La verdad es que había tenido mucha suerte pensaba Jorge mientras escuchaba la ambulancia llegando al lugar donde se encontraba.
¿Cómo diantres iban a bajar los sanitarios hasta él?
Gritaba su subconsciente, si la caída por lo menos había sido de 15 metros y su vista solo alcanzaba a ver rocas, raíces y un montón de zarzas de esas que le producían las moras que le encantaba comerse de buena mañana cada día que podía salir a pasear.
¡Dios! ¿Cómo puede ser que me haya caído si paso por aquí a diario?
Quizás la lluvia de la noche anterior había ayudado a que se hubiese producido ese resbalón tan absurdo y que me haya llevado a estar aquí ahora – pensaba Jorge mientras se miraba el torso con esa rama clavada.
Jorge era una persona muy deportista, salía a correr a diario, casi siempre por las mismas zonas, a veces por asfalto por las ordalías de Alzira que era donde vivía, pero la mayoría de las veces se iba a hacer trails que era lo que más le gustaba, (salir a correr entre naturaleza le daba la vida), era lo que solía decir siempre que alguien le preguntaba el porqué de correr por esas zonas tan abruptas.
Era una persona joven, con sus 34 años recién cumplidos el día 3 de septiembre, aún con su juventud era muy maduro ya que la vida le había hecho madurar demasiado rápido debido a que su padre, un obrero de la construcción falleció cuando el apenas tenía 16 años en un accidente en la obra donde trabajaba, y ello le hizo tener que dejar los
estudios para ponerse a trabajar y ayudar a su madre a poder sacar adelante la casa y a sus tres hermanos menores.