Al día siguiente, mientras revisaba su calendario, Emily se dio cuenta de que esa noche había un evento benéfico del hospital, organizado por una de las familias más influyentes de la ciudad. El nombre "Ferrer" destacaba en letras doradas en la invitación.
Sofía, quien también asistía como organizadora, la había convencido previamente de ir, argumentando que era una buena oportunidad para "socializar" con las personas correctas.
Emily se colocó un vestido negro sencillo y se dirigió al evento con pocas expectativas, sin imaginar que esa noche sería el inicio de un giro inesperado en su vida.
La noche avanzaba entre conversaciones superficiales y música clásica en vivo. En un giro del destino, Emily, con una copa de vino en mano, tropezó accidentalmente con Lucas Ferrer, el millonario heredero cuya abuela había organizado el evento.
—¡Por el amor de Dios! —exclamó Adrián, mirando la mancha roja en su camisa blanca impecable.
—Lo siento mucho —dijo Valeria, buscando servilletas frenéticamente.
Adrián arqueó una ceja, irritado, pero al notar su rostro, algo en ella le llamó la atención. Una chispa de desafío en sus ojos lo hizo sonreír, casi imperceptiblemente.
—Déjame adivinar, ¿eres doctora y no sabes cómo salvar una camisa?
Valeria lo miró, perpleja, y su respuesta, cargada de sarcasmo, selló el destino de ambos.
El hombre la miró fijamente por unos segundos, como si evaluara la respuesta, y luego una sonrisa se dibujó en sus labios. Era una sonrisa que no era ni completamente amistosa ni completamente burlona, pero definitivamente tenía algo intrigante.
—Te tomaré la palabra —respondió él, con una sonrisa más amplia, antes de dar un paso atrás y extender su mano—. Lucas Ferrer.
Emily, aún algo atónita por el encuentro, tomó su mano. La sensación de contacto le envió una extraña sacudida. Algo en su presencia era magnético, pero no sabía si eso era bueno o malo.
—Emily Harriet —respondió ella, finalmente encontrando sus palabras.
Lucas la observó unos segundos, y Emily sintió que había algo en su mirada que la analizaba, como si ya estuviera evaluando cada palabra que había dicho. La forma en que la miraba no era la típica indiferencia que había recibido durante toda la noche; era más como una evaluación, algo que le daba la sensación de que él la veía de una manera diferente.
—Así que, ¿te has dedicado a salvar vidas y a derramar vino? —preguntó él, aún sonriendo de manera intrigante.
Emily rió, un poco más relajada ahora.
—Lo primero es mi especialidad, lo segundo es solo un accidente. Pero te prometo que no es algo que me guste hacer.
Lucas inclinó la cabeza ligeramente, y luego le dio una mirada penetrante, como si hubiera algo en su respuesta que le había llamado la atención.
—Bueno, Emily Harriet y, espero que en el futuro no me derrames más vino, pero si alguna vez necesitas un consejo sobre cómo salvar una camisa cara, ya sabes dónde encontrarme.
Con una última mirada, Lucas se alejó con una gracia natural, dejando a Emily algo desconcertada. ¿Qué acababa de pasar? Ese encuentro fortuito había sido extraño, pero la manera en que Lucas la había mirado, como si hubiera reconocido algo en ella, no podía quitarse de la cabeza.
Emily se quedó observando cómo Lucas se perdía entre la multitud, con una sensación extraña en su pecho. Por un segundo, olvidó por completo el evento benéfico y la incomodidad del momento. Había algo en su forma de hablar, en la seguridad que irradiaba, que la había dejado con una inquietud inusitada.