Oscura Invocación.
Parte 3.
Darleen.
Mis ojos siguen sin poder dejar de asombrarse con lo que estoy presenciando. El olor de su sangre es la fragancia que abunda por toda la habitación, el repiqueo de las gotas resuena disipando el silencio. Mi paz se termina cada que escucho como las gotas caen y caen sin cesar.
Podría quedarme aquí quieta por el resto del tiempo solo observando en completo silencio, haciendo completamente todo lo que ella quiere que haga en estos momentos, solo una espectadora más de los crimines que comete y aun así siempre será la reina perfecta ante los ojos de cualquier persona que la ame por su belleza y no por cómo piensa su cabeza, la sabiduría es algo que tal vez le haga falta más e incluso por tener el honor de acostarse con ella eres capaz de callar sus acciones contra la corona.
Nadie puede detenerla, más que yo y eso ya quedo bastante claro, pero si en estos momentos hago un movimiento en falso en mis acciones después tendrán severas consecuencias que probablemente lo llevan a la muerte aunque dudo que se le pueda llevar a la muerte teniendo en cuenta que jamás se les ha encontrado un punto débil a los de su especie y si es que existe uno nunca lo han dejado ver lo que es un mucho más complicada cuando se trata de destruir lo que te puede llegar a destruir a la larga si no haces algo que no provoque que se voltee y en vez de ser un amigo te conviertes en un enemigo. Un objetivo. Una presa.
—Estás muy callada, Darleen —comienza a hablar de nuevo mi madre con cierto entusiasmo instalado dentro de su voz—. Te diría que, si los ratones te han comido la lengua, pero supongo que esa frase contigo no va mucho, ¿no es así?
—Por qué será, Adalyn —le respondí desganada.
—Siempre has sido una igualada, aunque se trate de tú propia madre —se hace la ofendida. Igual no le queda para nada el papel de víctima ante mis ojos. Ni mucho menos a mí frente a todos esos cuerpos, ante la mirada de esos sobrevivientes que he dejado correr por su vida y contar cuán malvada puedo llegar a ser y después ir detrás de ellos disfrutando cada jodido momento hasta quitarles la vida.
—Nunca te gusto la idea de que te llamase por "madre" después de que te echara de cabeza frente a Charlie —enfatice—, me sigues odiando, pero sobre todo porque fui yo quien le quito la vida por orden de Charlie después de que naciera tu hija. Te carcome por dentro el odio hacía mi persona ya que tuviste la oportunidad de decirle la verdad. Sabes mejor que nadie que no existe dolor más grande que cargar con la muerte de un ser que amaste.
—No te odio, eres parte de quien soy y sobre él sabes que no me importo tanto como tú crees.
Ni tú te crees eso, madre.
—¿Lo dices porque te sientes culpable o por qué no quieres quedar mal frente a Nicklaus, Adalyn?
Vacilo un poco pero antes de que me respondiera:
—Quedar bien frente a lo demás es un trabajo agotador hasta para ti, hija —vaya que tan despreciable puede ser tener que escuchar esa palabra saliendo de entre sus labios irradiando veneno—, nuestra relación se hizo dependiente de órdenes y acciones que, si bien tú jamás reprochaste, ¿o es qué me estoy equivocando, Charlotte?
—No. Nunca tuve otra opción.
—Claro que sí, siempre tuviste otra opción, mi pequeña despreciable hija.
—A sí, ¿cuál?
—Aceptar ser la siguiente reina de lo que por derecho ya te pertenece y siempre será de esa forma, siempre será tuyo.
—Jamás sería la siguiente reina de este mundo, ni del otro y de ningún otro reino, Adalyn.
Si la vida de Nicklaus dependiera de que yo aceptara ser reina seguramente ya lo hubiera mandado al infierno y sacarlo de ahí me atraería bastante más consecuencias de las que ya estoy comenzando a cargar sobre mis hombros. Matarlo es la opción que menos satisfacción me causo en estos momentos, pero si es la opción a la que debo de recurrir lo haré sin dudarlo.
Detesto la parte en donde ella siempre suele hacerse la víctima y yo siempre termino siendo la mala, egoísta y malagradecida. ¡Maldición! Quisiera asesinarla, torturarla y después lanzarla a los lobos para que se la coman y así no quede ningún rastro de que alguna vez existió Adalyn Hawkins, pero eso solo marcaria algo en el futuro que probablemente jamás me podría llegar a perdonar; no sé puede cambiar o alterar algo que ya está escrito que debe suceder. Las líneas del tiempo siempre se deben respetar aun si todavía no han sido marcadas, pero deben ser completamente respetadas. ¡Odio estás líneas del tiempo! ¡Aborrezco el tiempo!
—Reina o no siempre antes de tocar alguna corona se debe derramar mucha sangre para poder ascender a ser algo... —miro de arriba abajo a Nicklaus con asco en su mirada antes de proseguir diciendo—: ...mucho mejor que esto —está vez lo señalo con sus manos de la misma manera en que la miro de arriba hacía abajo.
—Y, ¿según tú que es lo mejor, madre? —no me apetecía llamarla por su nombre por esta y otras ocasiones me gusta hacerla enfurecer llamándola de esa forma—, ¿sabes acaso con lo que te estas metiendo o mejor dicho en dónde maldita sea estas metiendo tus narices?
Carraspeo un poco su garganta antes de agregar con tanta seguridad y tranquilidad en su voz las siguientes palabras:
—Sunai, Mor'du y claro no debemos hacer aun lado que también lleva un poco de su sangre.
Me sorprendió.
Realmente me sorprendió la mujer frente a mí.
—Al menos alguien hizo bien su tarea.
—Así como tú la hiciste yendo detrás de Mérida a su exilio para que te aclarada esas dudas que no pudiste consultarlas con tu madre porque será, dime, ¿por qué corriste a los brazos de una traidora a su propia sangre y a su familia que tanto la amada y no a mí, que yo soy tú madre, Darleen? ¿por qué lo has hecho? ¿por qué me has despreciado de esa forma? ¿por qué me has herido de esa forma? ¿acaso es que no te das cuenta del dolor que esa acción me causo? —dramatiza todo a su alrededor.