A pesar de tener un trabajo estable y que le permitía ayudar a su familia no terminaba de llenarle, él tenía pensado llegar a ser alguien importante en la vida, y no es que un mecánico o ayudante como figuraba en su contrato no lo fuese, pero el cómo cualquier joven de su edad tenía planificadas unas metas a lograr a lo largo de su vida y éste trabajo no le iba a ayudar a alcanzarlas.
Vaya, parece que ya ha llegado la ambulancia, ¡les ha costado! Murmuraba Jorge...
Ahora a ver como diantres bajan estos tipos a recogerme, si al menos hubiese sido un brazo, pero ¡joder! ¡Esta rama me está matando!
La verdad es que la herida no tenía muy buena pinta, la rama le había atravesado el torso y sangraba bastante y de un color rojizo oscuro que no le gustaba nada de nada, no es que entendiera ni fuese sanitario para llegar a esa conclusión pero tenía un presentimiento no muy positivo la verdad, y eso cuando te pasa ya sabemos que ayudar no ayuda mucho.
¡Estoy aquí! Gritaba Jorge!
O estos me están vacilando o pasan de mi pero no me contesta nadie y eso que me están viendo, (lo que le gustaría saber a Jorge era lo que esa gente estaba murmurando sin el poder enterarse de nada).
Bueno volviendo a las pretensiones adolescentes de Jorge, el de niño siempre quería había querido ser una persona de éxito y poder sacar a su padre de la construcción y a su madre de tener que limpiar esas escaleras que le hacían tener las piernas y los brazos cada vez más doloridos de tanta escalera y tanto darle a la fregona, él sabía que a su madre le costaba dormir por las noches por el dolor que tenía y aunque ella no lo dijese y lo tratase de esconder para no preocuparle, las ojeras la delataban a diario.
Él se daba cuenta de todo, nunca fue tonto y se preocupaba de sus padres, en aquella época se respetaba a los padres y por regla general los vínculos familiares padres-hijos eran lo que a día de hoy no existe, había respeto y cariño.