Todo por una Venganza

Prólogo | Mis más sinceras condolencias…

AD_4nXeIBLH7aQK_atSCDvz5C4NjmHn7HrnfPknU222U-Fdbpxx63sEq5yaGpcfd6mC4A_MYhLFgmxIlMQR91wdO6p3uNYQiB2wSpjrZ5Ys3j-BhVB1HlPm3e5dyLaCu4G5X836aVCwwx5E11gWoT8mLdCONJoBc?key=JNxhEx9NLXIs_3xlxmEe_g

Veían la devastadora e inesperada escena que estaba en la televisión, sin siquiera darle oportunidad a los medios de comunicación que estaban mostrando todo en vivo de no mostrarlo para no asustar a los niños que seguramente estaban viendo las noticias.

La sorprendente escena donde aquella chica de cabello castaño tan conocida que muchas personas consideraban invencible era apuñalada por su propia espada en el vientre por el chico con el cual estaba peleando.

La chica cayó al suelo sosteniéndose el vientre con una expresión de dolor y arrepentimiento mientras el chico seguía presionando la espada con su mano para traspasar por completo su vientre.

Y antes de que pudieran ver algo más, la escena se cambió de golpe, mostrando a una mujer de vestido rojo con expresión triste.

–Lamentamos haber mostrado esa escena… –habló la mujer con tono ahogado, viendo como algunas lágrimas traicioneras salían de sus ojos– Como sabrán, no sabemos mucho al respecto de lo ocurrido. Pero cuando sepamos algo, serán los primeros en enterarse. Por ahora, iremos a comerciales

La escena cambió nuevamente, comenzando con los comerciales tan alegres.

Pero ninguno de los siete chicos presentes podía pensar en algo más que en la devastadora escena del inicio. Algunos cubrieron su boca para intentar no gritar y llamar la atención de la niña que estaba en su cuarto.

Mientras que algunos intentaban consolarlos de alguna manera, ya sea abrazandolos o hablándoles con voz calmada, intentando ocultar su tristeza.

Pero aun así todos se quedaron en silencio y voltearon a ver a aquella niña de seis años que estaba en la entrada de la sala de estar, viendo las abundantes lágrimas que salían de sus ojos.

–Mamá… ¿Ella murió?

˚₊‧꒰ა ☆ ໒꒱ ‧₊˚

–Bueno, se hizo la autopsia al cuerpo, y… Bueno. Supongo que ya saben la causa de muerte

Había un hombre de traje dirigiendo su vista a la televisión que seguía encendida.

–Mis más sinceras condolencias, chicos… Quiero que sepan que… La mayoría de ciudadanos sienten lo mismo que ustedes en este momento. No están solos

–¿En serio usted cree que…?

Antes de que pudiera seguir con la pregunta, fue callado por Mateo, el cual sostuvo su hombro con firmeza para intentar calmarlo.

–Eso ya lo sabemos, señor. De todas formas, muchas gracias…

Aunque intentaba mantener su compostura de chico frío, su voz quebrada demostraba todo lo contrario.

–El funeral será dentro de una semana. Espero verlos a todos en el lugar…

El hombre intentaba no seguir molestando al grupo, se levanto del sofá y tomo su bolso negro.

–Me tengo que retirar. De todas formas… –dirigió la mirada hacía la cocina, donde estaba el rubio intentando distraer a la niña– Si tienen alguna duda o necesitan ayuda en algo, me pueden llamar

Dejó una tarjeta negra encima de una pequeña mesa y caminó a paso lento hacía la entrada, saliendo de la gran casa y cerrando la puerta despacio, intentando no hacer demasiado ruido.

Y en ese mismo instante, Sebastián se levantó de su asiento, tomó la tarjeta del hombre y la rompió por la mitad para después lanzarla al suelo e irse corriendo hacía su habitación. Se veía que en ese momento lo único que quería era estar solo y llorar sin ser consolado por nadie.

–Déjalo… –murmuró Lucía con firmeza antes de que Mateo siguiera a su compañero– Necesita procesar todo, déjalo un tiempo a solas. Es lo mejor…

Sin decir nada más, inclinó su cuerpo hacía adelante y tomó la tarjeta que estaba en el suelo, juntando las dos partes para ver el número de teléfono de aquel hombre de traje.

–Y… ¿Qué se supone que vamos a hacer ahora?

Preguntó Mateo con tono desafiante hacía Lucía.

–Está muerta…

–¿Crees que no escuche lo que dijo el tipo? Se que está muerta

–¡Entonces porque estás tan calmada! ¡Se supone que eres el nuevo líder! ¿No? ¡Haz algo!

–¿Qué quieres que haga? Ni siquiera tenía pensado ser líder…

–¡No lo sé! Inventa algo… ¿Cómo se lo vamos a decir a Eda? –poco a poco su tono de voz se volvía tembloroso.

Aun así, Lucía no respondió a su pregunta, ni siquiera ella podía procesar bien la muerte de su amiga, no podía pensar con claridad y sus ojos comenzaban a lagrimear.

Antes de que Mateo se acercara a Lucía para conseguir una respuesta coherente, unos ligeros brazos se posaron sobre sus hombros.

–Te entiendo, Mateo. Todos estamos iguales que tú. Pero no es culpa de nadie más que de él, ¿si? Enojate con él, no con Lucía

El tono de voz de aquella chica de cabello color negro transmitía calma. Cosa que tranquilizó un poco a ambos chicos.

–Vamos a encontrar la manera de contárselo. Hay que tomarnos un tiempo, empezar con señales, decirle que… Ella está cuidando a su familia en el cielo…

AD_4nXdfOsPGuYnUDAeyv9wR1EZFdou7qFMxzPiILBB7SBKV_Ue9F-klYZ7hRI8x4wpZsOkste_We6S6zRvLSjbhDRnnwysooLLtmC3sLo3ZBWY8MUvV8Q5Zwv3ZBwRePGiZmtFcr2Bl3OWvY3R9ziL_HiqUzfKc?key=JNxhEx9NLXIs_3xlxmEe_g

°
°
°



#1896 en Fantasía

En el texto hay: demonios, amor, poderes

Editado: 21.12.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.