Todo lo que mereces

Capítulo 2: La sombra del pasado

Mientras Irina iba en camino a su nuevo destino, los brillantes suelos de mármol de la enorme y lujosa mansión Caelestis resonaban por los tacones color crema que calzaba la señora de la casa.

La mujer comenzó a bajar con rapidez los escalones de madera oscura de la escalera principal levantando ligeramente su pomposo vestido amarillo con sus manos cubiertas de finos guantes de encaje blanco.
Al llegar a la planta baja ella caminó directamente hacia el despacho de su esposo, cuando estuvo frente a la puerta de madera finamente esculpida, respiro profundo y tocó.

—¡Fred! Soy tu esposa, necesito hablar contigo— dijo ella con voz calmada aunque con cierta molestia en su voz.

— Pasa, Lucia— contestó una voz grave.

Lucía abrió la puerta, encontrándose con un espacio amplio y bien iluminado, con ventanas que daban al jardín y permitían que la luz natural iluminará la habitación.
En el centro de esta, estaba el hombre del que se había enamorado a primera vista hacía nueve años atrás, sentado en su sillón de cuero negro frente a su escritorio hecho de madera noble.
Ella observó como su cabello marrón claro que había estado desalineado antes del amanecer ahora se encontraba peinando hacia atrás perfectamente. Y esos ojos ámbar que solían mirarla con ternura tiempo atrás ahora no se despegaban del papeleo que estaba sobre el escritorio.

—¿Qué es lo que pasa querida? ¿Necesitas más dinero para la fiesta de nuestra hija? — preguntó él sin siquiera mirarla.

—Tu sabes bien porque estoy aquí, ¿Por qué estás haciendo esto? Creí que habíamos llegado al acuerdo de que no quería que nadie mencionara nada de tu “desliz”— reclamo ella molesta hacia él. Fred por fin dejó sus documentos aún lado y se talló los ojos demostrando su cansancio.

Después él dirigió su mirada a la mujer de cabellos rubios y ojos ámbar que lo miraban con reproche —¡Pero ahora resulta que todos saben de él, y no solo eso, sino que vas a traerlo aquí!— dijo Lucía elevando un poco su tono de voz.

El hombre suspiró y contestó — Lucy, amor, tu sabes que lo que hice no es algo que me enorgullece y desearía poder retroceder el tiempo para evitarlo— su voz era moderada e incluso sonaba como si está línea la hubiera repetido varias veces — pero su madre, ella me ha enviado una carta diciendo que..—

—¿Qué esa mujer te envió una carta? ¡¿Por qué sigues en contacto con ella?! Tu me dijiste que la habías enviado lejos junto a su bastarda para que no interfiera con nuestra familia…— dijo su esposa mientras sus ojos se llenaban de lágrimas de enojo.

Los recuerdos que había enterrado en su mente comenzaban a resurgir de nuevo.

—¿O es acaso qué ya no somos suficientes para ti? Creí que la familia era lo más importante… — ella lo dijo mientras se volteaba hacia atrás, dándole la espalda al hombre que había perdonado en el pasado. Ella comenzó a secar sus lágrimas antes de que arruinaran su maquillaje.

Frederick se levantó de su asiento y se acercó a ella, pero no la tocó. En su lugar, se quedó de pie detrás de ella, mirándola con una mezcla de arrepentimiento y dolor.

—Lucía, lo siento — dijo él con voz baja y sincera —Sé que no puedo cambiar el pasado, pero quiero que sepas que estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para recuperar tu confianza —.

Lucía se mantuvo en silencio, pero Frederick podía ver la tensión en sus hombros y la forma en que su respiración se había vuelto más rápida.

—¿Por qué ahora? — preguntó ella finalmente, sin voltearse hacia él —¿Por qué decides traer a esa niña aquí después de todo este tiempo?—.

Frederick suspiró y se pasó la mano por el cabello —En la carta que me envió su madre me ha comentado que está enfermando por los tóxicos del ambiente y no puede cuidarla más…Tu sabes que solo ella y yo somos culpables, pero si hay algo que debo reconocer es que esa niña es mi sangre — dijo él —Además es mi hija y tengo la responsabilidad de cuidarla—.

Lucía se volteó hacia él, con lágrimas en los ojos —¿Y qué hay de mí?— preguntó ella —¿Qué hay de nuestra hija? ¿No te importa lo que podamos sentir?—

Frederick se acercó a ella y la tomó de las manos —Claro que me importa— dijo él —Pero también tengo que hacerme responsable de mis errores y hacer lo correcto. ¿Puedes entender eso?—

Lucía lo miró durante un largo momento, y luego asintió lentamente con la cabeza —Sí— dijo ella —Puedo entenderlo. Pero no significa que me guste—.

Frederick sonrió ligeramente y la atrajo hacia él. —Lo sé— dijo él —Y lo siento. Pero quiero que sepas que estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para que esto funcione—.

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