Al entrar a casa me fui a cambiar la ropa mojada. Mi esposa y mis hijos también replicaron lo mismo. Por ende le traje a papá ropa limpia para que se pusiera ya que casi tenemos la misma contextura. La única diferencia es que él es más viejo. Yo en cambio recién acabo de cumplir treinta y dos años de edad.
Papá me negó la ropa y me dijo que mojado estaba bien, prefería secarse con el aire acondicionado.
¡Pero te vas a resfriar! Le reprendí.
No te preocupes por mí, tengo muy buenas defensas, manifestó. Por tal motivo lo dejé con su necedad.
Fui hacia la cocina para ayudarle a mi esposa, aquello se había vuelto muy común entre nosotros. Yo era su ayudante de cocina. Picaba la cebolla, los pimientos, los tomates y muchos vegetales más. Mi esposa Hailey era mi guía para preparar platos a la carta que solo se ven en un restaurante cinco estrellas.
Así pues, mientras cocinamos papá veía por la tele un partido de fútbol americano entre Houston Texans y Kanzas City. Sentado en mi sofá favorito, estaba completamente empapado de agua. Ni siquiera me podría incomodar con él después de decirme que me haría el siguiente préstamo, sin aún haberle terminado de pagar el préstamo anterior.
Le conté a mi esposa la noticia y se puso muy feliz. Por ende dijo lo siguiente. Vamos a prepararle a nuestro invitado platillos exquisitos de esos que tanto le encantan.
Así él tenga dinero de sobra, como no conoce los nombres de los platos más exquisitos tan solo siempre podrá pedir lo que reconoce.
Cómo Mc Donald, Shawarma y KFC le dije a mi esposa.
Exacto, me dijo ella. Y luego rió sin medida. Además, el cocinero que tiene tu papá, solo le hace comidas básicas. No tiene la capacidad para degustar platos similares de los que yo le preparo.
Mi esposa estudió la carrera de chef y luego de que se graduó, con el tiempo se volvió la jefa en un hotel. Estaba a cargo de monitorear las comidas que preparaban los cocineros y también medía el servicio que los meseros brindaban a los clientes del hotel.
Tengo gratos recuerdos de aquellos días cuando mi consorte se encontraba trabajando en el hotel Madison y un día como cualquier otro aparecí allí con mi gente, ya que me encontraba en una reunión de ganaderos que la daríamos en el lobby del hotel. La que pronto iba a ser mi esposa tenía un broche en su pecho donde estaba escrito el nombre de Hailey y estaba vestida de blanco, se parecía mucho a un ángel divino.
Me preguntó amablemente por la comida. Se encontraba deseosa de saber si me habían gustado los platillos gourmet y también tenía curiosidad de conocer si me sentía complacido por la debida atención. Asimismo tenía interés de percibir si por si acaso había existido algún tipo de inconveniente de cualquier índole. Solo con la finalidad de discernir si la atención fue la correcta.
Yo le dije que nos habían atendido muy bien y que el servicio fue más que excelente.
A continuación quedé enloquecido por su noble sonrisa, mi corazón se detuvo y se ralentizó mi respiración. Quedé fascinado por la belleza de aquella mujer que tenía en frente de mí, ya que su voz sumergida en un ceceo delicioso estranguló mi aliento.
Luego no me pude resistir y de inmediato recibí una bocanada de una álgida brisa tras abrir mi boca, para pedirle su número telefónico. Sin embargo, mi emoción fue muy desatinada y extremadamente vergonzosa.
Hailey tan solo enmudeció y luego se marchó de mi presencia, por tanto quedé muy herido por su rechazo y mis compañeros ganaderos lanzaron desmesuradas carcajadas tras observar mi ridícula y tonta petición.
Acto seguido, cuando ya estaba presto para irme aconteció algo que nunca imaginé. Hailey me dijo, no se le olvida algo. Quedé pensativo buscando por todos lados ya que revisé mis pertenencias, mi billetera, mi carpeta con documentos, las llaves de mi casa, sin embargo todo lo traía conmigo.
Resulta que, sintiéndome invadido por la curiosidad le pregunté, que qué era lo que se me estaba olvidando.
Estiró su mano y me dijo, está olvidando este pequeño detalle. Tenía el puño cerrado y no podía ver lo que era. Sin embargo, al estirar mi mano para recibir lo que tenía que darme soltó un papel. Yo lo apreté y lo metí en mi pantalón quedando estupefacto. Entonces me dijo. Gracias por la visita a nuestro hotel. Ha sido muy placentero el haberlo recibido a usted y a sus acompañantes.
Salí contento del lugar y en el papel estaba escrito su número telefónico. Anoté el número en mi iPhone y ahora, para no extenderme tanto en los detalles, hoy en día es la mamá de mis hijos.
Después renunció a su trabajo por el inmenso amor que llegamos a fecundar juntos. Y asimismo, ella me ayuda aquí en casa con las finanzas.
Siento que con Hailey me saqué la lotería. Pienso a veces que el destino trabaja de formas muy misteriosas e inescrutables..
Preparamos el almuerzo y todo se veía muy delicioso. Le dije a mi esposa que qué era todo lo que habíamos hecho y me dijo que se trataba de un Steaks Frimons, que tenía tres especies de carne, jamón por el medio con relleno de salsa de queso. Unas Kolaches, unas fajitas, una barbacoa. Un chicken—Frien Steak y un filete Mignon para que el invitado no sepa ni por dónde elegir.
La bebida que acompañaría la comida sería nada más y nada menos que un. "Cabernet Sauvignon de Scharader Cellars". Y para los niños, jugo de naranja natural.
Los platos exquisitos engalanaron la mesa. Papá después de disfrutar del partido donde "El Houston Texans". Su equipo favorito sucumbió ante la derrota dijo; voy a cambiarme la ropa, tengo frío. En su rostro noté una gigantesca decepción ya que nunca podía soportar ver perder a su equipo.
Luego que se cambió la vestimenta se relamió los labios y no sabía que mismo agarrar de la mesa, como si se tratase de un loco hambriento y desesperado. Los platillos tan exquisitos que tenía en frente lo habían hipnotizado y la debilidad por la carne lo estaba consumiendo.