Verónica.
— Creo que lo mejor es que vaya a casa de Nick en vez de llamarlo. Si llega a conducir luego de que le diga no quiero imaginar que sucederá. —La voz de Erick voz sonaba perdida, vacía, como si hablara porque era lo que se esperaba—. ¿Por qué ahora?
Mi corazón dolía al escucharlo, estaba claramente afectado por lo sucedido con Maia y obviamente asustado por la falta de información con respecto a Alaia.
—¿Por qué no vas con Hotch? Yo iré en busca de Nicholas y lo llevaré al hospital. —Dudó por un par de segundos deteniéndose con la camisa a medio vestir—. Es lo mejor, cariño. Chris te llamó, claramente te necesita.
Esas últimas palabras lo hicieron asentir con rapidez.
Coloqué mis zapatos en mis pies y tomando mi cartera salí a la cocina por algo de agua. Erick llegó segundos después tomando sus llaves del mostrador, luego puso un juego mas en mi mano.
—¿Para qué es esto? —dije mirando las llaves con duda.
— No tomarás un taxi a esta hora Verónica. Usa el Mercedes blanco del parqueadero con el número del departamento y mantente en contacto. La dirección de Nick está registrada en el GPS, por favor conduce con cuidado. —se acercó a mí y luego de darme un suave beso en la cabeza salió por la puerta sin hacer ruido.
De todas las cosas que podían pasar en estos momentos esta era una para las cuales ninguno estaba preparado, especialmente Nick y Chris. La pequeña Alaia había perdido a su madre sin haber disfrutado los mejores años de su vida junto a ella. De solo imaginarme dejar a Jake sólo en este mundo algo dentro de mí se comenzó a romper.
¿Cómo demonios le diría esto a Nick sin alterarlo al punto de que tomara decisiones erróneas?
Tenía quince minutos para averiguarlo. Diez si teníamos en cuenta que el tráfico a esta hora era prácticamente inexistente.
Encontrar el auto de Erick fue demasiado fácil, sobre todo por la placa en la pared con el nombre Hamilton plasmado allí. No había conducido en un tiempo, pero tenía un lugar al que llegar.
Encendiendo el motor busqué en el GPS y puse la dirección de Nick en pantalla. No sería complicado llegar, lo cual era justamente lo que necesitaba en estos momentos.
Miles de preguntas rodaban por mí cabeza, pero todas en torno a lo mismo. Mi preocupación latente por Alaia y los chicos. Sólo esperaba que Erick pudiese contenerse por Nick y por Chris, ellos lo iban a necesitar ahora. No tenía idea de cómo los ayudaríamos a sobrellevar esto, pero lo haríamos funcionar. Éramos una familia y nos necesitaban ahora más que nunca.
Apenas si me estacioné correctamente cuando llegué al edificio de Nicholas. Eran las dos de la mañana, dudaba mucho que algún policía de tránsito estuviera laborando por este sector a esta hora. Y tendría demasiada suerte de ser así.
Dando una pequeña oración para que no me multaran simplemente salí del auto y corrí a la recepción del edificio. Una chica de unos veintitantos limándose las uñas me miró por el rabillo del ojo para luego devolver la atención a su tan importante manicura.
—Disculpa. Necesito hablar con Nicholas Stevens. —Sin mirarme negó con la cabeza—. ¿No me escuchaste? ¿Puedes llamarlo por favor? Avísale que Verónica Cross está aquí.
Suspiró enojada y tirando la lima en el mostrador me miró rabiosa.
—No creo que Nicholas desee la visita de nadie a esta horas, mucho menos de una fanática, así que lárgate.
Puso sus manos a cada lado de su cuerpo recargándose en el mostrador. La poca paciencia y buenos modales que tenía en estos momentos se rompió.
—Mira, Sandy — dije leyendo el gafete en su uniforme—. Notifícale a Nicholas que su agente de relaciones públicas está aquí y que necesito hablar con él algo urgente. ¿Puedes hacer tu jodido trabajo?
Enojada, tenté mis pantalones buscando mi celular. Fue tarde cuando me di cuenta que lo dejé en casa de Erick.
—Mierda.
Me volví a la mujer que seguía en su proceso. Ella no quería amabilidad por mi parte, está bien. Le daría justo lo que quería.
—Escúchame bien, o llamas a Nicholas en estos momentos o mañana a primera hora haré que te despidan y cumplo lo que digo. —Entrecerró los ojos en mi dirección y tomó el teléfono—. Ponlo en altavoz.
—Sandy, son las dos de la mañana. ¿Sucedió algo? —La voz soñolienta de Nick nos llegó a ambas a los oídos. Suspiré aliviada y la chica plasmó una sonrisa en su rostro al oírlo, quedándose embelesada sin hablar—. Sandy, maldita sea. ¿De nuevo quieres que ponga una jodida queja en administración?
Enojada, le arrebate el teléfono a la chica quién intento tomarlo de vuelta.
—Nick, habla Verónica. Necesito que bajes inmediatamente. Si no estás vestido ponte algo porque me vas a acompañar. —La línea quedó en silencio durante unos segundos—. ¿No me escuchaste? Necesito que vengas aquí.
Colgué sin querer dar más detalles. Martilleando mi pie en el piso comencé a dar vueltas en círculos por todo el vestíbulo.
Miré mi reloj. 02:30 a.m.
Si Nicholas no bajaba en dos minutos agarraría a miss manicura del cabello y haría que me diese paso por el ascensor. No me importaba lo que tuviera que hacer justo ahora.
Exactamente dos minutos después las puertas del ascensor se abrieron mostrando a un soñoliento Nick terminando de colocar la camisa en su cuerpo, vestido en pantalones de chándal y con un par de tenis.
La recepcionista sonrió como niña adolescente enamorada cuando la mirada de Stevens se encontró con la suya. Ignorándola, caminó en mi dirección deteniéndose a escasos metros de mí. Por el rabillo del ojo note los ojos de la chica puestos directamente en nosotros.
Tomé a Nick del brazo y nos saqué a ambos del lugar lo más rápido que pude. Le hice un breve ademan para que se subiera al auto luego de mí y tomando asiento en el puesto del copiloto me miró a la expectativa.
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Editado: 24.02.2024