo me parece injusto que todos cumplamos con hacer los ejercicios y tú solo tengas un permiso especial para no hacer nada.

 —No veo que a los otros les moleste. –echó un inocente vistazo al resto de sus compañeros.

 —¡Aún asi...! –calló al oírse apunto de explotar–. Solo... olvídalo. Quédate con tu permiso especial y has lo que te dé la gana.

 Hizo ademán de irse, pero la voz de la chica lo detuvo en seco. O más bien lo que soltó.

 —Si sientes celos puedo conseguirte un permiso a ti también.

 ¿Celos? ¿Dijo que yo sentía celos?

 —¿Crees que siento celos de ti? –bufó con desagrado–. No me importa cómo o con quien conseguiste ese permiso y todos los otros favores que tienes en esta escuela. Nunca vuelvas a asumir que siento celos, porque tu serías la última persona de la que estaría celoso.

 Y dicho eso continuó con su camino echando humo por las orejas. No sabía de dónde le salieron esas palabras tan despectivas pero no se permitió pensar en si hirió a la chica. Aunque este hecho estaba lejos de ser así.

 Hye In miró divertida al chico, mordiendo su labio inferior para no soltarse a reír. Aquella retahíla de palabras feas le parecieron muy divertidas, Park Sunghoon era divertido. Arrogante, egocéntrico y grosero... Muy parecido a ella en sus tiempos de gloria.

 Podía ver claramente a una Kim Hye In en este Park Sunghoon.

 ***

 Una de las tantas cosas que Sunghoon odiaba de la escuela eran los trabajos en equipo. Mucho más si es con una persona que no es su mejor amigo Jake. Y aún peor, si esa persona es Kim Hye In.

 —Puedes comenzar tú. –dijo Hye In apenas se sentó junto a Sunghoon.

 Él la escaneó como si se hubiera vuelto loca. Detestaba que otras personas que no fuese su entrenador o sus padres le dieran órdenes.

 —Tu primero. Insisto. –respondió él con sequedad.

 A la maestra de literatura se le ocurrió la grandiosa idea de hacer una entrevista en  pareja, dónde los chicos se entrevistarían uno al otro y justamente le tocó como compañera la persona con la que ha estado evitando contacto.




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