Corazonada
Omnisciente
Al pasar las grandes puertas del gran salón lo primero el olfato de Darleen percibió fue la peste del olor a perro, pero no cualquier perro era uno que conocía bastante bien y al cual odiaba con todo su ser y para ser franca consigo mismo sabía que su madre no iba a tardar nada en volverse a rollar con ese tipo apuesto que podría tener a cualquier mujer a su lado, pero él se seguía aferrando a su madre como una espina. La expresión sería de Darleen se torno a una fría, dura y con bastante odio hacia ambas personas, comenzaba a cuestionarse si sería una buena idea entregarle a Nicklaus, realmente ella no quería que ese desgraciado le hiciera las mismas cosas que a ella le hizo pasar solo porque Adalyn le quería dar una buena lección para que aprendiera cual era su verdadero lugar después de haber rechazado la corona.
La sangre le hervía por la ira, sus venas en vez de ser verdes y moradas sus venas resaltan por ser un color nada peculiar, sus venas son de color negro, sus ojos abandonaron el color azul grisáceo el negro, ahora que el muro se termino de caer solo queda comenzar a rezar para que ella no te haga caer. Darleen, tiene la reputación de ser una de las mejores asesinas a sangre fría, a matado a muchos más lycans y vampiros de lo que un anciano en sus años de juventud llevo a asesinar; nadie es capaz de detenerla. Adalyn, por fuera pareciera estar tranquila, serena, pero siempre debe de ocultarse detrás de ese rostro bonito que imparte miedo ya que por dentro siempre será temerosa cuando la bestia despierta y no quien la detenga.
Darleen se aferro más al cuerpo de Nicklaus al leer los movimientos que Adalyn iba a comenzar a hacer.
—Pensé que jamás cumplirías tu orden, Darleen —pronuncio la castaña
—Y yo que creí que tus infidelidades eran cosa del pasado, Adalyn —le respondió ella. Pareciera que están en un vuelo de mirada que claramente Darleen ha sido la ganadora, sus ojos completamente negros suelen ser un atractivo que nadie es soportar ver, se pueden perder dentro de tanta oscuridad antes de que ella pueda tirar una piedra y asesinarte sin piedad. Darleen nunca pedirá permiso antes de atacarte ya que ella solo se deja guiar por sus instintos y así así ella lo quieres puede terminar con la vida de todos dentro de la habitación en tan solo un parpadeo—. Quiero proponerte algo.
Una sonrisa oscura se dibujo en los labios de Adalyn.
—Te escucho hija mía.
Dentro de Darleen algo dejo de funcionar al escuchar sus últimas palabras de su madre.
Todos tienen motivos para no confrontarla por el miedo de lo que la reina es capaz de hacerles antes de asesinarlos, pero todas esas descargas de ira y desprecio son con las que a podido torturas por años a Darleen sin que nadie sea capaz de evitar que sus gritos de dolor y de rabia broten de entre su garganta y su pecho para según poderla hacer mucho más fuerte de lo que ya lo es ella.
—Quiero entrenas a tu esclavo —soltó la rubia.
—¿Por qué razón crees que yo la reina seré capaz de permitirte hacer algo así? ¡Él es mi esclavo no el tuyo! —gruño levantándose de su asiento para acercarse más a donde están parados justo al centro de la habitación.
Darleen solo enmarco una de sus perfectas cejas.
—Sí y tienes razón él es tuyo, pero como veras, Adalyn —suavizo un poco más su tono de voz a uno juguetón— se supone que tú habías jurado jamás volverte a meter con otro canino y lo has hecho así que o aceptas mi propuesta o los asesino a los dos sin piedad y termino con tu miseria antes de que puedas contra atacarme, madre —pronuncio con desprecio.
El ceño de Adalyn se frunció, sus manos a sus costados se tornaron en puños, la sangre le comienza a hervir por lo desafiantes que Darleen suele hacer. Pero sabe que no tiene ninguna posibilidad de ganarle a su propia hija, es mucho más fuerte, más ágil y rápida al igual que podría leer y anticipar todos y cada uno de sus movimientos antes de que los lograra llevar a cabo. Sin embargo, el «canino» como ella suele llamarles a los hombres lobos como los que su madre se suele meter está más que preparado por acatar la orden de su amada amante para atacarlos, muere de ansias por saber lo que significa tener que luchar por primera vez con una hibrida tan letal como suelen contar que lo es ella. No muchos hombres y mujeres son capaz de contar sus historias antes de morir por su mano, la mayoría de esas personas a las que ella a tenido el honor de asesinar son por ordenes de su amada y despreciable madre y no por que ella así lo quisiera, aunque muy en el fondo siente la necesidad de tener que hacerlo.
—Mátalo —le ordeno en voz sumamente baja Adalyn al licántropo parado justo a su lado, quien no dudo en seguir la orden que su amada le ha encomendado con tal de deshacerse de su gran dolor de cabeza. Darleen fue capaz de leer sus movimientos mucho antes de que él la llegara a atacar, coloco a Nicklaus detrás de ella para ser ella quien recibiera el golpe o lo que fuera que tendría planeado el lobo en hacerle.
Pero antes de que el lobo pudiera terminar de transformarse Darleen ya había introducido su mano a la mitad de su pecho, tentada a sacarle el corazón de un solo movimientos, el lobo contemplo la imagen con horror, su madre no podía creer que tan capaz era su hija de conseguir lo que ella quiere sin se lo propone, asesinarlo era la opción que más la satisfacía en estos momentos, pero por el resto de Adalyn asesinarlo solo causaría un revuelo en el que claramente ella se vería más que obligada a responder por el hecho de su muerte algo que ella no quería hacer por que en el fondo le había cogido un aprecio muy grande. Y sin más titubeos Darleen saco su mano de su pecho junto a su corazón haciendo que el cuerpo sin vida del amante de su madre cayera proporcionado un ruido bastante desolador por todo el gran salón.