Enciendo mi coche, son las 7 de la mañana, debo estar a las 8 en punto en la casa de mi nuevo jefe, sé quién es por las revistas, algunos dicen que es un amor de persona otros lo comparan con lucifer. Si acepte el trabajo es por qué en verdad lo necesito, hace dos semanas tenía trabajo, pero la empresa para la que trabajaba tuvo que cerrar por la muerte de mi jefe, me dolió su muerte era un hombre maravilloso, por desgracia sus hijos no.
Antes de bajarme del coche me aplicó un poco más de rubor, siempre me gusta vestir y maquillarme bonita. Las primeras impresiones son importantes en el trabajo.
Me aliso la falda, me acomodo el escote y me dirijo a la casa número 21, la residencial donde vive mi nuevo jefe es espectacular, días anteriores en la empresa me dieron un pase especial para poder entrar, es una residencial exclusiva, vive mucha gente, famosos y multimillonarios.
Los guardaespaldas me detienen en la entrada.
—Identificación por favor.
—Soy Elizabeth Dowen, la nueva asistente del señor Berry.
—No fui informado sobre ti, permítame tantito.
El guardaespaldas saca su celular mientras se aleja, mientras tanto me pongo a ver todo a mi alcance, este hombre si que tiene mucho dinero, todo lo que veo es cosas de gran valor, oh Dios santo ese columpio me llama, ha sido mi sueño desde siempre tener uno, hace algún tiempo mire precios, ni trabajando toda mi vida puedo conseguir pagarlo.
—Señorita lo siento el señor Berry no está enterado de su presencia aquí por favor retírese.
—Pero aquí tengo mi pase de entrada a la residencia, dice que soy la asistente del señor Berry —digo un poco desconcertada.
—No lo dudo señorita, pero si el señor Berry no da su autorización para que entre yo no puedo hacer nada.
Me encamino a mi auto, no me esperaba esto, debo llamar a Jessica que es la que me contrato e hizo mi entrevista.
Me contesta hasta el tercer timbre.
—¿Has llegado? —es lo primero que me pregunta.
—Buenos días Jessica, si llegué, pero el señor Berry no está enterado de que soy su nueva asistente.
—¿Qué te ha dicho?
—Su guardaespalda me ha dicho que no está enterado de mi presencia y que no puedo pasar.
—No te vayas, déjame hacer una llamada
Jessica cuelga la llamada. No me explico que está pasando. Se supone que si me contrataron es por qué mi futuro jefe dio su autorización y ahora resulta que no sabe nada de mí.
La espera se me hace eterna hasta que por fin Jessica me llama.
—Vuelve a ir ya está todo solucionado.
—Está bien Jessica muchas gracias.
Me bajo nuevamente de mi auto, recorro el mismo camino que lleva a la casa de mi nuevo jefe.
—Hola de nuevo, saludo al mismo guardaespaldas.
—Pase, el jefe la está esperando en su habitación.
—¿En su habitación?
—Si en su habitación, Luz te llevara hasta ahí.
La puerta se abre, una señora como de 50 años está en la entrada.
—Ven por aquí —me dice.
—Buenos días señora.
—Buenos días, te llevaré a la habitación del señor Berry.
No estaba entendiendo nada, soy la asistente ¿por qué tengo que ir a su habitación?
—Disculpe la pregunta ¿Por qué tengo que ir a su habitación?
La mujer no me contesta, empezó a subir las escaleras, no me queda de otra que caminar atrás de ella. No me gusta tanto misterio, creo que debí investigar más, ahora que lo pienso Jessica no me dio toda la información completa, me dijo que ya que conociera a mi jefe me quedaría todo más claro.
—Es está habitación por favor toca y espera que te deje entrar.
La veo irse sin decirme nada más.
Tocó la puerta y nada, vuelto a tocar un poco más fuerte y nada.
Estoy debatiéndome si abro la puerta o sigo esperando, soy una mujer desesperada a si que con mucho cuidado abro la puerta.
La habitación está vacía o eso es lo que pienso, la puerta del baño se abre, me encuentro a un hombre completamente desnudo, me está mirando.
—¡Lo siento, lo siento señor! no fue mi intención, me doy la vuelta para no seguir viéndolo, claramente las fotografías no le hacen justicia, es muchísimo más guapo en persona, dios ese cuerpo me ha mojado las bragas, de repente siento mucho calor.
—¿Qué haces aquí? ¿Quién te dejo entrar? ¿Cómo te atreves?
Su voz suena tan cerca de mi.
—¿Quién eres?
—Soy su nueva asistente, me llamo Elizabeth Dowen.
Si respiración la siento en mi nuca, haciendo calculo, es imposible que tenga ropa.
Cuando siento que está lejos de mi, miro de reojo, efectivamente lo que pensé sigue desnudo, se la debe pasar en el gym por qué tiene unas pompas ¡Dios que hombre!
—¡¿Me puedes explicar por qué una mujer está en mi habitación?! —grita a quien sea que está al otro lado del teléfono.
Intento no mirarlo, pero ya es imposible; hago contacto visual.
—Jonathan, debo irme, se me hace tarde. —Una linda chica aparece a mi ya bochornoso día.
Es una chica hermosísima, no trae nada de maquillaje, pero tiene una cara muy hermosa que no necesita ni rubor. Su vestido se ve que es de los caros, de esas tiendas que suelo visitar para desaburrirme porque jamás podré comprar; solo miro y salgo diciendo a las vendedoras que volveré pronto.
—¿Que mi hermana lo autorizó? Pero quién demonios se cree.
Mi jefe no le hace caso a la chica; está en el teléfono furioso y desnudo.
—¿Quién eres tú? —me pregunta.
Ya que su novio o esposo no tengo idea de lo que sean no le presta atención,
—Soy Elizabeth, la nueva asistente del señor Berry.
La chica tenía la intención de decir algo, pero mi jefe cerró la puerta en mi cara.
No tengo por qué soportar esto. Salgo de la casa furiosa, no solo tengo que aguantar el desplante de este hombre; también lo tuve que ver desnudo, aunque de esto último no tengo queja: está buenísimo. Lástima que con ese carácter de mierda que tiene le quita muchos puntos para ser el hombre perfecto, al menos para mí, porque la chica que está con él dirá todo lo contrario a lo que yo digo.