Oscura Invocación.
Parte 1.
Darleen.
Después de la pequeña discusión que tuve con Shadow aun me siento un poco débil, no recordaba lo vulnerable que me envolvía después de convertirme lo había olvidado por completo después de tanto tiempo uno deja de recordar cuán vulnerable se convierte. Al entrar al interior del castillo note algo extraño en el aire algo nada peculiar que llamo bastante mí atención, mientras camino en dirección hacia las escaleras puedo sentir todas y cada una de las miradas sobre mí y tal vez sea mi apariencia la que llama tanto su atención o eso que vaga por el aire, aunque Shadow haya terminado con todos en un abrir y cerrar de ojos no significa que no esté cubierta de mí propia sangre, y de la bestia que intento atacarme y la termino decapitando y partiendo por la mitad sobre mí el idiota sin contemplar que me caería a mí la sangre negruzca, aquí nadie se tienta el corazón cuando se trata de matar en defensa propia pero en este caso fue en mí defensa, me siento estúpida por dejar que mí vida fuera salvada por ese egoísta pero super guapo de Shadow. Odie saber que, si efectivamente ellos iban detrás de mí y no por la cabeza de mi padre, pero eso solo me pasa a mí por no querer salir con más guardias y solo nosotros cuatro. Me tome mi tiempo para poderme subir las largas y aburridas escaleras para ir directo al segundo piso. Paseándome por los pasillos siento un aura bastante extraña y no por ser parte bruja sino porque todos mis instintos están como loco, se dispararon desde el momento cero que puse un pie dentro del castillo como si un mal rondara por los pasillos; puede que no lleve mi medallón —cuando claramente debería de portarlo—, pero puedo sentirlo. Puedo sentir como corre por debajo de mi piel haciendo que mis huesos me tiemblan y el pecho se me contraiga.
Las sombras están bastante nerviosas que las puedo escuchar susurrar con miedo.
No seré la ama y señora de las criaturas que habitan las sombras, pero me siento como si yo también fuera parte de esas sombras, nerviosa, no asustada, pero si ansiosa por descubrir que es lo que las tiene de ese modo. Ni siquiera yo que soy un monstruo las suelo poner en ese estado.
Pero todo lo que susurran es lo mismo, «golpea quiebra arruina carne sangre huesos golpea quiebra». Si pudiera entenderlas mejor lo que quieren decirme estoy segura de que tal vez y solo tal vez me sería mucho más fácil comprender a que se refieren con golpea quiebra arruina carne sangre huesos golpea quiebra porque claramente sangre siempre corre por este castillo queramos o no; nunca dejo de llenarse de ella de inocentes y de pecadores sobre todo de lo segundo.
Solo tengo una ligera corazonada que hace que se muevan por sí solos mis pies yendo a la torre en donde están los aposentos de mi madre de una forma apresurada, silenciosa, pero al mismo tiempo con intriga de que esa corazonada no sea lo que siento que es. Ahora recuerdo la razón por la que jamás he vuelto a tocar está ala del castillo, la rabia de sus malditos actos me ataca como apuñalada dentro de mí cabeza, aunque los recuerdos los tengo bien guardados para así nunca olvidar la razón por la que nuestra relación se rompió. Llame a la puerta, pero no hubo respuesta a la primera ni a la segunda llamada. A la quinca vez que llame ya no era de forma tranquila está vez fue de forma agresiva y sin pensarlo dos veces retrocedí un paso hacía atrás para poder levantar mi pie lo suficiente y después estrellarlo contra la puerta de madera que ahora claramente ha quedado por la mitad de tan fuerte que fue mí golpe aun estando sin todas mis fuerzas al cien, Adalyn siempre suele cerrarla con hechizos y demás cosas que para mí no son nada ya que con un gran golpe se pueden romper todo lo que está bajo un hechizo mientras sea real no pasa nada, así como ahora mismo. Entre casi a hurtadillas, pero claramente por la oscuridad y eses olor un olor que he percibido muchas veces antes tan peculiar es miedo, seguido de eso que llego hasta mis oídos algo fuera de lo normal y entonces comencé a moverme por toda la habitación desacomodando todo a mi alrededor. Y aun así el olor es mucho más fuerte. Antes de seguir destrozando la habitación de mis padres deje de sentir el miedo, pero el hedor de la persona a la que se lo causara me hizo saber a quién se lo causo por lo que decidí regresar a la otra ala del castillo siguiendo y perdiendo el rastro de esa fragancia que solo me carcome por dentro, pero tengo que asegurarme de que Abigail este en su habitación mucho antes de seguir olfateando como perro todos los pasillos hasta encontrar su paradero.
Tarde menos de lo que esperaba para llegar a la habitación de mi hermana, pero lo mismo, no había nadie desde hace un bien rato el olor estaba impregnado por todas las paredes, pero no era tan fuerte. Por un momento creí sentir el olor de Shadow, pero al parecer no se han visto desde la vez que los observa... y eso no es algo que quiera recordar en estos momentos ni por toda la eternidad de mí vida. Noté otros aromas que solo me hicieron crearme cosas incoherentes dentro de mi cabeza —o tal vez no lo sean del todo—, cerré mis ojos intentando distinguir dos y cada uno de sus movimientos: miedo fue lo primero que sentí, dolor fue el segundo, remordimiento e impaciencia entre otros que llamaron bastante mi atención. Abbey es fácil se romper como una rama, mucho más débil que yo, pero aun así es bastante fácil de leer y tan predecible.
Salí de su habitación ya que algo que está grabado en el aire no me termina de cuadrar.
Las sombras siguen susurrando lo mismo de hace rato. El aire se tornó mucho más pesado que antes, cargado de muchas cosas menos de lo que debería de contener.
Intente restarle importancia dirigiéndome a mi habitación —no siempre debes hacerle caso a tu cabeza, siempre debes confiar en tus instintos—, tal vez fue la pérdida de sangre la que ahora mismo me tiene en este estado o tal vez sea que realmente está pasando algo. Tener una parte mundana aun viva dentro de mí no se me hace nada fácil de poder manejar, pero al menos sé que esa parte siente o algo así por el estilo. Antes de que pudiera empujar las grandes y pesadas puertas de mi habitación lo escuche. Escuche claramente gritos de dolor, gritos que piden ayuda y al mismo tiempo piedad para que paren la tortura. Todos mis instintos saltaron. Y sin perder más el tiempo comencé a correr. Corrí mucho más rápido de lo que hubiera corrido si el atentando de hace rato hubiera sido para mi padre. Corrí como si estuviera apunto de cazar a mi presa en pleno movimiento.