Él era luz.
Ella era oscuridad.
Él fue la luz en su oscuridad.
Y ella la oscuridad en su luz.
Aun sin darse cuenta, ambos fueron su
complemento y lograron entenderse de una u otra forma.
Ella dejó de ver los colores.
Él le enseñó que existen muchísimo más.
Ella se construía de dolor.
Mientras que él de felicidad y de locuras.
Eran como un yin y yang.
Ambos necesitaban estar juntos para
poder equilibrarse.
Y no importa que pasara, al final de
todo…
… Él siempre iba a ser su luz y ella su
oscuridad, y eso no era malo.
Simplemente, lo hacía… perfecto.