Tormenta [almas perdidas]

Capítulo 4.

No te hagas amigo del enemigo.

Jonathan.

Mera dejo entrar al enemigo a nuestra casa y después me dice que no me interponga entre ellas.

Si esa hibrida se creer tan capaz de poder ser mucho peor que Mera o que Adalyn eso está por verse. Ella no puede entrar a mi casa y querer llevarse a mi hermano solo por tener que seguir las ordenes de su madre primero tendrá que matarme antes de que se lo permita.

—Deberías de calmar tus emociones —dice Mikeila con burla.

—¿Por qué lo dices?

—Solo deberías de prestarte atención Jace, Darleen realmente te está haciendo perderla cabeza, ¿eh?

Negue con frustración.

Esa vampira es un monstruo.

No merece llevar el título de princesa si está mucho más loca que su madre.

—Ella no es un monstruo cualquiera —comenta Ava—. Darleen es la clara imagen de que los milagros se llegan a lograr. Para ti no es nada más que tú enemigo, pero si te dijera que en realidad ella es la clave del éxito que nos llevara hacia la libertad, ¿te harías su amigo?

Fruncí el ceño.

Entrecerré mis ojos con desesperación. Sus tonterías no son lo que esperaba tener que escuchar, pero es lo que me toca tener que escuchar por ser mejor amigo de dos arpías.

—A no ser que el león por fin será domado por una loba, ¿verdad? — inquiere divertida Mikeila—. Por tú cara dejas ver que el enemigo es lo bastante atractivo como para llegar a fundirte en su mismo fuego.

—¡Eso nunca pasara! —refute.

—Claro que, si pasara, cariño, solo mírate —extiende sus brazos en mi dirección. El movimiento de sus manos me deja ver que me está señalando de pies a cabeza—. Tú piel se tensa, tus gruñidos de advertencia dejan mucho de qué hablar, espero que Amelia no se de cuenta de que el cuervo al fin encontró para quien cantar —sonríe con malicia.

—Estás loca —respondí.

—Y tú por fin has encontrado a tu cantante... —le lance una mirada asesina para que guardaría silencio y lo hizo, por primera vez Ava, me ha hecho caso en guardar silencio cuando se lo pido.

Deje escapar un gran suspiro de alivio.

Oh eso creía hasta que la voz de Mikeila volvió a escucharse por toda la habitación. Es como si estás dos mujeres en vez de estar conmigo siempre deben de estar en mi contra por cualquier tipo de cosa que hablemos.

—¿Entonces porque pareciera que quieres que se abra contigo de forma inmediata?

Enmarco una de sus cejas, su piel morena al descubierto a veces me hace creer que su forma de vestir jamás ira de acuerdo a como se va formando la nueva sociedad. Ella siempre viste vestido que dejan al descubierto sus hombros y a veces una de sus largas piernas con esos tatuajes en dorado que hacen resaltar aun más su tono de piel.

—No sé de que hablar —me excuso.

—Sí claro que sí sabes de lo que estoy hablando, Jace —replica acusatoriamente en mi contra.

—Y, ¿Qué es lo que quieres que te diga?

—No quiero que me digas lo que los tres aquí presentas ya sabemos, su belleza es atrapa dora, su oscuridad nos atrae a todos hacía ella. Y si te atreves a negarlo juro que seré yo quien arruine tu relación con Amelia; no puedes negar que te sientes atraído hacía su personalidad fría y egoísta —explica—, recuerda que lo que tú sientes yo lo siento y lo que estás despertando dentro de ti es mucho más peligroso para ti que para ella. ¡No te acerques a ella!

—No lo pensaba hacer —miento.

Una risita falsa brota de entre los labios de Ava.

—Y aquí vamos de nuevo Jonathan —replica con irritación—, a penas sabes de su existencia desde hace tres meses y desde entonces has leído cada libro que existe en la biblioteca solo para asegurarte de que no existe alguna cosa buena que puedas hacer para liberarla de su maldición. Sabes que si intentas utilizar ese don con el que has sido bendecido terminaras peor que cuando lo utilizaste con Shadow, por eso es que ahora estás aquí. Porque el mundo es un gran peligro para ti. —Suspira—. Y Darleen, es un peligro para todos, solo ten cuidado, ¿quieres?

—No haré nada —digo intentando sonar lo más creíble posible.

Shadow, ese nombre que provoca que mi sangre hierba cada que lo mencionan. Señalado por ser un mal príncipe pero aclamado por ser valiente y salvar a una doncella de entre las garras de un noble, ¿en que clase de sociedad vivimos? Sigo sin poder entender como es que ese malnacido aun sigue penando por las calles se supone que debería de haber muerte hace un siglo atrás. Pero al parecer sigue vivo y ahora sabe en donde me encuentro.

En mi vida había conocido a una mujer tan poderosa como lo es Darleen, con ese aire de superioridad, su tono de voz dulce, suave y con toques oscuros en ella. El color de su cabello blanco con la nieve, su piel morena clara que resalta a la perfección con sus ojos azules casi grises tan cristalinos casi como el agua del mar por las mañanas, su nariz pequeña recta y un poco respingada, y sus labios pequeños, pero bien formados teñidos de su color rosado.

Todo fuera de ella grita que es totalmente peligrosa y mortífera para las personas que le importan.

Regrese mi vista hacia el interior de mi habitación, mi mirada viajo por toda la habitación hasta detenerse en la cama, la misma en donde esta en estos momentos dormida Amelia. Hace un por de días que no consigo dormir, no es tan necesario, pero para poder estar con ella debo de actuar como si fuera uno de ellos, aunque en realidad nunca podré ser uno de ellos. La luna desde mi blanco casi no se alcanza a apreciar en su totalidad como en el techo.

Suspiré al mismo tiempo que entrecerré los ojos, la vida afuera de esta fortaleza debe de ser magnifica, pero Ava y Mikeila tienen razón las personas fuera de aquí son tan peligrosas para mí como Darleen para ellas.

Salí de la habitación sin hacer tanto ruido dirigiéndome hacía las escaleras que dan dirección al techo, ¿raro? Si lo sé, un vampiro puede escalar las paredes y subir sin ningún problema, pero aquí habitan más brujos que vampiros y eran necesarias unas escaleras para poder salir a observar el cielo cuando uno no puede dormir, como yo en estos momentos.



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En el texto hay: vampiros lobos, brujas y demonios

Editado: 23.01.2022

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