Vie, 22 sep.
04:16 am
Limbo del pensamiento cíclico y aturdidor que solo repite que "estoy cansada". En su idioma era una herramienta de alerta, un aviso de descomposición, en el mío era un grito de auxilio.
¿Qué me queda? Sí cuando llegué no tenían alas, si cuando volé me prohibieron usarlas, como si alas tan bonitas pudieran lastimar a alguien, como si acercarse demasiado al cielo fuera motivo de espanto.
Entonces las usé una vez, una vez sin mirar atrás. subí y subí, subí hasta que el oxígeno ya no llegaba a mis pulmones, hasta que solo gravitaba en medio de planetas millones de veces más grandes que el mío.
Las alas se me quemaron cuando me acerqué mucho al sol, las lágrimas secaban un poco el ardor en mi cara y de alguna manera logré tenerlo frente a frente, encontrarlo para decirle todas aquellas cosas oscuras que sentía cada día por su culpa.
Cuando lo vi solo pude llorar, él tampoco sabía que hacer, él tampoco podía mirarme, ni siendo millones de partículas divididas, ni en mi pura esencia podía fingir reconocerme, quería verlo, que me viera, con dolo, con arrepentimiento, pero solo vi como sus arrugas dibujaban esa tan conocida mirada de desprecio, entonces era yo la que volvía a ser chiquita a mirarlo con culpa, con dolor, con muerte en los labios y resentimiento en las muñecas.
Era yo quien caía frente a él, entrando nuevamente en la atmósfera pero esta vez cayendo sin alas, sin deseos con puro vacío.
Verme con desasosiego fue lo único que alcanzó a hacer, estuve a su lado, vio lo que me hizo…
Lo que me hice..
Lo que me dolía tanto todo y no pudo protegerme.
Me dolía tanto todo y nadie supo querer cuidarme.
Al final descubrí que todos habían tenido alas, al final todos me reconocían, al final todos me habían visto caer, al final la gente aprensiva no era tan mala.
Al final éramos cascarones gravitando entre otros que gravitaban entre nosotros.
El vacío no es la falta de algo que sentir, es tanto sentimiento que abruma hasta que adormece las partes más sensibles obligandonos a sentir solo en el inconsciente. Quemé mis alas, las dejé caer, no puedo verlas sin volver a arder, quise quererlas y me vieron morir, quise tenerlas y me condenaron a sentir.
#4840 en Otros
#1406 en Relatos cortos
#403 en No ficción
escritos cortos, escritos del entorno de la vida, escritos en el tiempo
Editado: 15.06.2024