Jonathan Berry.
Es la primera vez que estoy solo en la cama y no por falta de mujeres porque Amelia estaba dispuesta en venir, pero esta chica me tiene de mal humor, ya no estaría aquí si no fuera porque Victoria, hasta ahora pude despedir a todas las asistentes, no quiero a ninguna, no después de Addy.
Me enamore de Addy desde el día que la contrate, sus labios fueron una tentación que no pude resistir. La lleve a la cama horas después, le di todo lo que me pedía, nunca investigue su pasado, nunca le hice preguntas, me dedique a ser feliz con ella, hasta que la cruda verdad llego, cuando quise casarme con ella, no solo me robo una gran cantidad de dinero, aborto a nuestro hijo fruto de mi amor por ella, se fue desapareció jamás volví a saber de ella, y no hice nada para buscarla, me rompió el corazón desde entonces no puedo estar cerca de ninguna asistente hasta ahora que Victoria se ha empeñado en ayudarme a superar a Addy, ella cree que con tener una asistente diferente a Addy deje de ser desconfiado. Cree que con eso lograra que me case y que forme la familia que tanto desea para mí.
Hice un trato con ella iba a mantener a la ultima asistente por tres meses, ayer la despedí, no me importo perder ante mi hermana, pero Victoria ¿Qué hizo? Nos mandó aquí juntos, no era necesario que ella viniera, pero aquí estamos. No se si pueda soportarla, no se calla, es respondona, no le interesa que soy su jefe, me trata como si fuera una persona ajena.
Escucho que tocan la puerta.
—Adelante, digo. —sé que es ella.
—Disculpa que te moleste, intente no hacerlo, pero me quiero bañar y el agua sale muy caliente, no se como hacer para que salga fría.
Salgo de la cama.
—¿No sabes usar una simple regadera? —digo para hacerla enojar.
—No es mi culpa que ustedes los multimillonarios no tengan regaderas normales.
—Mi regadera es normal.
—Estoy segura que no te costo 350 como la mayoría tenemos en casa.
—Te enseñare como usarla —ya no quiero escucharla por hoy.
Llegamos a su baño, no tiene ni shampoo ni jabón ¿Cómo se piensa bañar? ¿Con pura agua?
—Ve a la habitación de mi hermana, en su baño debe tener shampoo y jabón, puedes usar lo que quieras.
Muy dentro de mi ya quiero que renuncie, me pone de los nervios, no me gusta que me contradigan ni que me levanten la voz.
—Arreglo la regadera, dejo correr el agua para la bañera. Toco el agua para saber si esta bien, y lo está. Me doy la vuelta para salir, veo a Elizabeth que esta cayendo al suelo, su grito es tan fuerte que estoy seguro que los guardaespaldas escucharon.
—¿Estas bien?
—Me duele mucho la pierna.
—¿Te duele aquí? —le empiezo a tocar la pierna para identificar de donde viene el dolor.
—Me he doblado el tobillo.
—Estabas mojada. —Iba a llamarle la atención, pero está llorando de dolor.
La tomo en mis brazos para llevarla a la cama, esta desnuda por que la toalla se le cayó, ella por el dolor ni cuenta se ha dado, pero ante todo soy un caballero, intento taparla como puedo a si que la deposito en la cama.
Mi celular lo deje en mi habitación, a si que tomo el suyo que esta en la mesita de noche, marco el numero de Amelia, ella es doctora, le pediré que venga para que revise su pierna, por su llanto supongo que tiene mucho dolor.
—Si diga.
—Amelia.
—¿Jonathan?
—Si, puedes venir a mi casa, necesito tus servicios —le aclaro.
—¿Qué paso? ¿Estas bien?
—Si, es mi asistente se cayó, le duele mucho la pierna.
—Iré lo más rápido posible. Puedes ir poniendo hielo en el área golpeada.
—Lo hare.
—Iré a la cocina vere que hay para ponerte, no te muevas.
—Cómo si pudiera hacerlo.
En cuanto salgo mis guardaespaldas ya están subiendo las escaleras.
—¿Qué ha pasado señor? —Neto me pregunta.
—Todo esta bien, Elizabeth se ha caído. Busca en el refrigerador si hay algo para ponerle.
—Claro jefe.
—Neto, después vamos hablar de la maleta que no subieron al carro.
—Si jefe.
Vuelvo con Elizabeth. La escucho hablar por teléfono.
—Ya le dije que, si voy a pagar, empecé un nuevo trabajo, pero aún no me pagan, por favor solo denme mas de tiempo. Lo sé, lo sé yo me comprometí que pagaría, pero es una cantidad grande señor.
Entro después de que colgó la llamada.
—¿Te sigue doliendo mucho?
—Si, creo que me fracture.
—Ya Amelia viene en camino, ella te dirá si ocupas ir al doctor.
—Muchas gracias.
—¿A quién le debes dinero?
Elizabeth me mira desconcertada.
—Te escuche. Dime a quien le debes.
—Al hospital —agacha la cabeza.
—¿Por qué le debes al hospital?
—No quiero hablar de eso, por favor no te metas en mi privacidad.
—Trabajas para mí, tengo que saber si tienes algún problema que me cause problemas a mí.
—No te preocupes no te meteré en problemas de ninguna forma.