Touchdown

CAPITULO 19

Verónica.

—Pasa, Verónica. 

La voz de George llegó a mis oídos en un borrón, desestabilizándome un poco mientras tomaba el pomo de la puerta. No sonaba enojado, pero bien podía tratarse de mi esperanza intentando tomar el control de la situación, tal vez era mi cabeza intentando calmar las cosas un poco.

— ¿Me llamó, señor? —pregunté nada más colocar un pie dentro del espacioso lugar repleto de fotos de todo el equipo. Evité mirar la imagen de Erick taladrándome la espalda desde su lugar en la repisa tras de mí.

Asintió, haciéndome un pequeño ademán para que tomara asiento en el lugar frente a él.

Tragando en seco y en un intento de dejar los miedos de lado, cerré la puerta a tientas, para luego caminar hasta la silla, aferrándome al bolso descansando en mi pecho y que terminó en mi regazo nada más colocar mi trasero en el cojín.

—Entenderás, Verónica, que estoy algo sorprendido por lo que acaba de suceder. —Asentí sin saber que decir. Lo mejor sería dejarlo hablar y luego comenzar a rogar por mi trabajo—. No tengo derecho a cuestionar lo que haya sucedido entre ustedes —prosiguió—, lo que sí quiero dejar claro es que este tipo de comportamiento no puede volver a repetirse en las instalaciones.

Asentí con rapidez. 

—No sucederá de nuevo. —Mis ojos apenas podían soportar su escrutinio.

— Quiero que te tomes el día de hoy. —sus palabras me hicieron abrir la boca dispuesta a refutar, pero su mano siendo levantada en alto, me detuvo. —Entiendo la magnitud de la situación, Verónica. Debes estar con tu hijo ahora. —la sola mención de Jake me estremeció. ¿Cómo se lo diría? —Stark habló conmigo y me explicó lo que pasó. —sí, todos podrían habérselo dicho, a estas alturas todo el lugar estaría enterado. —Él a diferencia de mí no tiene la historia completa.

Me tensé, queriendo preguntar de qué hablaba. 

—¿A qué se refiere señor?

Sí, Verónica, no puedes quedarte callada.

Sus manos se cruzaron sobre su pecho haciéndolo lucir despreocupado, pero la mirada protectora estaba en sus ojos. —No tengo idea que suceda justo ahora entre ustedes, pero tuve mis sospechas de que la llama seguía allí en la fiesta al verlo salir corriendo tras de ti y de Hotch. —cabizbaja, jugué con mis dedos sin saber que decir. —Cuando conocí a Erick, lo que me hizo dejarlo entrar no fue su amor por el juego, fue la manera en que quería usar el dolor y la furia que sentía para hacer de él alguien en este mundo. —no dije nada, ni siquiera me atreví a encararlo — Era un muchacho que acababa de pasar por algo que lo marcó y que tenía mucho odio guardado dentro suyo, fue por eso que lo dejé entrar al equipo. —admitió. —Puedo decir con certeza que no me arrepiento de la decisión que en su momento tomé.

—Señor, con todo respeto, pero no sé a dónde pretende llegar con esto. 

Mi corazón no iba a soportar seguir hablando de él, no hoy por lo menos, no cuando tenía mil cosas en la cabeza en las cuales pensar.

—Con el paso del tiempo, me contó lo que sucedió. —Mi respiración comenzó a ponerse pesada y una sonrisa tiró de sus labios al verme—. Hace dos días, Erick vino a mí. Me contó que se había equivocado hace seis años, que causó daño a la mujer que amaba por ideas que se formó en la cabeza. —Los intensos ojos marrones del entrenador me miraban sin pestañear—. Luego de lo que sucedió hoy, puedo decir con total seguridad que esa mujer eres tú.

No supe que decir, completamente anonadada por sus palabras.

—Independientemente de lo que pasó, deben buscar la forma de solucionar lo que hay sobre la mesa ahora. No son ustedes solamente, hay un niño de por medio.

Sí, y me sentía demasiado culpable desde hace mucho por ocultárselo.

—Tengo que hablar con mi hijo primero. 

— No te juzgo, ni por un segundo. —soltó con rapidez. —Nadie puede hacerlo porque independientemente de tus decisiones, eras una adolescente cuando eso sucedió. Y nadie sabe hasta que punto todos ustedes quedaron afectados por ello.

Me removí incomoda, hablar de esa situación con él no era lo que mas me apetecía ahora. Solo tuve la valentía de hacerlo con mis padres, con Sam y un poco con Kyle ayer. No estaba lista para terminar de abrir la herida que Brent se dispuso a volver a cortar.

—¿Estoy despedida? 

Soltó una carcajada, adoptando una postura mucho más receptiva.

— No, Verónica. —Sonrió, mi pecho llenándose de alivio en cuestión de segundos—. Eres una de las mejores personas que ha entrado a trabajar con los muchachos. En pocas semanas has logrado lo que en años ningún agente de relaciones públicas había conseguido. —Que creyera en mí aún luego de esto hizo saltar mi corazón—. Sería un tonto al despedirte.

Tonto no. Sensato. 

— Creo que no me he hecho entender con esto. —se puso de pie, tomando la foto en su escritorio del equipo completo y sonriendo de lado. —Me preocupo por mis chicos, aunque ellos crean que no. —dejó el marco de nuevo en su lugar. —Son los hijos que jamás tuve. —se sentó sobre el escritorio, colocando sus manos unidas sobre la pierna recargada con mayor firmeza en la madera. —Erick ha estado perdido en un mundo jodido durante mucho tiempo, pero sé que eso no es excusa para su comportamiento de hoy. —y yo en parte sí que lo justificaba. Su reacción era entendible tal como lo dijo Sam. —No quiero que salgas lastimada, Verónica.

—La advertencia llega algo tarde. 

Reí con desgano, mi mente viajando a los últimos minutos. Todo lo que sucedió era demasiado.

—No se preocupe por mí, señor. —Me puse de pie, dando por terminada la conversación—. A partir de hoy Erick sabe que tenemos algo que nos une, pero hasta allí llega nuestra relación. Soy consciente de la política de no confraternización.

No te excuses en estupideces.

— Eso es lo de menos, Verónica. —dijo con una sonrisa. —Lo que ustedes tuvieron fue hace años y si deciden seguirlo ahora es su cuestión. —se encogió de hombros, restándole importancia. —Si bien deberá ser estudiado por el concejo, no es algo que podría repercutir en tu trabajo. Después de todo, sé que no sería solo un simple amorío.




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