Touchdown

CAPITULO 27

Verónica.

Terminé de acomodar la ropa que Jake no usó en nuestro viaje a Salem en el armario, llegamos tan tarde anoche que simplemente opté por dejarlo para hoy.

Fue difícil para mí regresarme dejando a papá en el estado en que lo encontré, completamente perdido y vacío intentando buscar su camino, podía hacerle creer a todos que estaba bien y que se divertía haciendo su trabajo, pero mi padre no era el hombre que vi este fin de semana, era sólo una sombra de él.

¿Cómo es que un hombre como él había terminado así?

Jake le sacó un par de sonrisas, pero pude ver en sus ojos que la tristeza seguía allí. Y mi corazón dolía por él.

No que cuando llegara el recordatorio se fuese, porque mi madre no estaba del todo bien tampoco. Al llegar, estaba nerviosa y no dejaba de preguntar por papá. Ella aún lo amaba, solo se había dado por vencida, lo que aún me faltaba por averiguar era el motivo.

Realmente no entendía mucho la situación por mucho que me esforzara, ella no era así. Siempre me dijo que debía luchar por aquello que me hacía feliz, y estaba casi segura que mi padre la hacía feliz a ella.

Me extrañaba porque incluso hace unos días muy a mi sorpresa me soltó que Erick era mi felicidad, que intentara dejar los miedos y le diera una oportunidad. Algo difícil de cumplir viniendo de la mujer que tenía miedo de luchar por su matrimonio.

Sabía que debía tratarse de problemas internos, nada de infidelidades o algo por el estilo. ¿Pero por qué?

Jake al principio preguntó por qué sus abuelos dormían en habitaciones separadas y no fue fácil decirle a un niño de cinco años que el amor entre ellos había terminado. Decidieron que mientras mi madre y yo hacíamos los trámites para el viaje a Boston, papá seguiría viviendo con nosotras. Lo que ellos menos querían era confundir aún más a Jake y fue lo mejor.

Le sonreí en despedida a Ronan cuando me dejó en la entrada del estadio, hoy tendríamos otra reunión con Michael Ward con respecto a la evolución y el cambio de los chicos. Solo seríamos ellos seis, el entrenador, Michael y yo, por lo que eso me ponía aún más nerviosa.

Si bien todos tuvieron un comportamiento parcialmente bueno en comparación con sus yo anterior, no sabía lo que ese hombre esperaba en unos jugadores "reformados" y digo así porque sabía claramente que Bradley metió a varias chicas en su departamento en muchas ocasiones. No que me importara su vida sexual, pero había tenido que llamar a Isak para pedirle que se comunicara con las revistas que consiguieron las fotos. Bradley aprendería a punta de desgaste en su billetera que tenía que aprender a seguir instrucciones.

Erick dijo en su momento que, si bien Michael Ward era un libertino, también era el mejor en su trabajo y exigía lo mejor porque él era lo mejor. Otro motivo más para estar nerviosa.

Algo que también me rondaba por la cabeza era que Erick me abordó hace un par de días pidiéndome que permitiera que nos trasladara a un edificio en donde existiese un mínimo de seguridad. Eso había terminado en una discusión para la cual ya estaba preparada, si quería hacer algo por proteger a nuestro hijo, que le colocara alguien a Jake para cuando ese momento en que se conociera su identidad, se deshiciese de las personas que querían llegar a él.

Caminé a la nueva sala de juntas que salió de él por su arrebato con Brent. De hecho, lucía mucho mejor que la anterior y los decoradores se encargaron de que la mesa de juntas esta vez no fuese de vidrio. El brillante metal burlándose de aquel que quisiera atravesarlo.

Escaneé la habitación, tomando un vistazo de los hombres dentro. Kyle evitó mi mirada, nada más entrar; Nicholas estaba concentrado en algo en su teléfono y el entrenador estaba hablando con Michael Ward en la esquina junto a la cafetera. Por lo visto aún teníamos que esperar a Erick, a Ty, a Grand y a Bradley.

— ¡Verónica! —chillé, atrayendo la atención de todos cuando los brazos de Bradley me tomaron de los hombros segundos después. Su sonrisa demasiado arrogante me recibió al girarme.

—¿Estás loco? ¿Qué les pasa a ustedes y su odiosa manía de asustarme? —dije dejando los archivos en la mesa y tomando mi lugar.

Solo se burló y tomó asiento en mi lado izquierdo. 

—Luces bien, pequeña Verónica. ¿Vestido nuevo? 

Entrecerré mis ojos hacia él esperando que viera que no me tragaba su cuento de persona amable.

Algo quería.

— Necesito un favor. —rodé los ojos abriendo el primero de los archivos. Qué casualidad. Los ojos azules de Bradley me sonreían divertidos en la foto con su cabello marrón casi negro despeinado. Todo un coqueto incluso allí. —Que guapo soy, ¿y bien?

—No voy a mentir sobre las fotos, todos ya lo saben, Cox. Estás solo en esto, te lo advertí. 

Me sorprendí cuando lo encontré riendo por lo bajo.

—No es sobre eso, ya hablé con el entrenador y no volverá a suceder. De hecho, tengo otros planes a partir de aquí que no incluyen a un sin fin de mujeres desfilando desnudas en mi casa, por muy tentador que suene.

—¿Te mantendrás célibe? —me burlé, impresionada por su confesión.

— Espero que no. —dijo, notoriamente horrorizado. ¿Qué este hombre solo pensaba en sexo? —Solo pienso dedicar mi tiempo y mi cama a una sola mujer a partir de ahora. —sin poder contenerme solté la risa. — Es en serio, Verónica, y es por ello que necesito tu ayuda.

—¿Quieres que te ayude a buscar a la afortunada que le pondrá a tu pantalón una correa que de verdad se ajuste? —sonrió conmigo dejando de lado mi sarcasmo.

—De hecho, quiero que me ayudes a conquistarla. Necesito tu ayuda femenina para saber cómo hacer una buena primera impresión en una excelente e inolvidable primera cita. 

Cuando noté que de verdad me estaba hablando en serio dejé de reírme.

— Bradley... —pensé bien mi escogencia de palabras. —No es una broma, ¿verdad? —negó, riendo por la cara que estaba poniendo. Pero es que, ¿quién no estaría incrédulo sobre esto? —¿Quién es?




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