Emma veía con mucha decepción la baja calificación que había obtenido en el examen de matemáticas. Dándose cuenta de las altas expectativas que tenía segundos después de que le entregaran esa hoja.
–Bueno, nunca fui buena en matemáticas… ¿Cierto? Estamos recién comenzando el año y… Tengo muchas oportunidades para subir la calificación, comenzar a estudiar más, poner más atención en clases, y…
Pero se quedó en completo silencio al notar la molesta expresión de Zaida.
–Me estás diciendo que… Todas las veces que me quede despierta hasta tarde en llamada, las veces que me quede después de la hora de clases, las veces que no puede disfrutar de mi tiempo de descanso… ¿No sirvieron de nada?
–Claro que no. Ósea… Me puse un poco nerviosa durante el examen y… Se me olvido un poco todo lo que me enseñaste
–¿Un poco? –levantó una ceja intrigada por lo que había dicho su mejor amiga.
–Ósea… Si piensas bien las cosas… No todas las carreras universitarias necesitan que seas experto en matemáticas para poder tener un buen futuro… ¿No?
Pero aun así, no recibió respuesta alguna a su pregunta.
–¡Bien! Lo siento… Pero, ¡lo intente!
–No se nota
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Cómo siempre, las dos se encontraban disfrutando de su receso, olvidándose por completo de la pequeña discusión que habían tenido horas antes.
Pero a la lejanía, una chica de cabello castaño oscuro se acercaba a ellas con una gran sonrisa, dispuesta a hacer todo lo posible para arruinar su almuerzo.
–¡Hola!
Ambas se dieron vuelta con mala cara. La habían reconocido al instante, y sabían a la perfección porque Lucía había ido con ellas, y obviamente, no era para nada bueno.
–¿Qué quieres? –la primera en hablar fue Emma.
–Pero qué buen saludo…
Murmuró, deteniendo su caminar al estar frente a Emma.
–Solo venía a saludar… ¿Algún problema con eso? ¿Les molesta?
–Sí. Lárgate
–Emma…
Murmuró Zaida, intentando calmar el ambiente tensó entre las dos chicas.
–Bueno, no me interesa. De todas formas no venía a hablar contigo
Sin más, dio unos pasos y se posicionó frente a Zaida.
–¿Qué tal tú día?
Zaida se acomodo de mejor manera en su asiento, intentando mantener su compostura sería frente a Lucía.
–Normal… ¿Y el tuyo?
–¿En estos momentos? –se quedó en completo silencio, viendo directamente a los ojos a la más baja– Increíble…
La sonrisa de Lucía fue poco a poco creciendo, cosa que molestó demasiado a Emma.
–¿Te podrías ir? –preguntó mientras se levantaba para intentar intimidar a Lucía– Tenemos cosas que hacer
Pero sin apartar sus ojos de Zaida, suelta una carcajada.
–¿Las estoy interrumpiendo?
–Si –respondió Emma, tomando el brazo de Lucía con fuerza–. ¿Te puedes ir?
Lucía dirigió su mirada molesta, pero firme a la vez, hacía Emma, la cual no se dejó intimidar en ningún momento. Por lo tanto, Zaida se levantó de la banca de forma brusca, atenta a cualquier movimiento de ambas chicas.
–N-no… –intentó hablar con firmeza.
Al escuchar el tono bajo de Zaida, ambas chicas se giraron a verla.
–N-no creo que sea el lugar ni el momento para pelear… –intento hacerles entrar en razón. Pero Emma no soltaba el brazo de Lucía– ¿P-podrías soltar su brazo?
Emma suelta un suspiro, soltando el brazo de Lucía lentamente. Acción que no le dejó reaccionar a tiempo cuando el puño derecho de Lucía impactó contra su mejilla. Llamando la atención de todos los estudiantes a su alrededor.
–¡Emma!
Pero antes de que Zaida pudiera correr a ayudarla, fue detenida por Lucía.
–Tú te quedas aquí, ¿escuchaste?
–¿Y piensas que te voy a hacer caso? –respondió molesta mientras la apartaba de su camino.
Aquella respuesta sorprendió demasiado a Lucía. Pero que la hizo sonreír segundos después.
Sintiendo todas las miradas sobre ellas, Zaida ayudó a Emma y la sostuvo con fuerza del brazo, impidiendo que caiga. Miro desde cerca la sangre que salía de su nariz.
–¿Te duele? –preguntó con preocupación.
–Solo un poco… –limpio su nariz con la manga de su abrigo, pero la sangre no dejaba de salir.
El ver como su mejor amiga había sido golpeada por su culpa, había sobrepasado su límite. Eso había logrado que la ira comenzara a crecer poco a poco.
–¿Qué te pasa? –miró a Lucía con el ceño fruncido.
–Ella comenzó. Yo solo respondí
–¡Ella no te hizo nada!
Con mucho cuidado, soltó el brazo de Emma y se acercó a Lucía.
–¿Y la marca es mi brazo? ¿Me vas a decir que eso no es agresión?
–¿Estás comparando la marca de tú brazo con un golpe? –preguntó con tono molesto– ¿Eres estúpida? ¿O te falta algo acá arriba? –se golpeó con sutileza la cabeza.
Ante lo que había dicho Zaida, muchos estudiantes que estaban viendo la escena comenzaron a reírse del comentario que Zaida había dicho de Lucía.
Por lo tanto, Lucía se acercó de manera brusca al rostro de Zaida, sosteniendo su cuello con fuerza.
–No me vuelvas a hablar en ese tono…
–¿Y sí lo hago, que? –preguntó con una sonrisa burlona– ¿Me vas a golpear?
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Ambas chicas se encontraban sentadas en sillas de madera en una oficina con colores opacos, muy imponente. Estaban frente a un escritorio de madera, en el cual se encontraba un hombre de aspecto serio y autoritario con un celular en el oído.
–Entiendo… Muchas gracias por su comprensión… Sí, la esperaremos aquí…