Verónica.
Isak entró a mi oficina cinco minutos después de mi llegada. Me burlé de él durante diez minutos por eso.
Este chico era un jodido halcón.
Lo bueno era que había traído el desayuno consigo, moría de hambre.
Jake había insistido en que fuese yo quien lo llevase a la escuela hoy, me puso esa cara de perro regañado cada vez que decía que no y luego accedí debido a que no soportaba ver a mi hijo así.
Su emoción fue tanta que lo esperé pacientemente los veinte minutos que luchó con los cordones de sus tenis de deporte, declinando las repetitivas ofertas de mi madre y mías por ayudarle. Al final, simplemente había escondido los lazos y se había subido al taxi sin más.
La ruta comenzaría a recogerlo en una semana, por lo que había prometido llevarlo lo que restaba de la semana.
¿Lo malo de haber aceptado hacerlo hoy?
Me costó el desayuno. Si quería llegar a tiempo a todos lados debía omitir mi hora feliz en la mañana o levantarme más temprano, pero de por si era difícil teniendo en cuenta que Jake tardaba horas en arreglarse y quería hacer todo por su cuenta. Aunque no me quejaba, no había nada mejor que la sonrisa de mi hijo cuando le di su beso de despedida nada más dejarlo.
— No sabes cuánto te amo por esto. —dije sosteniendo el café en mis manos y llevándolo a mi boca.
—Creo que ya estas enterada de lo famosa que te has vuelto por aquí en las últimas 24 horas —masculló pegándose a la puerta recién cerrada.
Fruncí el ceño ante ese comentario.
¿De qué me estaba hablando?
Sí, estaba al tanto de que como era común siempre había algo de lo que hablar en una oficina y mi llegada supuse que había sido el tema de ayer, pero algo en sus ojos marrones me decía que no estaba tan cerca de mi suposición.
—Dos de los mejores y más problemáticos jugadores salieron de aquí hechos una furia, todos estaban esperando otra reacción.
— ¿A qué te refieres? —dejé el café de lado. —Me trajeron aquí para arreglar su carrera no para verlos felices. —solté riendo. Segundos después, retrocedí un poco recordando sus palabras. — ¿Cómo que otra reacción? —Isak comenzó a rascar su cabeza y se enderezó en su lugar para luego comenzar a dar vueltas por toda mi oficina —Isak...
— Ayer algunos de los jugadores, no me preguntes porque no tengo idea de quienes. —añadió con rapidez, antes de continuar. —Pues ellos dijeron que conseguirían algo de acción contigo, si sabes a lo que me refiero ¿no? —cerré los ojos y suspiré de la frustración —Si sabes. Bien. —dijo nervioso. —Entonces todos pensaron que al venir aquí tú y ellos iban a....— él hizo un extraño gesto con las manos, pero no hacía falta que enfatizara en ello, sabía a qué se refería, y por más que me intentaba controlar, la paciencia no era mi fuerte en este momento.
—Gracias por la información.
Hice un ademan hacia la puerta. Estaba a punto de explotar por la rabia que se acumuló en mi sistema.
—Ahora si me disculpas tengo trabajo que hacer.
Se encamino hacia la puerta luciendo apenado.
—Gracias por el desayuno —solté cayendo en cuenta de lo grosera que había sido. Él no tenía la culpa de que esos hombres fuesen unos jodidos idiotas.
Una sonrisa salió en su rostro y luego se fue. Iba a hacer algo, eso lo tenía claro, pero primero terminaría las reuniones que tenía pendientes para el día de hoy.
Ayer había aprovechado y les había informado a mis 3 clientes restantes sobre nuestra reunión. Kyle había dicho que estaría puntual, Nicholas Stevens había sido algo sugerente pero no respondí más nada ante su mensaje; y luego Erick, ni siquiera me atreví a comprobar si respondió mi correo electrónico. Demasiado nerviosa ya estaba como para enviarle un mensaje como a los demás.
— Hola, hermosa. —la voz de Kyle entrando a mi oficina me sobresaltó haciendo que tirara el bolígrafo en mi mano derecha directo al escritorio. —Uy parece que alguien no me esperaba, ¿llegué antes? —negué lentamente y lo invité a sentarse —¿Estás bien?
Asentí. —Vamos a trabajar, Kyle. —entrecerró sus ojos hacia mí tomando asiento frente a mí. —No es nada, solo estoy buscando la manera de arreglar tu reputación ante el mundo, algo difícil ¿no? —dije forzando una sonrisa en mi rostro, algo igual de difícil que arreglar su reputación. Tal vez incluso más. — He estado revisando un poco y ante los ojos de todos eres un arrogante jugador con problemas de ira, no te importa lo que nadie piense y te riges de acuerdo a lo qué tu consideras correcto. —leí las palabras del antiguo agente plasmadas en el papel.
Sus ojos me sostuvieron la mirada. Era lindo, incluso tenía su gracia.
— ¿Qué puedo decir? —Se encogió de hombros—. No me gusta seguir las normas de nadie.
Sí, se parecía a alguien que conocía.
Yo.
—¿Alguna idea?
Me sonrió.
—De hecho, la tengo, y va a requerir que sigas MIS órdenes —le respondí dejando de lado el expediente y deteniéndome a mirarlo con firmeza—. De otra manera no puedo ayudarte.
Asintió.
—Sé que el entrenador hace esto para ayudarnos y de hecho intenté hacerlo funcionar con Zane, pero el imbécil se fue como ya sabes.
—Algún día me contarás esa historia, pero ahora lo que haremos será mostrar tu verdadero significado, porqué sé que eres más de lo que los tabloides dicen de ti.
O al menos eso esperaba. No iba a soportar seis arrogantes bajo mi cargo, por lo menos uno tendría que ceder.
—Gracias por el voto de confianza.
Una pequeña sonrisa apareció en su rostro.
—Necesito que te controles en público —empecé. No dijo nada y solo se limitó a mirarme a la expectativa—. Nada de groserías ni delante ni cuando no estén presentes las cámaras, esto no es solo para el público, es por ti.
Obtuve otro asentimiento.
—Además, lo mismo que le dije a Cox, no quiero que tengas intimidad con nadie en un mes. O por lo menos no que sea un chisme de primera plana. Cero modelos, presentadoras o alguna persona que tenga que ver con el medio y pueda hundirte.
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Editado: 24.02.2024