En el lujoso salón de baile del Hotel Granvia, las arañas de cristal brillaban, las copas de champán tintineaban, los invitados estaban vestidos y hablando.
CARLOS: En voz baja, magnética, con un imperceptible toque de nerviosismo, Sofía, eres preciosa.
Sofía, eres preciosa. Cogió suavemente la mano de Sofía, las yemas de sus dedos rozaron su piel, sus ojos afectuosos pero con un toque de indetectable melancolía. Sofía lleva un vestido de novia blanco, como una noble princesa, pero su boca apretada y su sonrisa ligeramente rígida revelan su turbación interior.
Sofía: Voz suave pero con un toque de desapego Gracias, Carlos.
Retira la mano sin dejar rastro, sus ojos revolotean como si estuviera evitando algo. Un parpadeo imperceptible de miedo pasa por su bello rostro
Carlos: tono de voz intensificado Intentando romper la incomodidad del silencio Hoy pareces un poco distraída .......
Sofía: compostura forzada No, sólo estoy ...... un poco nerviosa. Es una ceremonia de compromiso, después de todo.
Consigue esbozar una sonrisa, pero parece un poco exagerada. Echa un vistazo a la esquina, donde Marco López la mira pensativo con su copa de vino en la mano y una sonrisa significativa en los labios.
Marco: Susurrando suavemente pero con un toque de amenaza No lo olvides, nuestro trato.
Isabella se escondió entre la multitud, sus ojos miraron a Sofía siniestramente, las llamas de los celos ardiendo en sus ojos. Aferró el pañuelo con tanta fuerza que las puntas de los dedos se le pusieron blancas.
Carlos siente algo extraño en Sofía e intenta acercarse a ella, pero ella le evita sin dejar rastro. Siente una inquietud inexplicable, una sensación de presentimiento, como si algo estuviera a punto de suceder.
Carlos: En un tono suave, con una pizca de súplica, Sofía me miró. Dime, ¿de verdad eres feliz?
Sofía calla, desvía la mirada y no puede responder a la pregunta. Sabía que no era feliz, que estaba atrapada en una elaborada mentira y que estaba a punto de convertirse en víctima de esa mentira.
La música se intensifica, amortiguando el diálogo silencioso entre ellos. El tintineo de las copas de champán, como un golpe del destino, anunciaba la llegada de la tormenta.
Marco estaba de pie frente a los ventanales, con una sonrisa en los labios. En la mano jugueteaba con un pendrive que contenía las pruebas que había preparado cuidadosamente.
«Señor Marco, las fotos están listas». Informó el asistente en voz baja. «Muy bien.» Marco se dio la vuelta, sus ojos brillaban con un atisbo de frialdad. «Organiza que alguien envíe estas fotos a Carlos. Recuerda, elige el momento adecuado».
Esa noche, en la cena anual de la Corporación Carlos. «Cariño, voy a maquillarme». Sofía susurró al oído de Carlos. Carlos asintió suavemente: «No tardes».
Poco después de que Sofía se fuera, le entregaron un sobre a Carlos. Abrió el sobre y su cara se puso azul al instante. En la foto, Sofía estaba con un hombre en un ambiente íntimo. Aunque la foto estaba un poco borrosa, la figura de atrás realmente se parecía a Sofía.
«Esto no puede ser...» Carlos agarró la foto con fuerza, sus nudillos se pusieron blancos. En ese momento, Isabella se acercó «justo a tiempo»: «Carlos, ¿estás bien?». «Estas fotos... ¿Son reales?» La voz de Carlos estaba ronca.
Isabella fingió sorpresa: «Dios mío... En realidad no debería decir esto, pero he visto a Sofía viendo mucho a ese hombre últimamente...»
Cuando Sofía regresó, fue recibida por una mirada gélida de Carlos. «Explícame esto». De un golpe dejó las fotos sobre la mesa. Sofía parecía confusa: «¿Qué es esto?». «¡Deja de fingir!» rugió Carlos, «¡Estaba ciego por creerte!». «Carlos, déjame explicarte...» «¡Basta ya! El compromiso se cancela. A partir de ahora, no tenemos nada más que ver el uno con el otro».
Sofía se quedó inmóvil, con los ojos llenos de lágrimas. En la esquina, Marco e Isabella se sonrieron, su plan había funcionado. Esta noche estaba destinada a ser un punto de inflexión que cambiaría el destino de todos.
Prólogo - Votos rotos
En el lujoso salón de baile del Hotel Granvia, las arañas de cristal brillaban, las copas de champán tintineaban, los invitados estaban vestidos y hablando.
CARLOS: En voz baja, magnética, con un imperceptible toque de nerviosismo, Sofía, eres preciosa.
Sofía, eres preciosa. Cogió suavemente la mano de Sofía, las yemas de sus dedos rozaron su piel, sus ojos afectuosos pero con un toque de indetectable melancolía. Sofía lleva un vestido de novia blanco, como una noble princesa, pero su boca apretada y su sonrisa ligeramente rígida revelan su turbación interior.
Sofía: Voz suave pero con un toque de desapego Gracias, Carlos.
Retira la mano sin dejar rastro, sus ojos revolotean como si estuviera evitando algo. Un parpadeo imperceptible de miedo pasa por su bello rostro
Carlos: tono de voz intensificado Intentando romper la incomodidad del silencio Hoy pareces un poco distraída .......
Sofía: compostura forzada No, sólo estoy ...... un poco nerviosa. Es una ceremonia de compromiso, después de todo.