La cultura peruana es considerada como una de las más diversas en el mundo. Se pone de manifiesto en el folklore, costumbres y tradiciones, que son realizadas de maneras distintas de acuerdo a la cultura de una región específica. Asimismo, se puede evidenciar esta diversidad en los bailes, danzas, artesanías y gastronomía. Por tanto, la cultura, la diversidad y la manera cómo vive una sociedad son importantes pilares fundamentales del desarrollo humano.
En la época de globalización, Callirgos, Oboler (2014) mencionan que actualmente ya no es posible trazar una línea única de progreso, ni tampoco sostener una idea de civilización que no valore los aportes de pueblos o no tome en cuenta tradiciones y saberes complejos. De este modo, se evidencia que las diferencias que existen en cada cultura deben mostrarse de forma completa, y así, enriquecer la sociedad peruana mediante los intercambios entre estas. No obstante, es importante aclarar que esta diversidad no ha sido apreciada ni valorada por el Perú a través del tiempo, puesto que ha tenido una convivencia tensa en relación con la diversidad cultural. Ha sido negada por muchas décadas, lo cual generó y sigue generando situaciones de exclusión que aún cuesta superar como nación.
Una de las formas de expresión de exclusión debido a la diferencia cultural que apareció en el contexto peruano es la discriminación. Rodríguez (2004) define a la discriminación como "una conducta, culturalmente fundada, y sistemática y extendida, de desprecio contra una persona o grupo de personas sobre la base de un prejuicio negativo o un estigma relacionado con una desventaja inmerecida, y que tiene por efecto dañar sus derechos y libertades" (p.19). Entonces, la discriminación es una conducta de desprecio debido a un prejuicio sobre una persona o un grupo de personas, lo cual pone en un estado de subordinación. En el caso peruano, han existido diversos grupos que han sido estigmatizados en la historia, especialmente debido a su condición étnica o racial, especialmente a los grupos minoritarios como las comunidades nativas.
Por tal motivo, en este capítulo se abordará una breve historia de las comunidades indígenas y su relación con sus derechos, siendo la discriminación un factor importante para la negación de estos. De manera general, se explicara su situación política y contexto en la etapa colonial, republicana y los últimos siglos como el siglo XX y XXI
1.1 Etapa colonial
En la época colonial, se instalaron dos repúblicas. La de los españoles y la de los indígenas. En esta última, se encontraban los indios nobles, es decir todos los descendientes de la elite cuzqueña incaica y de las panacas reales. No obstante, cuando se estableció el virreinato, la condición de estos nuevos nobles no fue aceptada por los conquistadores. Sin embargo, posteriormente se reconocieron algunos beneficios o “derechos” a los curacas nobles, puesto que “muchos de ellos tuvieron el rol de desarrollar el comercio directo con la población española” (Lumbreras, 1982, p.124 ).
Debido a que tenían acceso a tierras y el control de muchos indios comunes. El comercio se convirtió en una fuente de ingreso importante. Ellos comerciaban productos que se encontraban libres de impuestos y que tenían gran demanda entre la población indígena. Además entre sus beneficios, se encontraban exentos de tributar y de ir a la mita. La corona española buscó igualmente consolidar su posición creando para ellos colegios especiales para curacas. Con el objetivo de que sean correctamente adoctrinados por la religión cristiana.
Por otro lado, el sector más numeroso de la república de indios fue el que conformaban los indígenas comunes o también conocidos como los Hatunrunas. Ellos fueron quienes cargaron con el pesado aparato tributario virreinal. Durante la conquista, los indios fueron repartidos o encomendados a un español que aprovechaba su mano de obra en trabajos de mita o agrícola. “Los encomenderos debían velar por la fe del indígena, así como por su vestimenta, alimentación, entre otros” (Basadre, 1993, p.28). Los encomenderos tenían tan importante responsabilidad. Por lo contrario, ellos abusaron y explotaron a los indios, haciéndolos trabajar por largas jornadas y privandolos de sus recursos necesarios. Por esta razón y para frenar la hegemonía encomendera, la corona no continuó con el régimen de encomiendas y derogó este sistema, con las llamadas Leyes Nuevas de 1542.
El virrey Francisco Toledo, tras las visitas que realizó por todo el virreinato, implantó las reducciones de indios. Estas consisten en separar a los indios de sus familias y allegados. Los indígenas eran reunidos en un pueblo donde vivirían apartados de los españoles. Esta medida tuvo dos finalidades: primero, facilitar la labor evangelizadora y segundo, tener conocimiento sobre el número exacto de indios para estimar el tributo que los indígenas debían entregar a los corregidores. Ante esta crítica situación, muchísimos indígenas preferían huir de las reducciones y llegar a una hacienda, donde siempre faltaba la mano de obra. Por último, pertenecían hasta cierto grado a la república de indios, los llamados mestizos. Discriminados por los españoles e indígenas por no tener pureza en la sangre, estos ocuparon cargos menores como artesanos o sirvientes.
En conclusión, en la etapa colonial los indígenas no poseían ninguna clase de derechos, puesto que fueron explotados sin ninguna consideración por los españoles. Los más nobles poseían algunos beneficios, como los anteriormente mencionados, pero con el tiempo y cuando no sirvieron de ayuda a los españoles, también perdieron estos favores. Existió una gran carencia de derechos para los indígenas, puesto que ni siquiera eran considerados personas, poseedores de almas; más bien eran tomados como bestias u objetos que solo responden a fines para los conquistadores.