Verónica.
— ¿Cómo me veo? — sonreí y rodé los ojos divertida viendo a mí pequeño a través del espejo.
Su camisa favorita y un par de jeans que le había regalado Sam lo estaban poniendo nervioso. Ya se había cambiado más de tres veces y siempre que le decía que lucía hermoso me chistaba diciendo que obvio lo decía por ser su madre.
Y dicen que las mujeres somos las complicadas. Sin duda alguna no han visto a Jake.
—Cariño, tu padre debe estar esperándonos en la escuela. —Lo miré con ternura—. Debemos apurarnos, luces fenomenal.
Enganché mi bolso en mi hombro y reí un poco al ver como el horror llenaba sus ojitos para luego salir corriendo seguramente a colocarse los zapatos.
La verdad es que aún faltaba tiempo antes de que llegara la hora en que Erick dijo que llegaría a la escuela, pero si no le daba un incentivo a Jake, no saldríamos de aquí en un tiempo.
Las preocupaciones llenaban mi cabeza, aunque no quería a ese hombre martilleando en mi cabeza, me era imposible no pensar en él, no solo por el trabajo, sino porque en realidad me preocupaba por él. Sabía que hoy fue su reunión con el entrenador a primera hora y si bien podía ser uno de los mejores, George tenía sus límites y no podía tocarle los botones sin atenerse a las consecuencias.
Jake entró segundos después, pasando a mi madre entrando.
—¿Están listos? —El rostro de mi mamá se asomó en la puerta apenas un poco para ver a su nieto negar con la cabeza efusivamente.
—¡Llegaremos tarde! —mamá me miró con una sonrisa, pero no desmintió lo que hace unos segundos le dije a Jake. Ella lo conocía tan bien como yo y sabía que necesitaba sentir la presión para funcionar.
—¿Irás a yoga?
Me acerqué a ella, abrazándola un poco.
— Si, Helen me llamó hace un rato. De hecho, ya venía a despedirme. —asentí tomando el pequeño bolso de Jake del piso donde lo dejó hace un par de minutos. —Que les vaya bien, cariño. —miró a Jake y caminó fuera de la habitación.
Mi hijo ni siquiera determinó la salida de su abuela por el afán de atarse los cordones.
Miré el reloj en mi muñeca.
07:45.
El claxon del taxi me hizo ver a Jake rápidamente. Saltó y tomando su mochila de mi mano corrió a la puerta haciéndome soltar una carcajada para luego seguirlo.
— Buen día, señorita Verónica. — Ronan, el amable taxista con el que había hecho una muy buena amistad debido a las veces que me había llevado a trabajar, me recibió a mí y a Jake con una sonrisa. —Es un lindo día hoy para salir a pasear, ¿a dónde nos dirigimos? —sonreí hacia el chico de unos veinticinco años y caminé junto a él.
—Iremos a la escuela de Jake, Ronan. Dia de padres.
El chico miró cariñosamente a un muy ansioso Jake que ya estaba dentro del auto esperando.
—Parece emocionado.
—Lo está, su padre debe estar llegando a nuestro punto de encuentro.
Me subí junto a mí hijo y esperé a que Ronan terminara de subir al asiento del piloto.
— ¿Hace mucho no lo ve? —Jake sacó su tableta del bolso, dejando de prestarnos atención.
— Anoche. —reí.
El pitido de mi teléfono me hizo darle una leve sonrisa a Ronan de disculpa antes de sacarlo de mi bolso.
Hey preciosa. ¿Sigue en pie lo de mañana?
Besos, Chris.
Me mordí el labio inferior mientras releía el mensaje en mi teléfono. Estaba algo ansiosa por verlo de nuevo, lo cierto era que luego de todo lo que pasó no sabía si sería de ese tipo de amistades de platica normal por mensaje, pero de momentos incomodos al vernos.
Hey, V. Necesito un favor. ¿Puedo llegar esta noche?
Eso llamó mi atención. Kyle no había escrito en tres días. Ni siquiera pasó por mí en los últimos días para ir al trabajo.
Al principio pensé que era por el lugar en que lo pondría si Erick se enteraba, luego con un rápido mensaje suyo descarté la idea. Al parecer estaba quedándose en casa de Grand por no sé qué plaga en su departamento y el chico ahora tenía que ir de un extremo a otro para llegar a los entrenamientos.
Respondí primero a Kyle un rápido "sí", explicándole que llegaría a eso de las seis a casa, tenía que llegar a casa de Sam luego de dejar a Jake con mi madre.
Cuando toqué de nuevo el mensaje de Chris envié un emoji sonriente y luego un gran "sí". Lo de querer ser su amiga iba enserio.
Apenas sentí el tiempo en el auto hablando con Ronan, el chico enserio era un buen conversador. Vivía en Boston con su novia hacía ya un par de años y estaba terminando su carrera de arquitectura. La chica estudiaba lo mismo y se conocieron una vez él llegó a la ciudad. Según él, fue amor a primera vista, y los ojos saltones y enamorados que me miraban a través del retrovisor cuando hablaba de ella me hacían saber que iba enserio. Me alegraba por él, se notaba el empeño que hacía por salir adelante y admiraba eso en una persona.
Cuando bajamos del auto la escuela lucía atestada de personal. Niños y niñas de la mano de sus padres iban y venían. Jake lucía más que ansioso, mirando en todas las direcciones.
Escaneé el ambiente y a medida que las personas se dispersaban al entrar una figura llamó mi atención recostada en un árbol escondido. Era imposible no notarlo. Era enorme. Y yo sabía a quienes estaba esperando.
Error, Verónica. Esperaba a Jake.
La gorra en su cabeza y las gafas oscuras no lo hacían lucir para nada normal, y si a eso le sumamos la manera en cómo su cabeza y cuerpo demostraban lo fuera de lugar que se sentía, teníamos el plus para que cualquier padre pensará dos veces antes de dejar que alguno de sus hijos se acercara a menos de un metro de este hombre.
Jake siempre había sido muy observador, por eso cuando su rostro se iluminó y soltó mi mano en la acera para correr a Erick no me extrañó que lo hubiese reconocido. La sonrisa de Erick al verlo igualó la de mi pequeño.
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Editado: 24.02.2024