Todo está bien, John

Capítulo 6: Como le pasó a Carrie White.

Querido Diario:
 

Tranquilo, hoy no voy a relatarte mis problemas (¿O sí? ¿Tal vez?). Una situación curiosa en realidad.
 

Me encanta creerme muy inteligente y madura pero ahí va la vida a abofetearme con la dura realidad de que soy una ignorante.
 


 

¡Sé que probablemente no soy la única chica de catorce años que no tenía ni idea de lo que era la menstruación!
 


 

Porque sí, pedazo de papel. Hace dos noches tuve mi primera menstruación.
 


 

Todo comenzó el jueves por la manaña, en la escuela. Me dolía mucho el vientre, al punto en el que me puse a pensar qué rayos había comido esa semana para sentirme de esa manera. 
 


 

La verdad es que no como mucho, voy a confesartelo.
 


 

Papá Ted dice que me alimento como un pajarito. Aunque esto es por causa de mi ansiedad.
 


 

Me parece una comparación muy tierna, aunque probablemente es por la forma en la que él lo dice.
 


 

Está bien, eso no es lo que importa, porque para tu mala suerte, esta anécdota es muy larga.
 


Bueno, ésa noche me desperté por el dolor. Lo primero que se me cruzó por la mente fue ir al baño, ¿y el porqué? porque esa misma tarde cuando fuí a orinar me topé con mi ropa interior manchada de un color café. Café como el color de tu tapa.

¿Y qué creí? Bueno, lo más lógico.

Que tenía diarrea.

Entonces lo primero que pensé fue que mis dolores «estomacales» eran porque necesitaba ir al baño.

Ugh.
 


 

¿En serio estoy pasando mi fin de semana encerrada en mi cuarto escribiendo en un diario íntimo cómo pensé que mi menstruación era diarrea? Dios, necesito conseguir amigos. 
 


 

En fin, cuando me senté en el retrete y ví mí ropa interior me topé con algo que me dejó pasmada. Sangre. Mi prenda íntima estaba manchada de rojo carmesí.
 


 

Muchas cosas pasaron por mi cabeza en ése momento.
 


 

Estaba asustada porque no sabía lo que me estaba pasando, era algo que desconocía, que me tomaba por sorpresa un viernes a las dos de la mañana.
 


 

Papá no estaba despierto y él era al único al que podía acudir. Siempre recurro a él ante cualquier problema. Pero si lo despertaba en medio de la noche, siendo que comparte la cama con mi madre, ella me castigaría al día siguiente aunque en el momento se mostraría preocupada. 
 


 

Oh, tú no lo sabes, pero es tan hipócrita. La máscara que se coloca es perfecta e impenetrable. A veces la admiro, quisiera lograr ése efecto yo también, pero soy transparente. No puedo ocultar mis emociones. Eso me hace una persona débil. A Stella nadie puede leerla, ella lee a los demás a la perfección.
 


 

Aprendí muy rápido a no ocasionarle problemas y en ser una sumisa de mierda. 
 


 

Una vez me sumergió la cabeza en la bacha de la cocina que estaba llena de agua estancada. Agua que usó para lavar unos platos previamente. Sentí que me moría. Fue más dura que las últimas veces. Esperó hasta lo último y luego me soltó, tenía restos de zanahoria, puré y grasa de la carne en el cabello. 
 


 

Lloré mucho ése de día.
 


 

Por eso, no quería arriesgarme a ir a su habitación. Para no provocar su ira.
 


 

Sin mencionar que no me quiere cerca de Theodore porque le provoca celos, pero ésa ya es otra historia.
 


 

Pensé en recurrir a Ann a pesar de que su carácter también es una mierda. Era mi única opción. En mi mente pensé que me ayudaría. Digo, estaba sangrando. Tal vez tenía una hemorragia interna. No podía dejarme morir.
 


 

Cuando toqué su puerta en medio de la noche y ví su expresión cuando me abrió, tragué saliva. Parecía la mismísima Annie Wilkes cuando estaba deprimida y planeaba su suicidio con Paul.
(De hecho, Ann se parece bastante al personaje. Hasta es físicamente parecida a Kathy Bates; con sus ojos azules, su gran estatura y espalda ancha. Aunque también un poco a «Tronchatoro» de la película «Matilda».)
 


 

(¡Ella nunca puede leer esto!)
 


 

Sin rodeos. Sólo levanté mi camisón, dejé a la vista mi ropa interior y espeté:
 


 

"Estoy sangrando"
 


 

Ella no me respondía. Hasta parecía asustada. Pálida.
 


 

"¿Qué hago? ¿Qué es?" Le pregunté muy nerviosa, hasta podía escuchar los latidos de mi corazón.
 


 

Cambió su expresión de miedo a rabia. 
 


 

"Eres una mujer ahora"
 


 

Me empujó y posteriormente dió un portazo que incluso temí que despertara a mamá.
 


 

John también es lector de Stephen King, y me dijo que su reacción fue muy parecida a la de la mamá de Carrie (un libro de una chica con poderes telequineticos que aún no he leído), sólo que ésta la golpeaba y la obligaba a rezar. Agradezco que Anna no haya reaccionado así, porque también es muy religiosa.
Incluso yo le recordé a Carrie al no saber qué era la menstruación y creer que me estaba desangrando. 
 


 

Sí, John tiene mucho que ver en esta historia.
 


 

Me dirigí otra vez al baño, pero con una prenda limpia de ropa interior. Luego de tomar las medidas de higiene necesarias, me la puse, pero coloqué papel en la prenda limpia por si acaso. En realidad, no estaba tan tranquila como lo estoy contando, estaba temblando y no quería pesar en la posibilidad de que realmente siguiera sangrando.
 



#3159 en Detective
#944 en Novela policíaca
#9746 en Thriller
#5495 en Misterio

En el texto hay: obsesion, asesino serial, suspenso

Editado: 05.01.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.