Tormenta [almas perdidas]

Capítulo 18.

El pequeño ciervo blanco. 

Narración omnisciente.

Cuando la pequeña Darleen abrió sus ojos lo primero que paso por su cabeza era salir corriendo hacia la habitación de sus padres pues el gran día del baile había llegado y para ella sería el primero de muchos en los que sería participe, pero había algo más que la emocionada algo que ni siquiera ella misma podía distinguir, pero era emocionante. Salto de la cama, la emoción se podía notar en su rostro completamente iluminado por un brillo que no muchas veces se le había visto, el sol ya se había ocultado hace menos de treinta minutos. Se detuvo frente a la gran ventana que compone su habitación, contemplando la luz radiante de la luna llena que adorna a la perfección el cielo junto a las estrellas que sobre salen junto a ella en forma de punto plasmados a su alrededor, una sensación algo familiar se instaló en su pecho comprimiéndole su pequeño corazón al mismo tiempo que una comezón extraña le comenzó a recorrer por las palmas de sus manos. A penas y era capaz de poder distinguir su hambre de sangre y de cazar.

Tardo unos minutos en recordar cual eres su verdadero objetivo antes de volver a emprender un largo recorrido por los extensos pasillos fríos y repletos de retratos de todos y cada uno de los integrantes de su familia —incluyendo a las personas que no conocía pero sentir que siempre la acompañaban—, sus ojos siempre viajan junto con su dedo índice siempre recorriendo el marco de todos y cada uno de los retratos hasta que se terminan y tiene que subir unas largas y bastante empinadas escaleras para así poder llegar a la torre en donde están los aposentos de sus padres ya que muy pocas veces ha tenido el honor de subir sin la autorización de su madre o la de su padre, pero teniendo ella en cuenta que su padre ha salido a liderar un grupo de guardias sabe que su madre está sola y solo son ellas dos junto a todos los de la servidumbre quienes la aprecian y siempre la tratan con mucho respeto a pesar de que ella nunca se pasa por esos lugares en donde ellos están y las pocas veces que lo hace es cuando juega con su abuelo al escondite y se le permite indagar por esas zonas, mientras no sea de esa forma tiene estrictamente prohibido ir ya que las reglas de su madre son de los más peligroso si no las acata al pie de la letra.

Sus pies tocan el piso de cemento frío, su vestido de dormir a penas y le cubre el dorso de su pie rozándole la piel, sin zapatos como de costumbre comienza a subirla con determinación y alegría al mismo tiempo.

Su abuelo Jakov, siempre le había dicho que ella es tan sigilosa que cuando creciera ella podría ser una de las mejores guerreras del ejército y así poder liderar los grupos de sus padres o del reino entero si así ella lo quisiera, pero solo eran simples palabras vacías que a Darleen solo se le quedaban grabadas en la parte baja de su nuca y que probablemente no les daría tanta importancia cuando creciera. O eso es lo que creían todos. Cuando la pequeña niña de cabello rubio casi blanco como la nieve de piel pálida y rizos despeinados, empujo con fuerza las grandes puertas de la habitación de su madre, sus ojos azules grisáceos se abrieron como dos grandes platos y las palabras se la atoraron en el gran nudo que se le formo en su pequeña y delgada garganta.

—¡Mami…! —su corazón se le detuvo, su semblante se tornó oscuro y peligroso. Un destello carmesí se cruzó por esos grandes ojos y el cuerpo de su madre se lo comenzó a cubrir con la sabana que yace sobre su cuerpo, el hombre acostado junto a su madre se cubrió todo el rostro para que la pequeña niña no lo reconociera, pero para eso ya era demasiado tarde, Darleen, era mucho más lista y se percatada hasta del más mínimo movimiento, del olor y hasta la forma de su cuerpo y del tono de voz que tenían las personas a su alrededor, conocía a la perfección a todo el personal, a todas las personas que la rodeaban e incluso hasta de las que no era capaz de reconocer por su nombre pero su por la peculiaridad del olor de su sangre y del mar de pensamientos que les corrían por la menta cuando estaban cerca de ella.

—¡Darleen, cuantas veces te he dicho que no puedes subir sin mi permiso! —le grito Adalyn enfurecida por las acciones de su única hija.

—Pero…

Adalyn chito para que ella se callara al instante.

—Ahora vuele a tú habitación que tú padre no tarda en regresar y tú aun sigues con el pijama —le ordeno. La pequeña concentro su mirada en el bulto de junto entrecerrado sus pequeños ojos rojos solo un poco, su visión es mucho mejor que la de un mundano pero lo suficiente eficaz como para poder percibir el olor de la otra persona, recrearse mentalmente las pocas facciones que observo de él antes de que se cubriera su rostro.

—Lycan —murmuró para ella misma antes de salir de la habitación de su madre. Todo el camino de regreso a su habitación solo se siento extraña y molesta al mismo tiempo, con la pequeña sensación de que su madre no era quien todos creían que es en realidad y ella no se detendría hasta no descubrir que es lo que hace su madre cuando su querido y adorado padre sale del castillo para conseguir lo que ella siempre le pide que consiga por ella para su gran “felicidad y prosperidad como reyes”.

Mientras que sus damas la vestían con un vestido sencillo, color verde esmeralda, un recogido que le dejaba la mitad de su melena suelta por detrás de sus hombros y sus ojos completamente oscuros por el dolor que sentía dentro de ella, el mismo dolor que tarde o temprano la terminaría por consumir pero era incapaz de expresarlo con palabras, pero tal vez si con acciones, sus damas de compañía se percataron de su pequeño gran cambio de humor, su rostro que desde hace media hora estaba completamente iluminado con emoción y alegría ahora se tornada con una gran sombra de oscuridad, y emociones retenidas que la hacen sostener una expresión careciente de emociones, la seriedad es tan evidente que el filo de su mirada es tenas y mortífera si alguien se atrevía a decirle algo que la llevara en su contra de lo que ella desea en ese preciso momento. La audiencia con su padre no tardaría mucho en suceder, todos los preparativos para su festejo estaban completamente listo, el cumpleaños de Darleen siempre fue motivo suficiente para ir de caza y darle las mejores carnes a su pequeña heredera, —aunque muy en el fondo ella no sentía que fuera una buena idea—. El rey Charlie solo tiene ojos para su pequeña hija, su descendencia y su mejor creación de la vida (o eso es lo que creía). Aunque sea una descendencia oscura y peligrosa solo tiene ojos para su pequeña hija como la pequeña solo los tiene para su amado padre.



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En el texto hay: vampiros lobos, brujas y demonios

Editado: 23.01.2022

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