Todo lo que deseamos

Capítulo 6

Padme

14 años atrás

Me entretenía jugando con mis pies mientras esperaba a que papá volviera, no entendía porque estábamos en ese lugar otra vez.

Era un edificio gigante con paredes blancas, habían personas que traían unas batas que eran del mismo color, desde la cama de aquella habitación veía cómo iba pasando la gente de un lado para otro.

Papá no tardó mucho en volver y no venía solo, un hombre viejo lo acompañaba seguido de una mujer la cual no tenía idea de por qué estaba ahí al igual que las demás personas.

—Hola, Padme, ¿Me recuerdas? —Me habló el hombre viejo a lo que negué al instante —Soy el doctor Evans.

—Cariño, puedes recostarte si gustas —mencionó una mujer que también llevaba una bata blanca.

Le hice caso ya que me sentía muy agotada y el cuerpo me dolía.

—Padme, linda, estos doctores revisarán en donde te duele para que te sientas mejor —indicó mi padre —Diles en donde te duele más.

Dudé por un momento hasta que les comencé a señalar varias partes de mi cuerpo, ellos con delicadeza comenzaron a revisar cada una de ellas, pero yo por alguna razón empecé a sentirme mareada al igual que mis ojos trataban de cerrarse.

A pesar de eso jamás los cerré, pero si lograba sentirme desorientada, con la poca fuerza que tenía trataba de buscar a mi padre, pero no lo veía por ningún lado.

Sentí como me quedaba dormida por unos minutos hasta que me volvía a despertar y en una de esas al fin alcancé a ver a mi padre del otro lado del vidrio charlando con una mujer a lo que apenas podía escuchar de lo que hablaban.

— ¡Ya no puedes seguir viviendo con esa mujer, Leo! —Casi le gritó en la cara a mi padre —Esa mujer está loca, ¿ya viste lo que le hizo a tu hija? ¡Es una niña, por dios, una niña de 4 años, una niña que también es hija de ella!

—Créeme que no entenderías la rabia que estoy sintiendo justo ahora deseando ver a esa loca detrás de las rejas.

—Pues te estás tardando —escuché muy a lo lejos como la mujer seguía reclamando — ¿Qué dijo tu abogado?

—No habrá problema por irnos, técnicamente ella ya no tiene ningún tipo de poder sobre ellos.

— ¿Entonces está decidido?

—Sí, nos iremos esta noche.

♠ ♠ ♠

Después de ese día no recuerdo mucho.

Cuando volvimos a casa vi como papá comenzó a meter mi ropa a una maleta al igual que la de mi hermano Baxter.

Baxter estaba sentado a un lado de mí abrazándome por los hombros repitiendo algo sobre mi cabeza “Estamos bien” no entendía por qué lo hacía así que solo lo ignoré.

Papá nos llevó a Baxter y a mí hasta el auto y de ahí estuvimos un largo rato en carretera, yo estaba muy cansada así que la mayor parte me la pasé dormida.

Cuando desperté habíamos llegado a una casa linda, papá dijo que podíamos pasar así que entré acompañada de la mano de Baxter, noté que la misma mujer con a que hablo mi padre en el hospital estaba aquí, sabía que su nombre era Elizabeth, pero eso era todo, así que no le hice mucho caso.

Papá nos había dicho que de ahora en adelante este lugar iba a ser nuestro hogar y que nos sintiéramos cómodos estando en él.

Me gustaba la nueva casa, mamá ya no estaba y ya no tenía que esconderme detrás de los muebles, caminar en silencio por los pasillos o taparme los oídos para no escucharla gritar.

Papá salía a trabajar y Baxter iba a la escuela y cuando volvía la mayor parte del tiempo la pasaba con él, aunque cuando no estaba me tenía que quedar en casa con aquella mujer, se me hacía muy familiar su cara hasta que recordé que ella era mi maestra en mi otra escuela y también lo era aquí en casa.

Había horas específicas en las que ella me enseñaba cosas con un pizarrón que estaba en una de las habitaciones. Tomaba algunas horas, pero después de eso me dejaba ir a lo que yo me subía a mi habitación.

Así fue durante unas semanas, hasta que un día subió a mi habitación.

— ¿Puedo pasar? —escuché su voz desde la puerta.

No hablé ya que simplemente asentí con la cabeza a lo que ella entró y se sentó a un lado de mí en el piso.

— ¿Qué estás haciendo? —Señalé la hoja blanca — ¿Dibujar? —asentí varias veces.

Había encontrado unos botes llenos de un líquido de varios colores y un palo de madera con pelitos que me ayudaba.

No escuché otra vez la voz de ella durante unos minutos, ella solo se quedaba a un lado de mí observando lo que hacía.

—Ven conmigo —aclaró a lo que no hice mucha protesta y la seguí.

Llegamos hasta una habitación que estaba abajo y daba directo al jardín. Yo jamás había entrado y fue por eso que me quedé sorprendida por todo lo que veía ya que había cuadros colgados en la pared llenos de color, colores que ni siquiera había imaginado.



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En el texto hay: cliche, romance, cliche juvenil

Editado: 04.07.2024

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