Todo está bien, John

En el Noveno Circulo del infierno

Un día de Julio de 2006

 

Querido Diario, estúpido diario:

Decir que me siento enfurecida con John sería poco. De hecho, ¿qué no siento por ése inepto en este momento?

Molestia, decepción, traición... Incredulidad

Aunque esta mañana experimenté algo hacia él que nunca pensé que sentiría por la seguridad que siempre me brindó: miedo.

Pero ya llegaremos a ese punto, necesito ir por orden para poder aclarar mis pensamientos y decidir qué hacer de ahora en adelante.

Bueno, comencemos por el hecho de que John me traicionó y espero, realmente, que el diablo lo devore de forma lenta en el Noveno Círculo del infierno junto a Judas.

Ahora mi psicólogo, el señor «te- abandono dos semanas- para- irme- de- vacaciones- a-Turquía con-mi-exótica-esposa-Venezolana» (sí, tiene un nombre muy largo), me derivó a psiquiatría.

Ahora tengo una cita para la semana que viene con un tal doctor Schwab en un hospital psiquiátrico a tres horas del Magnolia Springs. En solo pensar que de ahora en más voy a tener que empezar a viajar tres horas, dos veces a la semana o más, para dirigirme a ese lugar... Preferiría permanecer loca.

Ah y no es solo eso.

A mí no me dicen nada, pero hice mi propia investigación.

Resulta que los psiquiatras son los autorizados para recetar medicación, así que supongo que si al señor loquero le da la gana, estaré drogada gran parte del tiempo.

Y porque los problemas siguen: el psiquiatra se complementa con sesiones con el psicólogo.
Así que tengo que conseguirme otro.

Si hacemos el cálculo podríamos decir que a mis semanas de ahora en adelante se le suman:

Sesiones con el psicólogo 2 veces por semana+ ver al psiquiatra, quizá una vez por semana+ posible medicación que me generará efectos secundarios como la somnolencia (que es de los síntomas más leves que leí en internet, teniendo en cuenta que algunas provocan alucinaciones)+ mantener en equilibrio mi vida estudiantil, ya que luego de que Mary citara mis padres a la escuela para hablarles sobre mis problemas de conducta, Stella dejó a  Anna al pendiente de que me prepare para las materias que tengo en salvar en el curso de verano.

Bueno,  supongo que haré mis apuestas desde ahora sobre qué trastorno mental me diagnóstica el señor psiquiatra.

¿Dónde está el conejo blanco que te lleva a un país en donde puedes pasar desapercibida entre tantos dementes cuando se lo necesita?

En fin, John decidió relatar con lujo de detalles lo que hice con Mary a mis padres. Me dió el beso de Judas, y luego se dió la media vuelta y me traicionó.

Supongo que un buen rato de sexo con esa mujer será el equivalente a la bolsa de monedas con oro.

Si mi madre me odiaba antes ahora lo hace mucho más, porque la dejé en evidencia.


«Cielo, tal vez si no fueras siempre tan dura con la niña, ella no creería que no la quieres y no haría este tipo de cosas»

Mi nuevo doctor de apellido impronunciable la ha citado a ella también.

Porque el otro idiota inservible cree que mi caso escapa de sus capacidades. 

Y yo estoy de acuerdo. 

Luego de las sesiones con el psicólogo salgo algo más distendida, porque puedo soltar mi bolsa con mierda por un momento. Pero no he notado avances significativos. Quizá porque él nunca me ha inspirado la confianza necesaria para escarbar más a fondo, y revelar el por qué me atormentan ciertas cosas.

Lo intentamos August, sí que lo hicimos.

 También piensa que puedo tener algún tipo de psicopatía. No la tengo, sé que no la tengo. 

Me han llamado psicópata en una inmensa cantidad de oportunidades a lo largo de estos años, tanto que me he obsesionado con ése concepto.

«Pero hermano, esa niña no es normal. Solo trae problemas. Es una demente. Una psicópata» escuché comentar a la amorosa tía Rachel. Ella me quiere mucho como podrás apreciar.

No soy una psicópata. Sí soy capaz de sentir empatía. Aunque ésta sea un poco distorsionada y selectiva.

¿Sabes?

Cuando John les dijo que yo había matado al perrito de Mary ninguno lo dudó un segundo. El mismo John no dubitó en ningún momento al pronunciarlo.

«Evelyn- mató- al- perro- de- mi- pareja»

Se la pasa endulzándome los oídos diciendo que él ve en mí un gran corazón cuando en realidad cree que puedo ensuciarme las manos de sangre de un inocente tan fácilmente.

Boxer solo es mencionado dos veces en mi relato:

Una cuando te relaté lo que hice para vengarme, en donde menciono lo mucho que le importa ese animal a la señorita Dunne, ¿lo recuerdas? Y otra en una hoja suelta en forma de lista.

«Encargarse de Boxer ✓ »

En ningún momento digo que yo lo asesiné. ¿Está abierto a la interpretación? Tal vez.
Pero la conclusión la terminó por sacar John. El tipo que decía que yo era como un ángel.

El único que parecía ver algo bueno en mí.

Bueno. Está bien. Quizá viéndolo de un lado comprensivo y razonable, encontrar el chaleco con sangre del animal luego de que dije que me encargaría de él podría dar a suponer que lo asesiné.

Pero... tal vez...

Si yo fuera otra primero hubiesen preguntado: «¿Qué ha pasado con el pitbull?»
En lugar de simplemente afirmar que soy una despiadada asesina de cachorros.



#3159 en Detective
#944 en Novela policíaca
#9746 en Thriller
#5495 en Misterio

En el texto hay: obsesion, asesino serial, suspenso

Editado: 05.01.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.