Todo lo que no vivimos

Capítulo 2

Su madre hacía lo imposible para darles todo a sus hijos pero por muchas horas que hiciera (siempre que le dejara la empresa) limpiando escaleras y portales, la mayoría de los meses hubiese sido imposible el poder llegar a final de mes con al menos un trozo de pan con nocilla y un vaso de leche de la más barata que pudiese encontrar en el UDACO que había debajo de su casa para poder ofrecerle a sus cuatro hijos.

Jorge empezó a trabajar como aprendiz en el taller mecánico de un amigo de su padre, era un trabajo que no le convencía mucho, diez horas diarias divididas en un turno partido que le obligaba a levantarse a las 6:00 de la mañana para poder ayudar a su madre a arreglar un poco la casa y vestir a sus tres hermanos pequeños, que eran como tres terremotos, (hay que tener en cuenta que aunque Jorge tenía 16 años, sus hermanos tenían 10, 8 y 6 años).

A las siete más o menos, bajaba a la panadería del barrio a comprar las dos barras de pan que consumían a diario,

“nos hubiésemos comido al menos una más” siempre decía Jorge, en esas edades el cuerpo necesita alimento y dos barras de pan para 4 pirañas se quedaba algo corto....

 

 

 

 

El empezaba a trabajar a las ocho en el taller y paraba a comer a las dos, y de vuelta a las tres hasta las ocho, aunque a veces le tocaba quedarse una hora más para poder dejar limpio el taller, (Juan que era el dueño le daba doscientas pesetas más  el día que se quedaba a hacerlo), casi siempre se quedaba,

“doscientas pesetas dan para mucho” pensaba siempre Jorge.




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