Verónica.
A pesar de que sé perfectamente que la prueba en mis manos no se está equivocando con las dos líneas apareciendo, aún me cuesta creer lo que mis ojos veían. Sam se había reído por mi expresión hace dos horas al irse luego de traerme la prueba y de esperar el resultado. Sólo confirmaba lo obvio y era que yo estaba embarazada y esperando el bebé Hamilton número dos.
El muy idiota lo había conseguido.
Claro que yo era consciente de que era obvio lo que sucedería teniendo en cuenta que follabamos como conejos sin usar ningún tipo de protección. Al preguntarme si quería tener otro bebé le dije que sí y también que si se daba pronto pues sería bien recibido, él lo había tomado como una invitación a no usar condón desde entonces y yo olvidaba mi píldora con todas las idas y venidas.
No sabría decir de cuánto tiempo estaba, pero sí que sí este embarazo era siquiera parecido al de hace seis años, el pobre no la tendría nada fácil. Mi madre saldría huyendo una vez se enterara y Sam no se quedaría atrás, ahora que se iba a Chicago de manera indefinida tampoco es que tuviera alguien en quien apoyarme además de Erick. No la iba a tener fácil con mis cambios de humor y lo sabía. No me había creído cuando le dije que iba a ser un martirio todo el embarazo, solo se burló de mí. Ya quería verlo reírse en el mes número siete.
—Mami, ¿ya puedo jugar? —Guardé la prueba bajo la almohada de nuestra cama al escuchar la voz de Jake. Levanté la mirada para encontrar sus ojos azules observándome con ternura. Sonreí haciéndole una señal para que se sentara a mí lado—. ¿Pasa algo?
Sonreí tomando su rostro entre mis manos.
—Sabes que te amo más que a mí vida, ¿verdad? —Mis palabras lo hicieron sonreír—. ¿Qué piensas la idea de un hermanito o hermanita?
Sus ojitos se iluminaron.
—¿Al fin voy a tener uno?
La emoción era notable en su voz haciéndome sonreír aún más. Prueba pasada. No había preguntado en un tiempo y ya me estaba preocupando.
—Es posible. —Pasé mi mano por su cabello—. ¿Te agrada la idea? —Asintió efusivamente mientras llevaba sus brazos a mí cuello y se abalanzaba sobre mi para abrazarme.
— Ahora solo nos falta otro perro. —reí en su oreja mientras él se burlaba también. Eso no sucedería, desde que Erick accedió hace dos semanas a la cuestión del perro, había tenido que limpiar popó en cada lugar de la casa. —¿Por qué no quieres? Loky se siente solo. —casi me sentí mal por el pequeño mohín que su boca hizo. Pequeño manipulador igual que su padre.
— En unos años tal vez. Si viene un bebé en camino todo será diferente por aquí. Esperemos un poco más, mi vida. —asintió poniéndose de pie. —¿Terminaste tu tarea? —asintió de nuevo. —Puedes jugar, pero no mucho tiempo, tu papá no tarda en llegar y sé que ustedes dos jugarán de nuevo una vez él lo haga. Por cierto, —sus ojitos me miraron expectante —no le digas a papá lo del hermanito, será una sorpresa.
Sonrió acercándose y dándome un beso en la mejilla.
—Te amo, mami.
—Yo más, mi corazón.
Suspiré viéndolo irse.
Otro bebé. Mi mano fue a mi vientre, mis dientes atrapando mi labio inferior. Carajo, Erick Hamilton. Lo habías hecho otra vez.
♣ ♣ ♣
—¿Sabes dónde están mis pastillas? —inquirí observando a Erick a sabiendas de que no me lo diría. Sus ojos bailaron con diversión una vez tomó mi mano y me atrajo a su cuerpo. Mis ojos se entrecerraron al sentir lo que hacía—. No me distraigas.
Jake se había dormido hace poco más de una hora y sabía lo que planeaba, por mucho que sabía que le gustaba que hiciéramos el amor esto iba más allá de eso. Quería dejarme embarazada. Su estúpido hombre de las cavernas lo quería.
—Erick estoy hablando en serio. No lo haremos hoy, tenemos suerte de que no haya quedado embarazada todavía —me quejé, dentro de mí estaba reprimiendo las ganas de reír.
Bufó alzando mi blusa y repartiendo suaves besos en mi vientre ignorándome. Me estremecí bajo su toque enredando mis manos en su cabello. Sentí su sonrisa contra mi piel.
Estúpido.
—No hoy, campeón —murmuré haciéndolo quejarse mientras me alejaba.
—Verónica, por favor. Te necesito.
Bufé caminando a la nevera y sacando una botella de jugo para luego llevarla a mi boca.
— ¿Cómo está Nicholas? —pregunté sin saber que más decir. Había querido hablar con él, pero con eso de que andaba ocupado reponiendo el tiempo que estuvo ausente ciertamente no había podido. Daba gracias porque Shay había encontrado a Emma, la nueva niñera para Alaia. De no ser así, Nick habría tenido que dejar el equipo.
Shay me había llamado alarmada por las intenciones del hombre, pero no había nada que nosotros pudiéramos hacer si no encontrábamos alguien perfecto para cuidar de Alaia. Era obvio que a Nick le preocupaba la crianza de la niña y quién mejor que él para estar todo el día con ella.
—Raro —masculló volviendo su atención a mí y caminando en mi dirección.
Sacudí la cabeza dando un paso atrás y dejando la botella en la barra.
—Fuera de mi camino, Hamilton —me burlé.
—Oh vamos, no te puedes resistir mucho tiempo. —Sonreí deteniéndome al llegar a la pared—. ¿Vas a seguir huyendo o te das por vencida?
Caminé hacia él llevando mis manos a su pecho.
—A estas alturas deberías saber que... —me puse en puntas para alcanzar su rostro y poder rozar sus labios con los míos—, yo nunca pierdo, amor.
Sonrió al verme alejarme.
Su mano voló a mí cintura atrayéndome a su cuerpo de nuevo. Sacudió la cabeza llevando sus manos a mi trasero y levantándome para que enroscara mis piernas alrededor de su cuerpo.
—¿Empate? —inquirí, aunque en el fondo me estaba dando por vencida.
—Tú mandas, hermosa.
Sus labios estuvieron sobre los míos mientras se giraba sosteniéndonos y llevándonos a nuestra habitación sin hacer ruido para no despertar a Jake.
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Editado: 24.02.2024