—Ya llegó tu amiguita, debería hacerle una visita rápida —dijo Andreí mientras mordía una manzana y dirigía una mirada desdeñosa a la nada.
Los tres gigantes estaban reunidos alrededor del mesón de la cocina donde se llevaba a cabo la planificación de un proyecto siniestro:
—Su nombre es Torio —dijo Noret, el nuevo vecino que hace unos días había llegado al edificio, estaba de pie inclinado sobre el mesón de la cocina sosteniendo una foto de la joven—. No creo que puedas hacerle ninguna visita, el cliente ya pagó por ella en su totalidad —dijo con voz despectiva al sujeto regordete delante de él.
—¿Qué clase de trabajo es? —quiso saber Diogo, el tercer hombre que estaba sentado al lado de Andreí, era un sujeto de complexión delgada, ojos negros y actitud reservada, siempre callado y atento a todo. Un asesino de alto nivel y con experiencia basta en manejo de toda clase de Armas.
—Es un encargo para un cliente anónimo, está obsesionado con ella y la quiere solo para él, pagó 100.000$ solo para que borremos su existencia ante la sociedad y se la entreguemos sin un solo rasguño —dijo Noret con total frialdad. Era el líder del pequeño grupo conformado por Diogo, Andreí y su persona, desde hace unos cuantos años había ingresado al negocio de trata de blancas y era el único responsable de posicionar en lo más alto de la cúspide el buen nombre de su grupo. Era un hombre calculador, con habilidad para hablar y envolver a sus presas como una serpiente, con un rostro afilado y ojos de color avellana que eran cubiertos por una sombra lúgubre, su buen vestir y rasgos refinados lo hacían parecer todo un CEO ante la sociedad y en las sombras era la mente maestra detrás de muchos planes maquiavélicos.
—¡Maldición! No me podré divertir esta vez —refutó Andreí mientras imaginaba a la hermosa joven de cabellos rizados y piel morena que hace unos días había despertado su instinto sexual, una erección se hizo presente en su pantalón mientras mordía la manzana e imaginaba a esa mujer dentro de sus manos totalmente expuesta y vulnerable.
—Ya no te divertirás con la mercancía, la última vez tuve que bajar el precio porque tu no pudiste contenerte, dejaste las piernas de esa mujer moreteadas y ni siquiera tuviste la decencia de limpiarla antes de que fuera entregada, el cliente se dio cuenta ¡No pienso perder más dinero por tu culpa! Y menos que nuestro nombre sea manchado por una baja de calidad en los servicios que ofrecemos —dijo Noret obstinado.
—Con lo hermosa que es esa chica, ganaremos más subastándola, contacta a nuestros mejores clientes y subástala —sugirió Andreí mientras imaginaba la forma de tomarla antes de entregársela a cualquier ricachón.
—¡No, el cliente ya pagó! —gruñó Noret —Un cliente como este, que paga tal cantidad por adelantado sin antes haber trabajado con nosotros… No podemos perderlo.
—¿Cuál es el plan? —preguntó Diogo.
No era primera vez que hacían esa clase de trabajos, siempre las estrategias eran diferentes y esos trabajitos tenían la particularidad de ser difíciles, sobre todo cuando la presa tenía una vida social muy activa, por alguna razón Noret siempre encontraba la forma de persuadir a las victimas hasta el punto de esfumarlas por completo, el cebo siempre era él, su habilidad de seducción y manipulación eran impecables. Para cuando los familiares se daban cuenta de la ausencia de la persona, ya era demasiado tarde, estaban fuera del país.
—Por ahora será lo mismo de siempre, seguirla y estudiar sus pasos, la única información que tenemos es que tiene 18 años y vive sola. Yo procuraré acercarme cuando tenga la oportunidad y ustedes la seguirán desde afuera, quiero saber donde trabaja, con quien habla y si tiene familia, averigüen todo lo que puedan y yo hare mi parte desde aquí —por un momento, una nube extraña nublo la mirada de Noret que observaba la foto en sus manos, transmitía un sentimiento reprimido mientras un silencio incomodo inundo el ambiente, hace mucho que no venía a su ciudad Setúbal.
El resonar de la corredera de una pistola rompió la calma, Andreí apuntaba directo al rostro del líder empujando su silla y dejándola caer al piso, al instante Noret respondió con el mismo movimiento, ambos se amenazaban con armas preparadas con un silenciador, si sucedía una masacre, nadie lo notaría.
—¡Podrías borrar esa mirada débil de tu rostro, da Asco! —afirmó Andreí dibujando una media sonrisa que se escondía en la espesa barba negra.
—Baja el arma, antes de que atraviese tus lentes y luego tu cráneo de un balazo —susurró.
—Así está bien, eres un asesino Noret y no aceptaré miradas débiles, no me importa que tu dirijas este grupo ¡No lo aceptaré! —afirmó sonriendo. Andreí siempre había sido un problema, un hombre impulsivo, inmaduro y con una personalidad inestable, era un psicópata y un depredador sexual, cada vez que una mujer caía en sus manos terminaba muerta, ejecutaba los más terribles fetiches una y otra vez hasta que se cansaba. Había que tener cuidado cuando estaba cerca de algún encargo ya que era impredecible.
—¡Baja la voz, maldito loco de mierda! —musitó Diogo mientras le quitaba el arma con una habilidad sorprendente y le propinaba un golpe con la misma pistola haciendo que callera al piso—. Siempre estas ocasionando problemas.
Noret bajó el arma y se inclinó de nuevo sobre el mesón mientras observaba al hombre tirado en el piso que reía como un niño que termina de hacer una travesura.