Tormenta [almas perdidas]

Capítulo 15.

¿Una debilidad? 

Nicklaus.

Han pasado al menos una diez horas desde el pequeño encuentro que tuve con Jace, odio tener que discutir con él y peor que también tengo que seguir lidiando con la bruja de su mujer —y no, no lo digo por qué me caiga mal, lo digo por qué es una bruja de verdad— nuestra viva estaba bien antes de que esa mujer le robara el corazón y después Jace corriera a sus brazos poniéndola siempre antes que a cualquiera de nosotros, Kirthas lo odia y Jaxon… él tiene algo más en contra de Amelia y la relación que lleva con su única figura paterna una vez casi hasta le arranca la mano de un mordisco solo para dejarle claro que no la quería cercas y mucho menos de Jace.

Tengo la mirada clavada en el techo, las ventanas están completamente abiertas por si en algún momento de la noche me apetezca salir a caminar o ir a matar algo en el bosque; Jonathan me tiene siempre bajo sus reglas y las de su mujer según para que nadie sea capaz de utilizarme en su contra o para algo a lo que nunca estaré de acuerdo, vivir con Mera y Powder era algo que me mantenía bajo control ya que constantemente esta activo, entrenada con ella y Mera me enseñada diversos métodos de auto control con magia pero ahora aquí en… Londres creo que estamos las cosas son diferentes al fin estoy bajo el mando de Adalyn y eso no es lo peor, lo peor es que ahora Darleen sabe la verdad de lo que soy y me quera utilizar y eso es algo que hará enojar bastante a Jonathan, pero lo más curioso es que Alex dijo qué compartimos el mismo sentimiento por ella, ¿qué carajo significa eso? Porqué estoy muy seguro de que Jonathan está muy enamorado de Amelia como para poder los ojos sobre una mujer con cara de nada de amigos, fría y sutilmente mal humorada por todo; Darleen no es la clase de mujer que le haría babear a mi hermano.

Pero debo de suponer que ahora estamos entre la espada y la muerte ya que dudo que Darleen nos ponga por en medio una pared, pero si del algo estoy muy seguro es que pondría primero la muerte después la espada y al final una cruel sonrisa dibujada en sus labios admirando con ojos victoriosos lo que pudo lograr.

Unos pequeños y suaves llamados a la puerta de mi habitación me hicieron levantarme de golpe de la cama yendo hasta ella para poderla abrir, divise la figura de Alex al otro lado y las palabras que salieron de su linda boca me dejaron bastante sorprendido:

—La señorita Darleen ha pasado el primer regimiento cerca de la entrada del castillo por si os apetece irla a ver se debe encontrar en los establos del castillo al suroeste —me aviso y después se esfumo como el aire.

Sin pensármelo dos veces antes de salir de mi habitación y del castillo casi en hurtadillas para que no me escucharan mientras ellos al parecer seguían sosteniendo una extensa discusión sobre cosas que realmente a mí no me importan y tampoco serán de mi importancia al cerrar las grandes puertas detrás de mi comencé a emprender mi camino hacia los establos en donde Alex me ha informado que se encuentra y antes de que crean que estoy completamente loco por no esperarme a que el enojo se le baje y sea ella quien me busque necesito aclararle un par de cosas importantes antes de que ella tome una absurda decisión.

Antes de que terminara de adentrarme en el interior me percate que solo en ese establo solo habitaban dos caballos y por el olor de la sangre que desprenden puedo deducir que son pura sangre.

Darleen se percató de mi presencia y después me recorrido con la mirada de arriba abajo con una mueca bastante notoria de asco y desprecio en su rostro, a través de sus ojos pude notar como su color de azul grisáceo se tornada dorado con apenas unas pequeñas motas rojas como el fuego. Claro que sus muestras de desinterés y desprecio antes mí solo me dejan bastante claro que si en alguna parte de ella habitara un sentimiento cariñoso o lindo a grandes rasgos ella si sería mi jodida debilidad para mí.

—¿Acaso se te a perdió algo? —pregunto vagamente sin disimular su deprecio.

—Solo quiero que me responda una cosa —fui cortes, pero al mismo tiempo directo.

—Entonces dilo.

—¿Fue a visitar a Mor’du?

El semblante de Darleen se tornó oscuro y peligroso.

—¿Tienes curiosidad por saber si te matare, cierto? —su pregunta solo provoco que un escalofrío me recorriera por todo el cuerpo, su voz es un hilo sumamente cargado de advertencias, aunque por muy baja y sutil que sea no le puedes restar tanta importancia a tener todas tus alertas activas sobre todo con alguien así de peligrosa como lo es ella.

—Sí —intente sonar estable pero los nervios me ganaron.

—Entonces debo decirte que no te des por muerto a un.

Sonrío falsa mente dejándome ver sus largo y afilados colmillos.

—¿No me asesinara por ser lo que soy?

—Sunai, sunai, ojos de carbón, el alma te roba con una canción —comenzó a cantar.

Me quede completamente helado al escuchar su melodiosa voz.

—No te quede ahí parado como una estatua, no te robare el alma con solo cantar una antigua canción, Nick, si sabes lo que esa canción significa para los de tu raza entonces comprenderás que eres sumamente peligroso para el pueblo, los líderes, los ancianos y todo aquel integrante de la corte de los siete reinos, ¿verdad? —volvió agregar con desdén.

—Sí —mi respuesta fue rápida.

—¿Entonces comprendes que si te asesino rompo el balance entre nuestras razas, ¿verdad?

—¿Eso significa qué…? —balbuce.

—Significa que no eres un arma eres una ventaja contra mi madre o contra mí —puntualizó.

—Jamás dejaría que una bruja como su madre me llegase a utilizar como arma.

—¿Entonces por mi sí? —ironizo.

Vacile, simplemente vacile y antes de poderle responder otra presencia se hizo presente.

Y por lo visto entre Darleen y la desconocida existe una brecha muy pero muy peligrosa.



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En el texto hay: vampiros lobos, brujas y demonios

Editado: 23.01.2022

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