“Organización de los Cien Años (O.C.A):
Leyenda (¿?) que narra los hechos sobre una organización compuesta por ocho personas que intenta salvar a la humanidad de demonios.
Hace cien años atrás, se dice que la única persona que quedó con vida, fue el líder. Todos los demás miembros de la organización murieron de una forma cruel y desgarradora. Y que después de la muerte de todos los miembros de la organización, el líder desapareció. Sin dejar rastro alguno. (No sé porque mamá tiene un libro así, pero es interesante).”
Después de la advertencia del director, Lucía por fin había dejado en paz al par de amigas. Después de que ambas le estuvieron insistiendo por años. Pero aun así, ambas estaban muy agradecidas de que el director les haya ayudado con ese problema.
Pero eso no impedía que, de vez en cuando, Lucía no le mande un mensaje de texto insultando a Zaida. Pero gracias a la amenaza del director, no llegaba a mayores.
Después de siete meses, llenos de aburridas clases y de investigación, mi protagonista se encuentra sentada en el comedor de su cómodo hogar, intentando no quedarse dormida mientras desayunaba ante la atenta mirada de sus padres.
Pero en ese momento, Zaida recuerda una pregunta que su mejor amiga le había dicho la tarde del día anterior, mientras hacían un trabajo en el parque.
–Mamá… No vamos a hacer nada para mi cumpleaños, ¿cierto?
–¿Quieres hacer algo para tu cumpleaños?
Zaida se quedó unos segundos mirando el techo, para después mirar a su madre.
–No
–Entonces no vamos a hacer nada
Sin más, Isabella se sienta y comenzó a desayunar junto a su esposo y a su hija, pero ante la insistente mirada de Zaida, soltó un gran suspiro.
–No, Zaida. No te voy a regalar eso
–¿Pero por qué no?
Se quejó.
–Llevó insistiendo hace más de tres años –agregó molesta.
–Porque no, Zaida. Es mucha responsabilidad
–¡Pero tengo buenas calificaciones! Me prometió que si tenía buenas calificaciones me iba a dejar adoptar un gato
–Zaida. Deja de molestar a tú madre, está desayunando. Podemos conversar esto en otro momento
–¡No! –exclamó molesta, levantándose de golpe de su asiento– Me lo prometió
–¡Entonces ve y recoge a un gato de la calle! ¡A ver cuánto tiempo te dura con vida!
–¡Isabella!
Todo se quedó en silencio, y el ambiente tenso ante la discusión de madre e hija. Zaida tenso la mandíbula y cerró los puños con fuerza, se dio la vuelta, se colocó su mochila y tomó su abrigo con firmeza.
–Zaida, adonde vas
Preguntó Luis mientras se levantaba con firmeza, mirando con furia a su esposa. Pero intentando no hacer enojar más a su hija.
–Me voy a la escuela. Gracias por tu maldita comprensión
Sin más, salió de su casa, cerrando la puerta detrás suyo con fuerza.
–¡Mocosa!
Pero detuvo su acción cuando vio la molesta mirada de Luis en ella.
–Tú te quedas aquí. ¿Entendido?
–Bien… –murmuró, desviando la mirada para no mantener contacto visual con su esposo.
Mientras tanto, Zaida se encontraba caminando por las calles de la ciudad, intentando mantener un ritmo constante para no morir de frío. Se encontraba muy molesta por la discusión con su madre, pero también por la poca preocupación de Isabella después haber traicionado la confianza de su propia hija.
Se encontraba tan molesta, que todo ruido a su alrededor le molestaba. Incluso, se veía capaz de golpear a cualquier persona que se interpusiera en su camino.
Pero algo le molestó aún más, un auto color rojo redujo un poco su velocidad para estar cerca de Zaida, bajaron la ventanilla y le gritaron:
–¡Oye!
Aumentando su enojo por el grito, Zaida giró bruscamente su cabeza y contestó al grito.
–¡Qué quieres!
Pero se arrepintió en el instante en el que se dio cuenta quién le había gritado. Chica de cabello negro y ojos azules, acompañada de un hombre de cabello negro y ojos del mismo color.
–Emma… –pronunció su nombre con vergüenza– Lo siento…
–No pasa nada… ¿Por qué vas al colegio caminando? Pensé que te llevaba tu padre
–Me peleé con ellos…
–Uh… –con muchas preguntas en mente, pero intentando no molestar a Zaida, abrió la puerta del auto cuando se detuvo– ¿Quieres subir?
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Cuando llegaron al colegio, fueron corriendo al salón porque a Emma se le había olvidado hacer la tarea que tenían que entregar en la primera clase. Por lo tanto, Zaida sentía la obligación de ayudarla. Pero aun con todos sus esfuerzos, Emma no logró terminar la tarea a tiempo, recibiendo un pequeño regaño por parte de su profesora, por irresponsable.
Emma estuvo durante toda la clase molesta por el regaño de su profesora, por lo que se encontraba más ocupada maldiciendo en su mente, sin poner ni la más mínima atención a la clase. Pero cuando la clase terminó, Emma se olvidó por completo de su enojo hacía la profesora y siguió con su vida normal.
Después de algunas horas, toda la clase 3-A se encontraba trotando alrededor del colegio, siendo seguidos por su profesor de educación física. Pero mientras algunos seguían con su ritmo constante, Zaida y Emma se tuvieron que detener.
–Me rindo…
Murmuró Emma, intentando respirar bien. Pero el cansancio no la dejaba.
–¿Cómo…? –levantó un poco su mirada para ver a su amiga.
Zaida se encontraba completamente intacta, solo había sudado un poco.
–Tú… Todavía no lo entiendo