Enciendo la habitación, las cortinas son negras como su alma, no parece una habitación de mujer, abro la primera puerta que se supone debe ser el tocador. Al ver la ropa de caballero me doy cuenta que no es la habitación de Victoria si no de Lucifer, me doy la vuelta de inmediato, pero choco con el dueño de la habitación.
—¿Qué haces aquí?
—Yo…
—¿Estas revisando mi habitación? —me pregunta.
—Claro que no, solo me he equivocado, pensé que es la habitación de Victoria, eso es todo.
—¿Por qué buscas la habitación de mi hermana?
—No traje maleta, se quedó en mi departamento.
—¿Te vi bajar con ella? ¿Dónde está?
—La deje en la calle, pensé que alguien la subiría al auto, pero no fue así.
—No se si creerte ¿No será que quieres que te compre ropa?
—No, no quiero que me compres ropa, no se con que clase de mujeres te relacionas, pero yo no quiero nada de ti, solo trabajo y que me pagues por ello. Y si me lo permites me voy.
—Es la primera habitación. —musita.
Salgo de la habitación, lucifer me hizo sudar, su aroma se a quedado penetrado en mí, no sé con quien mujer estaba, pero sí sé que se puso el triple de perfume del necesario por que lucifer huele mucho. Entro a la habitación correcta, no es muy diferente a la de Lucifer, solo la colcha es de color rosa y tiene decoración que se ve que es de una mujer esta habitación, esta mas grande que donde me estoy quedando yo.
Abro la puerta del armario, definitivamente este armario no tiene nada que ver con el de lucifer, hay tanta variedad de tonos que creo que me tomara una semana en buscar solo algo que ponerme. Principalmente quiero algo para dormir y para ponerme mañana.
Empiezo a buscar entre los vestidos, Victoria tiene mucha clase, y viste a la moda, pero creo que nada de esto es mi estilo, yo soy muy sencilla principalmente por que no tengo la economía, aunque debo reconocer que las rebajas las aprovecho bien.
Los pijamas son un llamado a la seducción, algunas están transparentes, otras no dejan nada a la imaginación y ya lo he dicho son transparentes. No hay manera que me ponga algo así.
El celular suena, metiéndome el susto de mi vida.
—Si doy chuy, dígame que encontró mi maleta por favor.
—Lo siento señorita, pero no, la administradora vio las grabaciones, se la llevo un chico de la calle, dice que no es de por aquí, no lo reconoció.
—Esta bien don Chuy, ni modo fue mi culpa por no checar que la subieran al coche. Gracias por ayudarme cualquier cosa que pase llámeme.
Cuelgo la llamada, no solo perdí la mitad de mi ropa, también mi plancha de pelo, tuve que ahorrar tanto para poderla comprar, casi no la compro por que, con la enfermedad de mama, a veces me quedaba en ceros y tenia que tomar dinero del ahorro, pero o conseguí y ahora la perdí.
—Oye —la voz de lucifer llega a mis oídos, por desgracia, ya no tenía ganas de verlo.
—Solo tomare este vestido para mañana —Tomi el vestido café que es el que tengo a la mano.
—Vamos a salir.
—¿A dónde? —Veo la hora casi son las diez de la noche.
—Ya no es mi hora laboral —digo.
—No vamos a trabajar ¿No tienes hambre?
Si tengo hambre, pero estaba mas preocupada por mis cosas perdidas.
—Si tengo hambre.
—Vamos entonces, no quiero que te quejes porque te hago pasar hambre.
No me preocupo por como voy vestida, por que solo vamos a cenar. Los dos idiotas en cuanto nos ven salir toman la posición de los mejores guardaespaldas.
—Vamos a ir a cenar—lucifer les comunica.
—Si señor ¿A dónde?
—Al Beren por favor.
Los idiotas me miran de pies a cabeza, y se vuelven a reír.
—¿Qué tengo monos en la cara?
No me contestan solo se suben a la camioneta.
Idiotas, pero me la van a pagar.
Llegamos a al restaurante y entiendo la risa de los dos idiotas, es un restaurante de lujo, que vergüenza venir en estas fachas tipa deportiva y tenis que horror. Lucifer camina sin importarle que yo no vaya vestida decentemente.
Por eso el par de idiotas se reían de mí, sabían que era un lugar de etiqueta.
—Señor Berry bienvenido, su reservado está listo.
—Gracias.
La mesera nos guía hasta el fondo, abre una puerta, donde solo hay una mesa pequeña con dos sillas.
Lucifer jala la silla para que me siente, no tiene el alma tan negra como pensé.
—Aquí tiene el menú. En un momento vuelvo para que tomar su pedido.
Tomo uno de los menús, lo primero que veo es los precios, si soy una mujer que la mayoría de veces vive al día, tengo que ver primero si me alcanza.
Por supuesto que no me alcanza ¿Tendrá oro la comida o qué?
—Puedes pedir lo que quieras.
—Tal vez tu deberías cenar aquí y yo buscar otro lugar donde pueda pagar.
—No tienes que pagar nada ¿No leíste tu contrato?
—La verdad es que no.
—Firmaste un contrato y no lo leíste.
—Estaba muy cansada y solo quería tener trabajo.
—Nunca debes firmar nada si no sabes lo que realmente estas firmando.
Saca el celular de su bolso, busca algo, lo que sea que estaba buscando lo encuentra rápido por que guarda el cel de inmediato.
A mi me llega un mensaje nuevo, es un correo de lucifer.
—Léelo.
—¿Ahorita?
—Si.
—¿Estas loco?
—No, tienes tiempo suficiente antes que llegue la cena.
—Voy a ver el menú para pedir algo antes —digo.
—Yo voy a pedir por los dos.
—¿Por qué eres tan mandón? Si vas a ser padre necesitas cambiar eso, pobre de tu bebe.
—Yo no voy hacer padre, nunca lo seré.
Lo miro a los ojos, el me sostiene la mirada, sus ojos verdes se oscurecen.
—Pero la chica dijo que estaba embarazada.
—Embrazada esta, pero no de mi.