Capítulo 4

El caso es que estaba bien poder ganar ese dinero y aunque daba la mayor parte de  lo que ganaba a su madre siempre se quedaba con una cantidad para él, había que ahorrar para poder llegar donde quería estar en un futuro y sin dinero ni antes ni ahora se puede hacer absolutamente nada en la vida, o casi nada, aún quedan cosas que el dinero no puede comprar o eso pensaba Jorge.

¡Diantres! Exclamó

Ahora llegan los bomberos, ¡pues sí que voy a movilizar medios para sacarme de aquí!, creo que ésta mañana la voy a recordar el resto de mi vida.

Jamás había sido el centro de atención de tanta gente murmuraba mientras movía los dedos de las manos que se los notaba fríos y se le empezaban a quedar dormidos, hay que aclarar que en ésta zona donde vivía Jorge el clima por regla general no era un clima duro pero a veces por estas fechas y más después de tormentas como la de la pasada noche las temperaturas bajaban mucho y en ésta zona montañosa se acusaba más ese descenso térmico.

En el bolsillo del pantalón de running que se había comprado en el Decathlon en una oferta de las que él era un cazador nato empezó a sonar “perfect Symphony” de Ed Sheeran, era su móvil, el móvil que no lograba alcanzar ya que no podía mover ni un solo dedo.

Será Marina, pensó el mientras intentaba calcular el tiempo que llevaba ahí tirado.

La verdad es que había salido muy temprano, era todavía de noche y ahora el sol ya estaba asomando por encima de las montañas más altas de la zona.

Marina era su mujer con la que llevaba casado cinco años, pueden parecer pocos pero juntos llevaban como solía decir Jorge una eternidad. Ellos se conocieron cuando él tenía 18 años y ella 16, por lo que para él era toda una vida, una vida como la de todas las parejas con sus ratos buenos y no tan buenos, aunque en éstos últimos tiempos la verdad es que abundaban más los momentos negativos que los positivos.