El invierno había llegado a ciudad Rosa, donde la hostilidad era tan visible como los pequeños y frios copos de nieve que caían sobre las cabañas hechas de madera, escarchando sus techos y sus chimeneas.
Años atrás, esta ciudad había sido famosa por sus abundantes lagos rosados y cristalinos, los habitantes decían que estos eran capaces de contestar con honestidad cualquier pregunta que tuvieras siempre y cuando tu les pagarás susurrando a sus aguas un profundo secreto, este debía ser tuyo y nadie más debía saberlo.
La gente de otras ciudades solian sentirse atraidas por sus mágicas aguas que incluso pagaban para verlas, los enamorados celebraban sus bodas ahí para comenzar sus matrimonios llenos de prosperidad basados en la verdad.
Sin embargo, desde que aquella extraña niebla tóxica y venenosa rodeo a las siete ciudades, los lagos comienzan a secarse y a perder su resplandor. Las personas antes honestas, unidas y orgullosas de su ciudad, se han vuelto hostiles y con la necesidad de salir de ella. La ciudad Rosa, antes conocida como la más preciosa y sentimental, se volvió la más inútil de las siete.
Mientras que las otras seis tierras aportaron algo para protegerse de las toxinas del exterior, Rosa solo se sumía en la pobreza y la desesperación.
Dentro de esta ciudad, los habitantes construyeron estrechas cabañas con la leña de sus secos pinos, y en el interior de una, se encontraba una pequeña niña de 8 años sollozando, con ojos llorosos por aguantar el llanto, con sus mejillas y la punta de su nariz rojizas por el frío que se adentraba en su hogar.
Ella vestía un lindo vestido rosa claro con detalles blancos que aparentaba pureza y limpieza, a juego con una diadema y pulseras de tela de iguales colores. Y a pesar del helado clima, aquel vestido solo cubría un poco más abajo de sus pequeñas rodillas, además que sus mangas no eran largas, eran cortas y de casquillo. Unos zapatitos negros de charol junto con las calcetas cortas y blancas protegian sus fragiles pies. Pero sin importar que tan bonita pudiera verse su ropa, no se podía ocultar que todo estaba hecho con materiales de baja calidad.
Frente a ella, estaba una hermosa mujer con mirada oscurecida y esperanzada, arrodillada a la altura de la mas chica, ella lucia un vestido rojo con negro que en el pasado podria haber valido mas 100 monedas de Oro, pero que ahora tanto ella y su vestido eran solo la sombra de lo que antes habían llegado a ser.
- Escucha con mucha atención Irina - dijo la mayor de ellas - A partir de este momento no importa quien hayas sido hasta ahora ni de dónde vienes, desde hoy tu eres Irina Caelestis y perteneces a la familia Caelestis de la Ciudad Amarilla, ¿comprendes? - preguntó la mayor mientras agarraba los brazos de la pequeña con un poco de fuerza.
- Pero madre yo...- habló la niña con voz temblorosa y entrecortada - yo quiero quedarme aquí contigo - mientras pesadas lágrimas rodaban por sus redondas y claras mejillas, ahora coloreadas por el frío.
La mayor limpió con suavidad las lágrimas de su hija y la abrazó con fuerza, sintiendo su cabello corto, liso y de un exquisito café claro, y su suave piel que aún olia ligeramente al jabon con el que la habia ayudado a bañarse antes del amanecer.
Al separarse de la pequeña, limpió sus propias lágrimas con fuerza, y miró su reflejo en un espejo de cuerpo completo que estaba detrás de la menor, viendo a una mujer de cabellos blancos y ojos llorosos de un color rosado claro, admirando su belleza y sintiéndose frustrada y enojada, preguntándose por que termino asi, por que de tantas personas, fue ella la que tuvo que vivir una vida arruinada, viviendo en la ciudad que tanto le había costado dejar atrás, junto con una hija que solo le recordaba su propio fracaso y su estupidez.
Luego, mirando los ojos negros de su hija, que representaban el fruto de la unión de personas nacidas en diferentes ciudades, sintió como la verguenza y el disgusto crecía en su interior, retorciéndose en su ser como un parásito.
- No te atrevas a llorar, solo las personas fracasadas e inútiles lloran y ni tú ni yo lo somos, ¿verdad?- dijo la peliblanca, haciendo que Irina solo asintiera con la cabeza y mordiera sus pequeños labios para que no se le escapara ningún sollozo - Además, no olvides lo que te dije, tu y yo volveremos a estar juntas después, cuando te vuelvas alguien importante, rica y exitosa que nos saque de esta miserable ciudad - lo decía mientras sostenía las manos de su hija con fuerza.
- Sabes lo mucho que te amo y necesito, pequeña, y que todo lo que hago es por nuestra felicidad, me rompería el corazón que te olvidarás de mí- dijo la más grande mientras sus ojos miraban con tristeza y esperanza los ojos inocentes de su hija.
Irina se talló sus ojos con una mano para quitar las pesadas lágrimas, respiró profundo y volvió la vista a su madre - Yo nunca podría olvidarte mamá, te prometo que te daré la vida que mereces - dijo ella.
El timbre de la cabaña sonó, alertando a ambas mujeres, era el momento de separarse.
- Se que lo harás, y recuerda que lo único que debe importarte es tu felicidad y la de tu madre, los demás son solo piezas en el tablero que debes usar a tu favor- le dijo su madre - a donde vayas las personas siempre pensaran que vales menos y que no mereces nada, pero tú siempre debes demostrar lo contrario, a partir de hoy tu nombre es Irina Caelestis, hija de Frederick Caelestis, y grabatelo - dijo entre dientes la de ojos rosas - no importa quien o que sea, no dejes que nada ni nadie se interponga en tu camino -.
El timbre sonó de nuevo, la más alta arreglo a su hija y limpio su cara con sus manos, después se puso de pie, se miró al espejo y se arregló el vestido y su densa cabellera.
Cuando estuvo lista, ella le dió una última mirada a su pequeña hija, la que había nacido de la miseria ahora era su esperanza para sacarla de ahí. La madre le sonrió amorosamente a su niña y le hizo señas para que ella también lo hiciera mientras le susurraba- sonríe, siempre sonríe - la pequeña sonrió justo como su madre le había enseñado días antes, una sonrisa tierna y delicada que aunque falsa, debía ser perfecta, para que así nadie notará los verdaderos sentimientos detrás de ésta.
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Editado: 29.07.2025