Capítulo 2.

UN DEMONIO CONTRA UN LEGENDARIO. 

Darleen.

Cazar o ser cazado.

Existen millones de historias trilladas que hablan sobre una salvación en medio de la oscuridad que atrapa a todos y cada uno de los pueblos cuando el sol se oculta detrás de las montañas dejando expuestos a todos y cada uno de los ciudadanos ante de las garras de peores criaturas de lo que ya somos los vampiros y los licántropos para los mortales.

Mientras el cielo y el infierno sigan en guerra por demostrar quien tiene mucho más poder en la tierra los números de las perdidas nunca dejaran de aumentarse.

Hemos vivido a la sombra de la oscuridad de la noche por bastantes siglos, aunque no a todos nos agrada tener que sumarnos a esas actividades nocturnas para poder sobrevivir. Pero aun así debemos seguirlas para que los mortales no corran peligro bajo nuestro mando.

La luna desde está torre es hermosa. Hace tanto tiempo que no la veía sonreír e iluminar todos sus alrededores desde esa noche en que Lucían dejo la tierra y ahora su alma y cuerpo no son nada más que cenizas que disfrute ver como el aire se las llevaba lo más lejos posible de mi presencia. Nunca me considere una joven princesa justa con los pueblerinos; nosotros como los nobles debemos de ver por la seguridad de nuestra raza y poder erradicar a los que no nos sirven más, pero no, claro que no debe ser de esa forma ya que no soy la siguiente reina y mi hermana quizás quiera hacer otro tipo de leyes en donde se permita la unión de vampiros y mundanos, aunque eso vaya contra nuestras leyes.

La brisa nocturna golpea mi rostro, el viento hace bailar mi cabello al compás de la corriente; el olor a sangre penetro mis fonas nasales haciéndome salta desde la punta de la torre más alta del casillo.

En cuento mis pies tocaron la hierba, enderece mi espala estirando mi brazo para poder desfundar la hoja de mi espada, una vez que ya porto el mango de esta frente a mí di pequeños movimientos en forma de círculos para asegurarme de que la he tomado de la mejor forma posible para poder cortar por la mitad al agresor sin que la victima salga del todo lastimada.

—¿Lo has escuchado? —La dulce voz de Aleska llego de golpe mi costado derecho al igual que Dimitri a mi costado izquierdo. Los tres compartimos una mirada lo bastante informativa antes de comenzar a correr hacia el interior del bosque lo más rápido posible.

Una vez que nos adentramos en el corazón del bosque sentí a los Crimsons tan cerca como si ellos mismo me hubieran olido a una gran distancia. Criaturas de la oscuridad que les gusta arrasar con la vida de cualquier cosa que se mueva, una ventaja para los mortales es la luz y una desventaja de ellos es que no siempre se puede mantener la llama de la luz encendida. Hace medio siglo que no veía alguna de estás criaturas tan de cerca como ahora tengo a una frente a mí. Claro que huelen el miedo al igual que un maldito lycans antes de terminar de transformarse en su totalidad.

Me he colocado en mi pose de ataque cuando escuche del otro lado del bosque unas pisadas fuertes y que se acercan a una gran velocidad. Las criaturas se han retirado de en medio haciendo una fila como si le sirvieran a alguien. Tengo entendido que entre vampiros y estás cosas no existe una alianza, pero a veces las reglas cambian y hasta los de tu propia raza te pueden jugar de una mala manera sin que te des cuenta de en dónde es que te han metido.

—Aleska —la llamé de forma inmediata —Dimitri —repetí la misma acción con él. Ser una bruja tiene un punto bueno cuando necesitas que tu seas la luz para poderle iluminar el camino a tus seres queridos. Cite algunas palabras antes de que un capto lumínico nos comenzara a rodear a los tres dejándonos observa a la perfección a esas criaturas asquerosas y horribles que tenemos frente a nosotros.

Quien iba a decir que tarde o temprano él dejaría su cueva en busca de venganza.

Una sonrisa junto a un destello color carmesí se ilumino del otro lado entre toda la oscuridad del bosque por sus grandes árboles bastante frondoso que casi no dejan entrar los rayos de la luz lunar. Aleska y Dimitri se me han acercado muchísimo más a mi cuerpo de lo que lo harían si no supieran que tener que enfrentarnos a Shadow sería un peligro que nos dejaría a los tres en bastante desventaja.

—Veo que han envidado a la legión por mi presa.

Su porte a la hora de hablar es oscura y fría con bastante indiferencia en ese tono de voz arrogante. Sin restarle importancia a su porte de príncipe de las tinieblas.

—Supongo que la venganza te siente bastante bien después de trecientos siglos después, ¿no es así Shadow? —agregue imitando su mismo tono.

—Creo que sí, la venganza siempre ira de la mano junto aun buen plan.

Me irrita demasiado.

—Deberías de largarte su ira y rabia hacia a ti te podrían atraer un castigo mucho más cebero del que traes ya, Shadow hazlo por las buenas.

—Creo que no has entendido, mi querida Darleen ‒susurra mi nombre con dulzura.

—Lo he comprendido a la perfección —aclaro con mi voz firme y con toques de indiferencia—, no me hagas tener que recordarte que un demonio contra un legendario no sería una batalla justa, Shadow, así que puedes irte en paz o tener que esperar a que los demás repartidores de muerte vengan y te intenten capturas, tú decides. —Sentencie—. Pero sea lo que sea que tenga en contra de los Gray te recomiendo que te alejes no podrás contra ellos.

Se acerco un poco más a la luz. Su cabello negro cae sobre su frente, el color rojo de su mirada oscura acentúa bastante su aura poderosa, peligroso y al mismo tiempo imponente que no deja que nadie le dé órdenes. Sus rasgos faciales son iguales a los de un hermoso ángel oscuro.

—Tienes razón tal vez debería de regresar a Londres al final de cuenta ahí no podrás hacer nada ya que no eres la reina, querida.