Un chirrido agudo sonó en los alrededores, sacando a Aldair y Dillan del aturdimiento. Fue ahora cuando notaron que el domo oscuro que los rodeaba, no bloqueaba totalmente el sonido o, al menos, no bloqueaba este tipo de sonidos salvajes.
“Mi compañero, Plaffy, me indica que el grupo de magos oficiales ya está cerca… Será mejor que se apuren en reunir a sus hombres, y finjan haber tenido una dura batalla contra los Toros Negros y sus aliados. Si lo hacen parecer mínimamente real, ellos no tendrán una razón válida para intervenir. Mientras tanto, me ocuparé rápidamente de eliminar las evidencias de todo y nos encontraremos en la base de la facción Nebulosa durante esta misma noche. Por último, deben avisarle a Cedric y a los demás para que también asistan, pero no les hablen sobre mí todavía.” sentenció Káel, con calma y serenidad, a pesar de la supuesta urgencia.
Luego, agitó su mano y el domo oscuro se deshizo velozmente, permitiendo que pudieran abandonar la zona fácilmente.
Pero, antes de moverse, Káel formó un remolino de viento que devastó con fuerza los alrededores, arrasando con todos los cuerpos y los restos de los cristales oscuros; hasta reunirlos a todos, con enorme destreza, en un punto exacto del terreno.
Una gran pila de desperdicios se había formado ahora en este punto exacto, formando una macabra loma de cadáveres secos y cristales de sangre.
Finalmente, una llama de color azul se encendió en la mano de Káel y la arrojó hacia el montón de desperdicios con total naturalidad.
Era bastante notable que no estaba haciendo esto por primera vez.
Al tocar la pila de cuerpos secos, cristales y demás objetos del campo de batalla, la llama creció exponencialmente, hasta alcanzar varias veces su tamaño y comenzó a incinerar todo con gran velocidad.
Mientras se retiraban, Aldair y Dillan observaron, con una mirada sumamente complicada, como decenas de los cuerpos de aprendices del pabellón, que en su mayoría conocían, se encendían con violencia e ímpetu.
Además, este fuego era realmente extraño; ya que, quemaba los restos mucho más rápido que cualquier magia de fuego que hubieran visto antes. Prácticamente se podría decir que calcinaba todo lo que tocara, hasta volverlo cenizas, en cuestión de segundos.
« ¡Demasiado aterrador! Si alguna vez me arroja esta extraña llama de color azul, dudo que mis objetos defensivos puedan hacer algo para evitar mi muerte instantánea. » pensó Dillan, ocultando el pánico que sentía, bajo la amarga sonrisa que mostraba en su rostro. Sin duda, esta llama era mucho más caliente y terrible que la de una bola de fuego convencional.
Todavía recordaba aquel día, cuando le explicó a Káel como funcionaba la Gran Biblioteca, y le vendió los distintos manuales y mapas que tenía disponibles para el comercio.
En ese entonces, Káel era solo un aprendiz recién llegado al pabellón, mientras que él ya era un Segundo Círculo. Cualquiera pensaría que una gran diferencia de estatus y poder los separaba. Una que era muy difícil de cambiar.
Pero actualmente, aunque había progresado mucho y se había convertido en un tercer círculo y en el nuevo líder de la facción Nebulosa, la otra parte ya lo había superado. Y la diferencia de poder entre los dos, era simplemente inestimable.
« Este tipo es un verdadero monstruo y su magia es tan avanzada que ni siquiera puedo entenderla. Además, no tengo la menor idea sobre como logra lanzarla, ya que no lo vi recitar un solo conjuro, o formar un simple sello, en todo este tiempo. Probablemente jamás lograré tener un poder semejante a este en toda mi vida, así que es mejor no pesar demasiado en esto. » analizó Collins, mientras se acercaba hacia donde estaban refugiados los miembros de su facción; con el objetivo de poder darles indicaciones sobre que hacer.
Plaffy ya había dejado de amedrentarlos desde hace un tiempo, y ahora se encontraba distrayendo, desde el aire, al escuadrón de magos oficiales que se acercaba.
Aldair también hizo su parte y reunió a los suyos, mientras daba una poco creíble explicación; sobre cómo había logrado hacer que el extraño sujeto irrespetuoso de antes se retracte de sus palabras y se disculpe. Y también sobre como descubrió que, en realidad, fue Cedric y su grupo quienes asesinaron a los hombres de los Titanes Negros que habían muerto en este lugar.
Las explicaciones eran claras y entendibles, pero, probablemente más de la mitad no le creyó nada y la otra mitad solo le creyó una parte, no obstante, esto no era transcendental para él.
Lo realmente importante, para todos, era que debían dar gritos de júbilo y alegría, con muchos hurras eufóricos, para potenciar la supuesta victoria, o, de lo contrario, el tartamudo volvería sus vidas un completo infierno desde ahora.
Lo mismo sucedía del lado de la facción Nebulosa, aunque había muchas caras llenas de confusión; todavía siguieron las órdenes de Dillan y comenzaron a festejar.
~ ¡Chiiaaa! ~
El agudo, pero potente, graznido de Plaffy resonaba desde el cielo.
Los magos oficiales que debían investigar el asunto se miraron entre sí durante un instante.
“¿Crees que esta bestia mágica pudo haber exterminado a más de 100 aprendices y ser la fuente del maná extraño que detectamos antes?” preguntó, uno de los magos, en un tono lleno de incredulidad.
“¡Imposible! Pero estas criaturas en estado salvaje pueden ser bastante carroñeras, así que no me extrañaría que encontremos una carnicería al llegar al lugar, y que esta sea la razón por la cual esta bestia sobrevuela la zona, atraída por el olor de la carne y la sangre.” comentó, otro mago.
“¿Alguno notó que la bestia tiene cierto parecido con la montura voladora del Gran Mago Owen Shan?” una maga, de cabello rubio y con ojos afilados, notó esta peculiaridad; mientras observaba en el cielo a la bestia, la cual volaba a una altura mediana.