Traduciendo un alma

Alma al plato.

Porque pintar el alma de colores no cambia su forma, no desvanece su esencia solo entristece la ausencia del verdadero brillo que una vez perdimos en guerra con nosotros mismos. 
 

Es por eso que el poeta triste es aquel valiente que desgarra su alma para encontrar la tinta perfecta, es ese el único poeta que en sus prosas te cuenta cuan desordenada resulta su letra, los ojos nublados no son buenos compañeros de la caligrafía perfecta. 
 

Porque compartir la pena hace la carga más amena, porque no importa quien lea solo importa que el fuego no me queme entera. Entonces el poeta triste es aquél imperfecto que no calla su dolor con tal de vivir sin peso y caminar con más ligereza.
 

Es por todo eso que comparto mi pena.
 

Gracias por velar mis pensamientos y cuidado porque a veces el sentir de lo que escribo escurre de las páginas que lloran mis lágrimas guardadas. 
 

Siéntase libre de matar sus miedos, temblores, dolencias en estas paginas, siéntase libre de renacer acompañado, de bailar esta canción cuantas veces sea necesario hasta poder cerrar el libro que nos enseñó a curar la herida de la vida.
 

No sé si soy una poeta, pero sé que escribo para sentir que respiro. Sé que te entrego mi alma de la forma más cruda, en un tono hueso, te doy mi alma desnuda.
 

Les deseo un buen viaje por mi mente, y espero que puedan darle su sentido, sus vivencias, sus colores, su esencia, porque todos leemos las mismas letras pero todos tenemos diferentes sensaciones, eso es lo lindo de vivir y compartir.
 


Con mucho amor, Caidena.
 


 




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