Todo de mí – Park Sunghoon

3 : Punto de Quiebre

 Los tres amigos se encontraban en la casa Park pasando el rato. O al menos dos de ellos. Mientras Jake y Ni-ki jugaban con la Play de su mejor amigo el pelinegro miraba enojado su cuaderno en blanco.

 Se supone que debía adelantar sus deberes para tener el tiempo suficiente y poder entrenar. Pero de todas las tareas, el informe con la profesora de literatura era lo único que no había podido comenzar.

 Y ¿Cómo lo haría? Si la entrevista a Hye In nunca la hizo.

 —Oye, ¿qué tanto murmuras allí? –suelta Riki con diversión.

 —Está enojado con su cuaderno, al parecer. –respondió Jake antes de soltarse a reír.

 Sunghoon los miró con rencor. Ellos se estaban diviertendo con su sufrimiento, además de su Play, mientras él quema sus pocas neuronas pensando en una solución para este informe.

 —¿Hiciste la entrevista de literatura? –preguntó a Jake.

 —La mejor tarea que me hayan asignado en la vida –sonrió de oreja a oreja–. Sí, la hice. No me digas que tú, el señor responsable, no la hizo.

 —Mi entrevistada fue Kim Hye In –resopló con molestia–. Ella hizo su entrevista pero no me dió tiempo hacer la mía. Estoy muerto.

 —Amigo, no hay por qué ofuscarse –bufó Jake–. Inventa la entrevista. Tú lo dijiste. Conoces a esa chica, te sabes su vida por las competencias. Has el informe con lo que tengas.

 —También puedes buscar noticias viejas si era tan famosa como dices. –acotó Ni-ki.

 La idea era tentadora. Sabía lo suficiente de Kim Hye In como para arreglarselas con ese informe. Y no solo por las competencias, si no también porque fue su admirador hace mucho tiempo, pero eso no lo iba a decir.

 En silencio se volvió hacia su cuaderno e hizo lo sugerido.

 —Momento –habló Ni-ki de repente– ¿Cómo es eso de la mejor tarea?

 —Su pareja fue Sang Hee. –delató Sunghoon sin más.

 —Uhuuuuuu –se burló el menor– ¿Para cuándo la noticia?

 —¿Qué noticia, imbécil? –gruñó Jake avergonzado.

 —Pues la de tú saliendo con Sang Hee –contestó con obviedad–. Llevas años tras esa chica.

 —A Sang Hee le cae mal Jake. –vuelve a hablar Sunghoon.

 —¡¿Qué?! No puede ser. –se carcajeó el menor.

 —No le caigo mal –aclaró entre dientes–. Solo que anteriormente he tenido unos cuantos problemas con su hermanastro. A él si le caigo mal.

 —Y eso qué tiene que ver con que ella te ignore. –rió Sunghoon.

 —Oí que ese imbécil le dices cosas de mí para que se aleje –apretaba los botones del mando con rabia–. Pero sé que le gusto. A Sang Hee quiero decir.

 —¿Sí? ¿Y exactamente que le dice?

 —Que soy un mujeriego y que le haré daño.

 —Lejos de la realidad no está. –comentó Sunghoon por lo bajo.

 —Oye, recién llegado, te oí. Cierra la boca. –espeta el ofendido.

 —Es mi casa, baboso.

 —Has tu tarea, ¿quieres?–soltó Jake ya harto, a lo que los otros dos rieron.

***

 Llegado el fin de semana Sunghoon aplicó toda sus fuerzas en la rutina, dando todo de sí para mostrarle a su entrenador cuánto había trabajado en la semana.

 Todo estaba llendo de maravilla hasta que llega la parte del salto. Es entonces cuando todo su trabajo, literalmente, cae dolorosamente.

 —¿Estás bien, hijo? –su entrenador acude muy preocupado, a lo que Sunghoon solo asintió aguantando el palpitar de sus músculos adoloridos–. Estuviste increíble. Ciertamente la rutina está impecable, solo...

 —Lo sé –interrumpe al hombre–. El salto no se ve bien.

 —Hay que eliminarlo, Hoon.

 —No quiero hacerlo, entrenador –dijo pacientemente–. No quiero rendirme con ese salto.

 —Las nacionales están a la vuelta de la esquina.

 —Lo sé, lo sé, lo sé... –estaba a punto de quebrarse–. Deme tiempo. Sé que puedo hacerlo.

 —No hay tiempo, Hoon.

 —Por favor, entrenador –humedeció sus labios al borde de la histeria–. No lo elimine.

 —No es tu decisión, hijo –replicó el entrenador con pena–. Si sigues así, llegarás a las nacionales lesionado. Se cambia el salto a una pirueta triple.

 Sunghoon no dijo nada ante eso. Su corazón en ese momento estaba rompiéndose en miles de fragmentos. Estaba decepcionado de sí mismo, había fracasado horriblemente con el deporte que más ama en el mundo.

 —Ánimo, amigo. Es solo un salto. Sé que puedes ganar sin él. –le dijo su mejor amigo ofreciéndole una soda.

 —Ganar las nacionales no dictará que soy el mejor –bufó abriendo su lata–. Al menos no fuera de mi categoría.

 —¿No estás exagerado? –comentó Ni-ki con una mueca.

 —No ¿Cómo carajos demostraré que soy el mejor si no puedo hacer un tonto salto?

 Estuvo el resto del fin de semana pensando en eso. No durmió pensando solo en el salto.

 —Deberías bajarle dos a los entrenamientos –sugirió el menor–. Morirás de estrés.

 La campana que anunciaba el final del receso sonó y los tres chicos se levantaron para asistir a sus respectivas clases. Como sucedía cada cierto tiempo, Hye In entraba a clases siendo cargada a caballito por el mismo chico.

 Se sintió irritado de solo verla. Indignado por el hecho de que ella niegue el haber sido patinadora de hielo súper reconocida y perfecta, seguramente en su santa perfección hasta sabía hacer ese salto.

 —¿Hoon? ¿Qué haces? –cuestionó Jake viendo a su amigo moverse.

 Sin pensarlo dos veces se levantó de su asiento y dando pisotones caminó hasta la chica.

 —¡Tu! –Hye In se sobresaltó y después sonrió divertida por la situación– ¿Sábes hacer el Axel?

 —¿Axel? –reprimió una carcajada–. ¿Qué es eso?

 —No te hagas la desentendida, sábes de qué estoy hablando. –golpeó su mesa con ambas palmas.

 —¡Te lo juro! –alzó las manos en son de paz–. No entiendo de qué hablas.

 —El salto Axel –explicó como si de una niña se tratara–. En patinaje artístico, lo sábes hacer, ¿no es cierto?




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