Todo Por Fingir

El destino desliza a la derecha

Desde el punto de vista de Emily

El hospital había estado particularmente caótico ese día. Entre emergencias, papeleo y más emergencias, para cuando llegó el descanso, sentía que podía desplomarme en cualquier momento. Sin embargo, aquí estaba, sentada en mi sofá, con un vaso de vino en la mano y mi mejor amiga Sofía frente a mí. Ella había llegado con una misión: revolucionar mi vida amorosa.

—Emily, ¿Cuándo fue la última vez que tuviste una cita decente? —preguntó Sofía, inclinándose hacia adelante con una ceja levantada.

Suspiré. Esta conversación ya era un terreno conocido.

—Sofía, no necesito una cita. Estoy bien. Tengo mi trabajo, mis libros, mi café...

—...Y una pila de facturas —interrumpió ella con una sonrisa burlona—. Amiga, te quiero mucho, pero tu vida amorosa es tan emocionante como un documental sobre el crecimiento del pasto.

Me crucé de brazos, fingiendo molestia.

—Quizás me gusta el pasto.

—Claro que no. Lo que pasa es que tienes miedo. Pero no te preocupes, porque aquí estoy yo para arreglarlo. ¡Vamos a hacerte un perfil en una aplicación de citas!

—¡Ni loca! —respondí, levantando las manos como si ella acabara de sugerir que me tirara de un avión sin paracaídas.

Sofía sonrió como una gata que acaba de atrapar a su presa.

—Dijiste lo mismo sobre probar sushi, y ahora es tu comida favorita. Confía en mí. Esto será divertido.

No estaba convencida, pero Sofía tenía un don especial para salirse con la suya. Antes de darme cuenta, tenía mi teléfono en la mano y estábamos eligiendo fotos para mi perfil.

Más tarde, en mi departamento

El sofá de mi sala se había convertido en el cuartel general de nuestra operación. Sofía había traído vino, y yo había sacado una bolsa de papas fritas. Frente a nosotras, mi teléfono brillaba como un portal a un mundo desconocido.

—Bien, foto de perfil. Necesitamos algo que diga: "Soy adorable pero también una mujer fuerte e independiente".

—Eso es demasiada presión para una sola foto —dije, revisando mi galería con el ceño fruncido.

Finalmente, elegimos una foto en la que estaba sonriendo frente a una taza de café, con la bufanda que Sofía había insistido que comprara el invierno pasado.

—Perfecto. Ahora, la biografía. ¿Qué quieres que sepan de ti?

—No mucho. Algo simple, como: "Médico, amante de los libros y el café. Buscando buenas conversaciones".

Sofía puso los ojos en blanco.

—Aburrido. Necesitas algo que atrape. Como: "Médico apasionada, lectora voraz y experta en sarcasmo. Buscando a alguien que pueda seguir el ritmo".

—¡Sofía!

—Confía en mí. Esto atraerá a los buenos.

Después de configurar el perfil, comenzamos a deslizar. Cada vez que aparecía un perfil, Sofía hacía un comentario.

—¡Uf, a este sí le doy! —dijo, mostrando a un chico con una sonrisa perfecta.

—Demasiado perfecto. Seguro que pasa más tiempo en el gimnasio que hablando con la gente.

—Vale, este no. Mira esa foto con un pez gigante. ¿Por qué todos los hombres piensan que eso es atractivo?

Nos reíamos a carcajadas, haciendo comentarios sarcásticos sobre los perfiles más extraños. Entonces, apareció un perfil que me dejó sin palabras. Lucas. Su sonrisa ladeada y su biografía breve pero intrigante: "Hombre de negocios, amante de las aventuras y las conversaciones interesantes. Estoy aquí para algo diferente. ¿Tú también?".

—¿Emily? ¿Por qué te quedaste callada?

—Lo conozco —murmuré.

Sofía me miró con curiosidad.

—¿En serio? ¿Quién es?

—Un cliente del hospital. Lo vi en un evento.

—¡Eso lo hace aún mejor! ¡Es como el destino! Vamos, dale match.

—No estoy segura...

Sin esperar más, Sofía presionó el botón.

—¡Listo! ¿Ves? No fue tan difícil.

Salté del sofá, incapaz de quedarme quieta. Comencé a caminar rápido por todo el departamento mientras Sofía se reía a carcajadas.

Desde el punto de vista de Lucas

Matteo estaba tirado en el sofá de mi sala, con una cerveza en la mano y una sonrisa burlona en el rostro.

—Entonces, ¿Qué tal tu experiencia con las aplicaciones de citas? —preguntó, disfrutando de mi incomodidad.

Revisé mi teléfono sin muchas expectativas. Entonces, vi la notificación. Un match. Con Emily.

—¡Oh, no! ¡Es ella!

—¿Ella quién? ¡No me dejes en suspenso!

—La chica del hospital. Emily. Le dio match a mi perfil.

Marcos soltó una carcajada.

—¡Esto es genial! A ver, ¿Qué le vas a escribir?

Antes de que pudiera responder, Marcos tomó mi teléfono y escribió algo.

—Listo. Le envié un "Hola, Emily. Tu perfil me intrigó. ¿Cómo estás?".

—¡Mateo! ¡No tenías derecho!

Me levanté del sofá y comencé a caminar por la sala, sintiendo que el corazón me latía demasiado rápido. Marcos, mientras tanto, no podía parar de reír.

—¡Estás actuando como un adolescente! Relájate, amigo. Esto podría ser algo bueno.

De vuelta al punto de vista de Emily

Cuando vi el mensaje de Lucas, no pude evitar sonreír.

Sentí un cosquilleo en el estómago, sin embargo, no pude evitar notar que el escribe como alguien de 80 años. Sofía, que seguía observándome como si fuera un programa de televisión en vivo, aplaudió.

—¡Le gustas! ¡Es un mensaje perfecto! ¿Qué le vas a decir ahora?

—No lo sé. Estoy entrando en pánico —respondí, levantándome de nuevo para caminar por el departamento.

—Emily, tienes que relajarte. Esto está yendo bien. Solo respóndele algo igual de encantador.

Me senté, respiré profundo y escribí:

“Hola, estoy bien, gracias por preguntar. Me parece que ya

nos conocemos”

“¿Qué tipo de cosas te gustan?”

Dios me sentí como una abuela.

Sofía me miró como si acabara de ganar un premio.

—Eso es genial. Ahora, solo disfruta del proceso.

De vuelta al punto de vista de Lucas




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